Opinión

A propósito del “negocio” editorial

A propósito del “negocio” editorial

A propósito del “negocio” editorial

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy
Jesús Eduardo García Castillo

El tema con este apreciable colega quien murió joven y a quienes muchos lo recordamos con cariño por su inteligencia y fino sentido del humor, fue la corrección. En seguida un fragmento de mi comentario.

El azoro del corrector con frecuencia se manifiesta en descontento. [De hecho hay una tesis doctoral de Gerardo Kloss que aborda, entre otros aspectos, esta faceta del sistema editorial.]

Es comprensible frente a textos que espantan y de los que salen monstruos, arañas, vampiros y no precisamente por el tema, sino por la falta de articulación que se aprecia en algunos autores. Esta carga de trabajo debería ser compensada, por lo menos, con una buena remuneración para el corrector que contribuya al pago de su psicoanalista. Matizado lo anterior con más propiedad puedo decir por experiencia que el trabajo del corrector aquí en México no está adecuadamente reconocido y sus parámetros salariales necesitan ser revalorados. Pero sueño porque vivimos en el capitalismo salvaje. [Y pandémico controlador, añadiría ahora].

Carlos Anaya Rosique

El editor comenta y desde luego coincido con él: “Cuando se antepone la administración a la actividad editorial todo se puede ir al traste”. Lo anterior vale tanto para la iniciativa privada como para la edición universitaria, en donde la administración se puede convertir en un verdadero obstáculo, un camino lleno de piedras, pedruscos, barrancos.

Los traductores, son otro aspecto vital, cuánta razón tiene Carlos al referirse a lo nocivo que es para el lector una traducción mal hecha. Tanto en el ámbito técnico-científico como en el literario, substituir molinos de viento por molinos eólicos, provoca escalofrío. El mismo que nos produce leer a Henry Miller en español de Argentina o en español de España.

Con cuanto tino habla de la eterna y no siempre satisfactoria relación entre el autor y el editor. Sobre todo cuando el primero cree que por haber escrito una obra escribió: la obra. Pero de todas las frases del programa de hoy, me quedo con una. Por muy departamentalizados que se encuentren algunos procesos editoriales, el buen editor será siempre un buen todologo. Y Carlos Anaya lo resume con sobriedad: “El editor está en todo o no resuelve nada.” A lo que yo añadiría simplemente un signo propio de la edición: Punto.

Hugo Vargas Comsille

El título formal de la amable charla de Sofía de la Mora con el colega Hugo Vargas fue: “La decisión editorial”. El título sugerido por mí para la revisión que estoy realizando de las versiones estenográficas es: “Editar galeras acompañados de un Pepto Bismol en las rocas” Y dice:

La decisión editorial es una cuestión que, como todos los aspectos de este mundo rico y por lo mismo complejo, tiene muchas caras. En realidad, el tema de “La decisión” en el proceso editorial, se diluye en las múltiples decisiones que se tienen que tomar, mientras llega a las librerías el material.

Algunas preguntas que ameritan decisiones son: qué publicar, en qué tiraje, qué papel, en qué puntaje, en qué formato, cómo hacer la portada, cómo promover el libro, dónde distribuirlo y un largo etcétera; cada editor tendrá una decisión que tomar en este campo.

Ahora bien, si enfocamos el tema de “La decisión” editorial como uno de carácter personal, es decir, como un aspecto en el que cada editor sufre más a la hora de tomar una determinación en el ámbito que más le cuesta, yo diría que la decisión que más me pesa como editor es la devolución de galeras al autor. ¿Por qué?

Hay autores que las regresan con pertinentes aclaraciones que por lo regular son pocas, cuando asumimos que nuestro trabajo está bien hecho. Pero hay otros para los que las galeras son algo así como las musas. Ésas que inspiran a crear una obra totalmente diferente con respecto al original entregado y acaso aprobado por comités.