Opinión

Apuesta criminal

Apuesta criminal

Apuesta criminal

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy
“No hay un fatalismo criminal,
pero sí resulta un fatalismo no ético
el esperar que suceda el crimen
para ocuparnos entonces del criminal…"
Alfonso Quiroz Cuarón

Un 16 de noviembre de 1978 se extinguió la flama vital de Alfonso Quiroz Cuarón, precursor de la criminología en México y en cuyo honor, en esa fecha, se celebra el día del criminólogo que, curiosamente, también murió —ocho años antes— el Iuspenalista español, de los de cepa, Luis Jiménez de Asúa, considerado el más ilustre penalista de habla hispana.

Quiroz Cuarón fue un destacado profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM. Allí, en el aula perdió la vida entregado a sus clases. Definió a la criminología como la ciencia sintética, causal-explicativa, natural y cultural de las conductas antisociales. Aunque a la fecha el concepto de conducta antisocial ha sido superado, el papel que sus aportaciones significaron en el desarrollo de la etiología delictiva en México, fue determinante.

Sin ser abogado y acaso por esa razón precisa, Quiroz Cuarón advirtió que el Derecho Penal no era entonces, como no lo es ahora, una ciencia jurídica autosuficiente, sino complementaria con otras disciplinas auxiliares como la Criminología, cuyo objeto es de primera importancia para entender las causas del delito. No puede entenderse el bosque, sin antes conocer el árbol.

A la distancia, décadas más tarde no contamos con una política criminal efectiva, enfocada en la prevención del delito, alimentada de análisis de casos, de contextos y de factores criminógenos, sino que, por el contrario, es eminentemente reactiva. Si no me cree, primero pregúntese ¿qué otra medida, además del Código Penal, conozco para evitar la comisión de delitos? Podría apostar a que su respuesta es “Ninguna” y si me equivoco en su respuesta, entonces cuestiónese: De las medidas de prevención del delito que conozco ¿cuáles creo que sirven?

Aunque duela reconocerlo nuestra apuesta central está en los “tipos penales”, las “penas” y el “código penal”. A pesar de la evidencia empírica seguimos confiando en que el delito se previene con la simple amenaza de una sanción y, por esa razón, son muy pocas las herramientas que analizan las causas del delito.

Aunque existen diversos esfuerzos por parte de la sociedad civil para contribuir a la consolidación del sistema de justicia penal basado en una política penal preventiva, corresponde al gobierno, en primer término, tender redes de acción para garantizar la seguridad ciudadana. Cierto, la pinza cierra con la participación social, pero del Estado es la obligación primaria.

Un instrumento general que abona en este sentido, es la Estrategia Nacional de Seguridad Pública que concibe a la prevención del delito como una estrategia específica, enfocada demasiado en aquello que debe atenderse, pero en silencio de las acciones específicas para hacerlo. Se trata, básicamente de un discurso redundante que acentúa la importancia de la coordinación y colaboración interinstitucional y la participación de la sociedad civil organizada y no organizada para contribuir a la prevención del delito. ¿Cómo? Ese es asunto nuestro.

En febrero de este año, por otro lado, se publicó la versión provisional del Plan de Persecución Penal de la Fiscalía General de la República, que tiene como eje la priorización de casos —no por importancia sino complejidad— con el objetivo de invertir los recursos disponibles en los delitos de mayor impacto social y, por otra parte, hacer uso de soluciones alternas para delitos de menor gravedad. Más allá de la matriz de priorización, ponemos el acento en que, otra vez, las acciones son a toro pasado, casi condenándonos a una justicia penal exclusiva en la que el delito ya se ha consumado.

Las inercias son tan poderosas y nocivas como el poder mismo. La retórica y la demagogia son asesinos vivos del pensamiento reflexico y autocrítico y se encuentran enquistadas en un ambiente político que pretende modificar el status quo haciendo exactamente lo mismo que se ha hecho siempre.

¿Y si ahora intentamos con una fórmula diferente, digamos basada en Criminología y no en Política? En una de esas obtenemos otros resultados.