Opinión

CASO NEXOS: LA SOMBRA DE LA INTOLERANCIA

CASO NEXOS: LA SOMBRA DE LA INTOLERANCIA

CASO NEXOS: LA SOMBRA DE LA INTOLERANCIA

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La sanción administrativa que se aplicó a la revista Nexos es un estigma que debería avergonzar al presidente López Obrador y a sus seguidores. ¿Qué se busca con ese castigo? ¿Qué los escritores asociados a la revista cambien de opinión? ¿Qué guarden silencio? ¿Se quiere meramente molestarlos? ¿O se quiere con esto amenazar a los intelectuales en general?

No se puede, dice John Locke en su Carta sobre la tolerancia que los magistrados, o gobernantes, mediante su poder coactivo, impongan a los ciudadanos una creencia determinada, por la sencilla razón de que su poder es externo y las creencias son algo interno. “Para cambiar un sentimiento en las almas, se necesita una luz que no puede producir el suplicio del cuerpo”.

Nuestro presidente insiste en proponerse como ejemplo moral para los mexicanos, pero valores como la tolerancia, la comprensión, la generosidad, la humildad, la bondad no están en su repertorio de cualidades. Los valores morales son universales. No se puede ser bueno con unos y malo con otros. Sus actitudes y conductas, para ser morales, deberían ser espejo donde todos los mexicanos, sin excepción, nos reconozcamos.

Que esto no suceda es algo realmente lamentable porque hablamos de un presidente que, tras muchas décadas de omisión, prestó atención a millones de mexicanos que habían sido olvidados por los gobiernos anteriores. Pero no se puede redimir a los pobres mediante el enfrentamiento, el odio, y la desconfianza.

Hay que unir al país para luchar contra la pobreza, no dividirlo. Los responsables de la miseria de muchos no es la mezquindad de unos pocos sino la irresponsabilidad de todos. Desde luego que en el corazón de nuestros problemas hay un problema ético-cultural: la ausencia de conciencia, de solidaridad y de empatía es lo que permitió el abandono de los más pobres.

Eso es cierto, pero lo que se desprende de esta realidad es la necesidad de poner esos valores n el centro de la nueva educación.

El verdadero problema del presidente es su tendencia a escindir la realidad política de México y su visión polar entre mexicanos buenos y mexicanos malos. Todos los mexicanos somos buenos. El pueblo, como el presidente gusta de repetir, es bueno. Pero el pueblo somos todos. Mas el pueblo no es materia homogénea, es, por definición, unión de partes de distinta naturaleza. Lo que caracteriza al pueblo su pluralidad de ideas y creencias y no su uniformidad.

Es muy grave que se sancione con medidas pueriles a quienes no piensan como el Presidente pues tal acto sugiere que estamos regresando a los tiempos oscuros de Díaz Ordaz. No se puede, desde el poder, cambiar la realidad política y cultural de una sociedad, lo que se puede, si acaso, es regularla y orientarla. Se puede cambiar, en parte mínima y de manera muy lenta a través de la educación.

Pero la población adulta tiene formado un carácter, tiene sus propias convicciones y esas personas merecen dignidad y respeto El hombre es en todos los casos un sujeto con libertad, dignidad y derechos, por lo mismo, no puede ser coaccionado desde el gobierno sin que a cambio se produzcan consecuencias graves.