Opinión

Chasco de apostadores

Chasco de apostadores

Chasco de apostadores

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Pasado su encuentro con el Presidente López Obrador, no se equivocará quien recomiende esperar sólo unos días para escuchar de nuevo la cantaleta antimexicana del insolente gringo.

A despecho de esta arista de su personalidad, resulta patente que en la junta de este miércoles Trump pareció excepcionalmente cordial y hasta sincero.

Los mexicanos que han llegado a Estados Unidos ya no fueron caracterizados como asesinos y violadores, sino como trabajadores que contribuyen de manera extraordinaria en todos los sectores productivos de esta potencia.

De no ser porque la prudencia aconseja tomar con reserva los cumplidos del gobernante estadunidense —quienquiera que éste sea, demócrata o republicano— uno podría sentirse orillado a agradecer expresiones tales como que “el pueblo mexicano es maravilloso” y López Obrador “el mejor Presidente” que hemos tenido.

¿Puso su parte la química o primaron el acomodo electoral y las necesidades económicas y comerciales? Misterio. Pero la reunión semejó una feria de elogios. Y probó que Amlo y el magnate han establecido una buena relación gubernamental.

Camaradería, “a pesar de las adversidades y de las apuestas en contra”, por parte de quienes —dijo Trump, admonitorio, más para los adversarios de su huésped que de los propios— “ya han aprendido a no apostar en contra de nosotros”.

Devolvió bien la cortesía el de Macuspana. Y capitalizó la recriminación a quienes apuestan en contra de los respectivos gobiernos y buscaron malograr la cumbre:

“Mi amigo, el Presidente Donald Trump”, dijo con énfasis, y se ufanó porque “¡fallaron los pronósticos! No nos peleamos. Somos amigos y vamos a seguir siendo amigos”.

Del lado mexicano, se perfiló temprano el fracaso de los apostadores en contra. Aquellos que intentaron todo con tal de que la cita no se concretase o resultara decepcionante para los mexicanos.

Y, de quienes se indignaron por las constantes groserías de Trump, el maltrato a migrantes y el agraviante muro, y llegaron al extremo de erigir en patriotas ejemplares a Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. O, aquellos que alegaron inoportunidad por la coyuntura electoral, anticiparon chamaqueo al tabasqueño, vieron derrota en la observancia de protocolos —el cubrebocas, la prueba covid—, y hasta consideraron jugada maestra la ausencia de Justin Trudeau.

El primer revés lo recibieron desde el inicio de la semana esos infortunados jugadores. Les llegó cuando Carlos Salazar y otros dirigentes del sector privado deploraron que empresarios no hubieran sido invitados a la gira, ignorantes de que una decena de éstos acompañarían a nuestro Jefe de Estado. Integraron la comitiva Carlos Hank Rhon, Carlos Bremer Gutiérrez, Patricia Armendariz, Daniel Chávez Morán, Marcos Shaabat y Miguel Rincón Arredondo. Además, Carlos Slim, Ricardo Salinas Pliego, Olegario Vázquez Aldir, Francisco González Sánchez y Bernardo Gómez.

Vale señalar que de estos cinco últimos, todos son dueños, concesionarios o directivos de poderosos medios de comunicación; es decir, son los patrones de algunos de los más furibundos y sistemáticos comunicadores antipejistas. Lo cual explica el tono extrañamente comedido —claro, a toro pasado— de ciertos analistas del primer viaje presidencial.

Algo similar ocurrió, en medio de la pandemia, en ocasión del acuerdo del gobierno con hospitales privados —parte, algunos, de consorcios editoriales— tan celebrado por las más bravas plumas del gremio periodístico.

Los empresarios no acudieron a la cena en Washington atraídos por el robalo y las papas al azafrán, ni por las galletas con crema de limón y merengue. Concurrieron respaldando a la 4T para acentuar la importancia del T-MEC en los planes de recuperación pospandemia. Y tuvieron recompensa.

Se trata —dijo López Obrador—de empresarios destacados no sólo porque invierten, producen y generan empleos, sino también porque tienen una dimensión social; están pensando no sólo en la acumulación de ingresos, sino en que nos vaya bien a todos, en que le vaya bien a nuestro pueblo.

La compañía de estos adinerados probó que pierden el tiempo quienes, a punta de suposiciones delirantes —odio a la iniciativa privada, inminentes confiscaciones, Cuba como modelo— se afanan en confrontar al empresariado con el gobierno federal.

Se llevaron un chasco quienes incluso hablan de alianzas entre grupos financieros para apoyar a la enclenque oposición e intentar retirarle la silla al Presidente. Despistados, involucran en semejante operación a los de Monterrey y de la Ciudad de México, cuando los primeros sólo tienen motivos de gratitud al gobierno por los esfuerzos para sincronizar la apertura fronteriza México-EU que ellos solicitaron.

El viaje del combo de empresarios prueba también que, en medio de la devastación causada por el coronavirus, no todos los hombres de negocios aspiran a rescates modelo Fobaproa, mediante ayudas del gobierno virtualmente a fondo perdido, con cargo al bolsillo aun de los mexicanos más pobres. Esquema de salvataje que, por cierto, no se ve en ninguna parte del mundo por estos días.

En numerosas naciones el Estado ha salido en apoyo de empresas en crisis; pero, en ningún caso, la variedad de modalidades de auxilio incluye dar dinero a cambio de nada. Con decir que hasta Angela Merkel —arquetipo de estadista para los malquerientes del obradorismo—experimentó un proceso de agnición y ¡devino castrochavista!

El Estado alemán le inyectó más de 9 mil millones de dólares a su emblemática aerolínea Lufthansa, seis mil millones de inversión más aval para créditos privados por tres mil millones; pero la firma pasó a control del gobierno.

Previamente, para horror de nuestros líderes de opinión, la propia Merkel emuló a Nicolás Maduro. Nacionalizó la farmacéutica Cure Vac, mediante la adquisición de 23 por ciento de acciones de la compañía, que desarrolla investigaciones sobre una vacuna contra la covid-19. Y Adidas recibió del gobierno alemán, en idénticas duras condiciones, un crédito de más de tres mil millones de dólares.

El gobierno de Noruega fue primero en Europa en rescatar su aerolínea Norwegian. Le siguieron los de Francia y Holanda con inversión de 10 mil millones de euros a la estratégica Air France-KLM. En modo alguno se trató de carta blanca. La compañía tiene ahora un interventor del Estado holandés y fue obligada a reducir costos, bajar sueldos estratosféricos y eliminar dividendos y bonos a jefes y directivos.

El castrochavismo también pulula por Italia, Estados Unidos y Japón. La automotriz Fiat-Chrysler ya tiene una línea de crédito por más de siete mil millones de dólares, con aval de Sace, la gubernamental agencia italiana para la exportación; pero quedó sometida a rigurosa vigilancia del gobierno de Giussepe Conte. Y el gobierno japonés ya le dio a Nissan, a costos muy altos, una tabla de salvación por seis mil 600 millones de dólares.

En todo el mundo, además, los gobiernos intentan hacer que los rescatados apliquen el dinero en actividades productivas, no en especulación bursátil, algo que ya empieza a observarse en indicadores económicos. Todo ello, mientras en México pocos ricachones —por fortuna ya soltados de la mano del Tío Sam— no cejan en su empeño de forzar rescates con cargo al patrimonio de todos.

aureramos@cronica.com.mx