Opinión

Crítica y feminismo: Lolita es también Nabokov

Crítica y feminismo: Lolita es también Nabokov

Crítica y feminismo: Lolita es también Nabokov

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Estoy releyendo Lolita de Vladimir Nabokov, lo leí cuando iba en la secundaria y ahora me di cuenta de que había olvidado mucho de la esencia del libro, sólo recordaba las generalidades y las relaciones que todos hacen con el término Lolita que se popularizó bajo la definición “de niña o adolescente atractiva y provocativa”.

Hace más de un año escribí que el feminismo no es enemigo de la literatura. No pretende censurar ninguna obra artística. No es un nuevo movimiento puritano e inquisidor. Por el contrario, en sus diferentes vertientes busca, a través de la crítica, replantear y aproximarnos al arte desde otras perspectivas menos exploradas, pero que igualmente proponen nuevas formas para comprender e interpretar al mundo.

La crítica del arte sirve para poder desmenuzar, analizar, entender, comprender y por supuesto también reconocer una obra. Hay un debate constante —malinterpretado, en mi opinión— que está focalizando que en este análisis feminista de las obras de arte, sobre todo en la literatura, se está intentando prohibir obras literarias, porque sus personajes representan actitudes machistas o la obra es un ejemplo de la forma en que se puede “estetizar, erotizar, edulcorar la agresión masculina y el sufrimiento femenino”, como menciona la escritora y crítica literaria, Laura Freixas sobre la Lolita de Nabokov.

Que haya una parte crítica y analítica puntualizando lo anterior no quiere decir que por eso una obra no debe ser leída. Al contrario. Debe ser leída, releída, revisada, analizada para poder entender los diferentes discursos que yacen en la propia obra. Hay que tomar las obras que nos han formado, aquellas que hasta cierto punto están consagradas y volver a mirarlas.

Probablemente para muchos, este enfoque es innecesario, porque suponen que cualquier persona al leer, por ejemplo, Lolita, enseguida reconoce que Humbert era un “pedófilo violador de una niña de 12 años”. Sin embargo, muchos siguen interpretando por la forma en que se narra, que Lolita es una historia de amor de un hombre obsesionado con la belleza de su hijastra y que él es víctima de la seducción constante de ella.

Ahora en mi relectura me brincan muchísimas cosas que no recordaba y en las que seguramente no reparé a los 14 años. Yo ahora noté directamente que el propio escritor enfatizaba todo el tiempo el abuso que cometía Humbert a su hijastra y que en un par de ocasiones, Lolita subraya las violaciones constantes.

Mi relectura coincide con un artículo que El País que publicó recientemente bastante interesante y relevador, llamado  “Lolita es Nabokov”, donde explica que el escritor ruso sufrió de niño abusos sexuales por parte de su tío Ruka.

Nabokov usó su propia experiencia, aparte de un caso de una niña raptada para escribir Lolita. Las interpretaciones, relecturas y críticas son buenas para mirar desde distintas perspectivas la obra y enriquecer nuestros puntos de vista.

Un buen reto para el próximo año sería releer los clásicos pero con perspectiva crítica y confrontar lo que un día creímos interpretar y cómo lo hacemos ahora. Por el mero goce de ampliar nuestra mirada.

Twitter: @wendygarridog
wengarrido@gmail.com