Opinión

De la gripe española y algunas de sus famosas víctimas

De la gripe española y algunas de sus famosas víctimas

De la gripe española y algunas de sus famosas víctimas

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La pandemia de gripe española que asoló al mundo de 1918 a 1920 fue un brote del virus de la gripe tipo A, subtipo H1N1. Se llevó a 50 millones de personas. Le decían la muerte púrpura, que era el color en que se tornaban los enfermos.

Se le llamó “española” porque España advirtió de la existencia y rápida propagación de la devastadora enfermedad, pero parece que surgió en una granja en Texas. Las medidas preventivas contra el virus asesino de entonces son exactamente las que hoy nos recomiendan frente al SARS-Cov-2: llevar cubrebocas, lavarse las manos y permanecer en confinamiento.

Los habitantes de Europa, Estados Unidos y Japón salían del parto adolorido de la absurda Primera Guerra Mundial (1914-1918), Gran Guerra como se la llamó. Habían muerto 20 millones de seres humanos, la mitad de ellos, civiles, cuando en febrero de 1918 aparecieron los primeros enfermos de la gripe.

Poquísimas familias se salvaron de no contar con familiares muertos, ya fuera por la guerra o por la gripe. Sigmund Freud, por ejemplo, perdió a su hija Sophie, con la que mantenía una cercana relación, que suavizó, según decía una nieta suya, “el comportamiento patriarcal y tiránico” del padre del psicoanálisis. Con un tercer embarazo no deseado, Sophie enfermó del terrible mal. No vivía en Viena, así que sus padres se vieron impedidos por la premura de las noticias para tomar un tren y acompañarla en su lecho de muerte. Para Freud resultó una dura embestida e incluso cambió su manera de explicar el duelo. A su yerno, Max Halberstadt le escribió lo siguiente: “La muerte es un acto absurdo, brutal del destino (…) del cual no es posible culpar a nadie(…) sino solo bajar la cabeza y recibir el golpe como los seres pobres, desamparados que somos, con quienes las fuerzas mayores juegan.” (Freud. A Life of Our Time, Peter Gay: 1988). Su esposa Martha, se había recuperado varios meses antes de la gripe, pero la joven Sophie de 26 años sucumbió. A pesar de la tragedia, Freud continuó fiel a su ateísmo y se consoló con su trabajo.

Como sabemos, los virus se trasladan. Mahatma Gandhi enfermó en el otoño de 1918, junto con otros miembros del Movimiento Independentista de la India. Estuvo en cama varias semanas, aquejado por la fiebre, sin capacidad alguna para leer o escribir. La vida dejó de importarle, hasta que se sobrepuso y se aferró a sus creencias espirituales.

El poeta y ensayista Guillaume Apollinaire, estrella fulgurante de la literatura de vanguardia de principios del siglo XX, que había peleado en la Gran Guerra con el ejército francés, y recibió una grave herida de metralla en la sien, misma que los médicos lograron extraerle del cerebro. Los dioses o lo que fuera le respetaron la vida. Como era un hombre conocido en Francia lo visitaba mucha gente. En uno de esos encuentros él y su esposa se contagiaron de la terrible gripe, que los abatió sin piedad. El pecho de Apollinaire quedó hinchado y su cuerpo ennegrecido por completo. Picasso, entre otros grandes artistas, asistió a su entierro.

Otro francés notable, Charles-Édouard Jeanneret-Gris, conocido más tarde como Le Corbusier, creía que el alcohol y el tabaco lo prevendrían de la gripe mortífera, así que se encerró a fumar y a beber cognac. En realidad el confinamiento lo protegió. Habiendo vivido la terrible experiencia de la muerte de amigos, pensó en cambiar el modo de vida de las personas e incluso planeó más tarde, convertido en el gran arquitecto que fue, edificios de amplias habitaciones y corredores que evitaran contagios entre familiares.

El gran Franz Kakfa, poco publicado en esos momentos, de débil constitución pescó la gripe en Praga. Febril y muy enfermo, permaneció en cama largas semanas. Se alivió y pocos años después murió de tuberculosis. Quizá resultó más afortunado que sus hermanas, asesinadas por los nazis en un campo de concentración.

Al compositor húngaro Bela Bártok, la gripe le procuró una infección en el oído. Temía quedar sordo como Beethoven y además padeció alucinaciones auditivas. El dolor lo calmaba con opiáceos.

Los médicos encontraron secuelas neuropsiquiátricas del virus de la gripe española que afectaron a muchos pacientes que sobrevivían, dato interesante que, entiendo, la COVID también origina.

El sociólogo y economista Max Weber murió del mal purpurino. El poeta estadounidense Ezra Pound y la pintora Georgia O´Keefe, la creadora del modernismo norteamericano, ganaron la batalla a la enfermedad, lo mismo que el escritor inglés D.H. Lawrence, pero padeció siempre problemas cardiopulmonares a consecuencia de la gripe Tipo A subtipo N1H1.

Un hijo de Arthur Conan Doyle, el creador de Sherlock Holmes, murió de la temida gripa. El interés de su padre por el espiritismo se acrecentó. Un fenómeno similar ocurrió en muchos lugares: la necesidad de “contactarse” con los muertos de la gripe y de la guerra.

Sería importante conocer qué sucedió en América Latina, concretamente en México, también abatido por la enfermedad.

Hoy, en tiempos del coronavirus han muerto los poetas Sandro Cohen, gran deportista y Oscar Wong, hasta donde sé. La epidemia no se ha controlado. Este diciembre del 2020, los mexicanos se contagian de manera alarmante. Algunos sobreviven, otros, ni cuenta se dan de la enfermedad y muchos mueren.

¿Es verdad que están por llegar las vacunas? ¿Cuándo volveremos a una incipiente normalidad? Tengo la impresión de que el Gobierno de la 4T no nos dice la verdad y no pocos deudos deberán comprarse una Ouija para serenarse.

¿Sabe alguien qué pasa en las cárceles con los contagiados de SARS-Cov-2? ¿Se refieren las autoridades de Salud a los efectos del coronavirus en los sobrevivientes? ¿Se ha pagado las vacunas? Misterio, puro misterio.