Opinión

Discurso anómalo

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Discurso anómalo

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

En columnas anteriores nos hemos ocupado de los temas de la pandemia y la crisis de salud pública que ha ocasionado, y de cómo ello se ha desdoblado en otras cuantas crisis paralelas en lo económico y lo social con consecuencias negativas para el diálogo político entre países y en el interior de ellos. Ante la magnitud de esas crisis, algunos actores políticos han alzado la voz en favor de los más desprotegidos y de acuerdos que permitan sortear dichas crisis de una manera gradual, solidaria y consensuada. Recientemente nos referimos a los llamados que han formulado personajes como el jefe de la iglesia católica y el secretario general de la ONU. El primero, a través de su encíclica Hermanos todos como parte de un análisis crítico del neoliberalismo, cuya preeminencia en las últimas décadas ha dejado profundas capas de inequidad e injusticia, aparejadas al consumismo y a la globalización feroz, la codicia de la propiedad privada frente al bien común, lo cual ha impedido un “desarrollo humano integral” (el papa dixit). El segundo, exhortando de manera consistente y reiterada a la comunidad internacional, a mostrar solidaridad y fortalecer la colaboración multilateral tanto para enfrentar la crisis sanitaria como para acordar un cese al fuego en todos los conflictos armados para concentrar los esfuerzos y los recursos en la atención de los países aquejados por la violencia y sobre todo en la salud de sus poblaciones. Antonio Guterres no ha perdido oportunidad en sus intervenciones a lo largo del año, para explicar que el enemigo común es el nuevo coronavirus y que el combate debe concentrarse en la consolidación de la paz mediante un alto al fuego en todos los conflictos internacionales.

De manera natural, siguiendo esas líneas de argumentación, se entiende que la parte fundamental del esfuerzo global pasa por evitar que prevalezca el ahora denominado fenómeno de los nacionalismos respecto de las vacunas para privilegiar el enfoque de cooperación y fraternidad internacional.

En esta ocasión, desde la perspectiva internacional, tocó el turno el fin de semana a los líderes de los países que integran el grupo de los veinte (G20), que como se sabe, es un foro internacional de cooperación económica que convoca a los países más desarrollados, y del que México es parte. Como muchos otros eventos multitudinarios en época de coronavirus, esta reunión cumbre fue de carácter virtual, presidida por Arabia Saudita en su calidad de presidente anual del G20. El tema central como era de esperarse, fue la pandemia de Covid19 y las crisis sanitaria, económica y social por las que atraviesa el mundo. Independientemente del tono de cada una de las intervenciones de los mandatarios participantes, el consenso entre ellos, al término de la reunión virtual, se refirió a la importancia de asegurar el acceso equitativo y costeable (la propuesta de México es más ambiciosa ya que habla de gratuidad) de las vacunas contra el SARS-CoV-2 en cuanto estén disponibles y a través de la colaboración multilateral, respaldando las labores de la OMS en ese sentido. También se pusieron de acuerdo para apoyar a los países menos desarrollados mediante mecanismos que permitan aliviar el peso de sus deudas externas con base en un plan de acción para la cooperación económica internacional y la implementación de la Iniciativa para Suspender el Servicio de la Deuda (DSSI), entre otras iniciativas contenidas en la declaración final adoptada en materia de salud, comercio e inversión, transportación y viajes, arquitectura financiera internacional, infraestructura de inversiones, cuestiones financieras, economía digital, impuestos, combate a la corrupción, desarrollo sustentable, acceso a oportunidades de empleo y empoderamiento de las mujeres, educación, turismo migración, cambio climático y energía, agricultura y manejo del agua. (www.g20riyadhsummit.org)

Sin duda todo ello está muy bien y es alentador que los mandatarios de esos 20 países hayan suscrito compromisos de ese tamaño, pero no puede olvidarse que es justo el multilateralismo el que pasa por una mala coyuntura dada la indiferencia al que ha sido sometido por ciertos países a lo largo de los años; más recientemente con la diatriba trumpista a la cabeza de esas acciones de rechazo. Una cantidad considerable de voces y analistas apuntan a que esto cambiará con el resultado de las elecciones presidenciales estadunidenses y la toma de posesión del candidato al que ya se le considera presidente electo. Veremos.

De momento, el diario británico The Guardian ha informado sobre la cumbre virtual del G20, citando a una fuente diplomática anónima, que entre todos los discursos pronunciados que se refirieron a cuestiones de vida o muerte, solamente uno fue discordante y anómalo. Quien lo pronunció, al concluir su intervención, se retiró a jugar golf. No hace falta mucha imaginación para saber su identidad.

Guillermo Puente Ordorica

gpuenteo@hotmail.com