Opinión

Economía del conocimiento y biomimetismo

Economía del conocimiento y biomimetismo

Economía del conocimiento y biomimetismo

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El conocimiento es infinito. Las materias primas no. Si basamos la economía en materias primas, que son finitas, hay una contradicción insuperable con la lógica del crecimiento económico sostenido indefinidamente. Pero si basamos la economía en el conocimiento, que es infinito, podemos superar la contradicción con crecer indefinidamente. La economía del conocimiento se basa en reglas distintas que la economía fundada en materias primas.

La primera regla —nos dice el joven francés doctor en neurociencias cognitivas y en economía del conocimiento, Idriss Aberkane—, es que los intercambios son a suma positiva; ejemplo: si te doy mil pesos ya no son míos, son tuyos, pero si te doy conocimientos siguen siendo míos. Distribuir conocimientos no genera pérdidas, distribuir materias primas sí. Cuando se comparte un bien material se le divide, mientras que cuando se comparte conocimiento se le multiplica.

La segunda regla es que los intercambios no son instantáneos. Por ejemplo, para transferir cierta suma de dinero entre cuentas bancarias, por medios electrónicos e internet, basta con llenar unos campos en pantalla y oprimir un botón; o firmar un cheque o pagar cash. En cambio, transmitir y compartir conocimiento requiere tiempo y esfuerzo. No se puede explicar la física cuántica o la biodiversidad en unas cuantas palabras.

La tercera regla es que los intercambios no son lineares. En la economía de materias primas, la suma es lineal, mil pesos más mil pesos son dos mil pesos. En la economía del conocimiento la suma no es lineal. Conocimiento más conocimiento no suma dos conocimientos, sino que multiplica los conocimientos. Por eso hemos logrado la civilización que hoy día disfrutamos, y sufrimos, pues vivimos en el mejor y en el peor de los mundos en la historia de Homo sapiens.

Además, la economía del conocimiento se posiciona en el cruce de caminos con la ecología y la sociología, esa encrucijada que ofrece una perspectiva inspiradora para encontrar soluciones de continuidad al desarrollo humano en el planeta. Una de ellas es sin duda el biomimetismo, que constituye una revolución social y ambiental, antes que ser tecnológica. ¿Qué es el biomimetismo?

El biomimetismo es el enfoque que reconoce que la naturaleza es una biblioteca, por consiguiente, es una estupidez quemarla, destruirla o degradarla, ¡hay que leerla! Millones de años de evolución hacen de la biodiversidad en la Tierra una biblioteca «high tech design», que estamos destruyendo con nuestra civilización ecológicamente subsidiada con la quema de combustibles fósiles y el agotamiento de las materias primas.

Leer la naturaleza. Reconocer que, en miles de años de evolución, la biodiversidad ha encontrado todo tipo de soluciones, en la lucha por la existencia entre organismos y especies, para adaptarse al cambiante medio. Los mejores ojos, los mejores pegamentos, los mejores revestimientos hidrodinámicos, los mejores diseños para alta velocidad, etcétera, etcétera, además de una fuente inagotable de moléculas para todo tipo de uso industrial, médico, alimentario.

A reserva de revisar oportunidades tecnológicas del biomimetismo en la siguiente entrega, un solo ejemplo de adelanto: un pequeño caracol de mar, produce una mu-cono-toxina (sustancias venenosas de aplicación en neuro-tecnologías). El kilogramo de mu-cono-toxina vale 800 millones de dólares, pero la especie está desapareciendo porque se extrae para venderse a turistas como souvenir a tres dólares la pieza…

*Coordinador Editorial del Centro Interdisciplinario de Biodiversidad y Ambiente.

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