Opinión

El abuso

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La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La semana que recién concluyó trajo una serie de notables desarrollos en el complejo campo de la manera en que distintas iglesias y sociedades abordan el problema del abuso sexual. En Baltimore, los obispos de EU celebraron su asamblea de primavera y, en ese contexto, aprobaron la creación de un servicio de teléfono 1-800 para reportar los abusos perpetrados por clérigos. La medida es resultado de una serie de acusaciones que tocan directamente a figuras clave de la conferencia de obispos de EU, como su presidente Daniel Di Nardo, arzobispo. de Houston, cuyo vicario ha sido señalado por abusar de una mujer casada.

El anuncio del nuevo mecanismo de denuncia es resultado de los cambios impulsados por el papa Francisco en su reunión con los presidentes de las conferencias de obispos de febrero de este año, así como de otros escándalos que golpean a la Iglesia católica de EU, el más notable, la manera en que el obispo de Wheeling-Charleston, Michael Bransfield, distribuyó miles de dólares entre otros obispos, presumiblemente para acallar las acusaciones de abuso contra algunos de los curas a su servicio.

Entre los más sorprendentes están los regalos de más de 10 mil dólares a los cardenales Raymond Burke, quien sólo se distingue por sus ataques fuera de toda cordura o proporción contra el papa Francisco, así como al cardenal Kevin Farrell, cabeza del dicasterio de la familia en la curia romana.

La línea 1-800 será operada por un grupo independiente de la conferencia de obispos y, aunque aún hay detalles por afinar, es necesario señalar que se trata de un mecanismo novedoso, que sigue ejemplos ya probados en Irlanda y Australia y que sería de esperarse que ayudara a controlar la plaga de los abusos.

La semana no fue productiva sólo en el campo católico. En Birmingham, Alabama, se celebró la asamblea de la Convención Bautista del Sur de EU y ahí también los abusos sexuales ocuparon un lugar protagónico, luego de que el diario texano Houston Chronicle publicara en los últimos cinco meses una serie de reportajes que dan cuenta del alcance de los abusos sexuales en esa confesión cristiana.

Una de las consecuencias más inmediatas de la asamblea bautista fue definir reglas para desafiliar (excomulgar) a los pastores o congregaciones que no sepan o no deseen manejar adecuadamente los casos de abuso sexual.

Y no podemos olvidar que acá en México, las estructuras de la Iglesia de La Luz del Mundo fueron conmovidas a principios de ese mes por la decisión de Xavier Becerra, el procurador general de California, de proceder contra los líderes de esa denominación por el mismo problema de abusos, complicado—en este caso—porque esos líderes también estarían involucrados en la producción de pornografía infantil.

Hay quienes en México han tratado de desacreditar a Becerra por ser católico.  El procurador efectivamente lo es y ha sido muy transparente acerca de sus convicciones personales. Sin embargo, las críticas que se le hacen son de mala fe, pues pierden de vista que, poco más de un mes antes de proceder contra La Luz del Mundo reabrió la caja de Pandora que es el expediente de los abusos sexuales cometidos por sacerdotes de la Arquidiócesis de Los Ángeles, la más grande de California y Estados Unidos y la segunda o tercera más grande del mundo, detrás de las de México y San Pablo, Brasil.

La reapertura de ese caso implicará volver a revisar las decisiones que tomó, en su momento, el ahora arzobispo emérito de Los Ángeles, Roger Mahony, y que involucraron, directa o indirectamente, a clérigos mexicanos que llegaban a pasar tiempo allá.

manuelggranados@gmail.com