Opinión

Espejismos

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La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Nadie sabe lo que hace mientras actúa correctamente,

pero de lo que está mal uno siempre es consciente,

Goethe

¿Cuántas veces no calificamos o determinamos nuestro actuar cotidiano partiendo de lo que consideramos bueno o malo, o de nuestra ética situacional? Al parecer, esa decisión no se inspira siempre en el bienestar común sino en una especie de satisfacción, placer o conveniencia personal fugaz.

A propósito del cierre de un año tan inesperado como complejo, y del inicio de un nuevo ciclo que anhelamos mejore, podemos repensarnos y reconfigurar nuestras acciones. A ver si alguna de estas comparaciones le resulta familiar.

Parece que es más sencillo responsabilizar a alguien más, que asumir las consecuencias de lo que hacemos o lo que dejamos de hacer; más cómodo criticar que formular argumentos para construir; más fácil dar la mordida, que respetar el rojo en el semáforo o la vuelta prohibida; más conveniente dar menos, por ejemplo, en el trabajo pero, eso sí, exigir todos los derechos que según nosotros nos corresponden; sólo parece ser más contundente darle un golpe a un niño, que dedicarle tiempo de calidad a su formación o más cómodo delegar en un tercero esa alta responsabilidad; es más sencillo excluir o tratar de desaparecer al delincuente de la sociedad, que reivindicarlo y reincorporarlo a ella; más autocomplaciente dar una dádiva a personas en situación de calle, que ocuparnos auténticamente de ellas; más fácil robar que conseguir las cosas con tu esfuerzo; más fácil convencernos de tener siempre la razón, que abrir una brecha de oportunidad para entender al prójimo; más sencillo pedir perdón que permiso; más próximo condenar el maltrato animal contra perros y gatos o contra grandes especies, pero nos olvidamos del que a diario ocurre contra aves de granja, vacunos, bovinos y porcinos bajo la justificación de satisfacer necesidades alimentarias; aplaudimos la tauromaquia porque es artística y esos animales están criados específicamente para ese fin; más cómodo viajar en auto particular que en transporte público; simplifica nuestra vida consumir comida rápida o procesada que cocinar en casa; más atractivo e inmediato adquirir productos de transnacionales y quizás a sobreprecio en supermercados, que hacerlo en mercados o comercios locales; repetir que crear o innovar; más accesible y cómodo ver la película que leer el libro en el que está inspirada; es más fácil pedir favores que pagar por una consulta o un trabajo; más fácil mandar a hacer algo y tomar el crédito que hacerlo uno mismo; es más común compartir o regalar algo de nuestro tiempo por necesidad, que por el simple placer de hacerlo; más redituable regalar, rendir tributos u homenajes cuando sobreviene la muerte, que hacer el reconocimiento en vida; preferimos comprar que reciclar; nos esforzamos y gastamos en obsequios materiales y efímeros, en lugar de dar afecto y compartir; es más sencillo huir o rodear los problemas que afrontarlos; preferible permanecer en nuestra zona de confort que aventurarnos a lo desconocido; más factible seguir con la inercia de una mala decisión que identificarla y emprender el cambio; es más generalizado afirmar “así soy” que esforzarnos por ser mejores; más sencillo ver los errores ajenos que siquiera identificar los propios; es más fácil destruir al otro por medio de la descalificación y del señalamiento, que vencerlo con argumentos o con la razón; quejarnos de lo que no tenemos que apreciar lo que sí; es más común envidiar lo de otros que luchar por obtener lo envidiado; es más fácil aliarse física e/o ideológicamente a los postulados de las mayorías, que criticarlos; es muy frecuente añorar lo perdido que valorarlo mientras se tiene; es más típico procurar la salud física que la espiritual y/o mental; más cómodo esperar a que otras personas atiendan problemas, que tomar la iniciativa y hacerlo uno mismo.

¿Qué sociedad somos? ¿qué sociedad aspiramos a ser? y ¿en qué sociedad habremos de convertirnos el día de mañana? Las respuestas dependen solamente de la persona en el espejo.