Opinión

Histórico modelo agroindustrial yucateco generador de riqueza

Histórico modelo agroindustrial yucateco generador de riqueza

Histórico modelo agroindustrial yucateco generador de riqueza

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

“La verdadera riqueza del país, la única en que Yucatán puede fundar una esperanza, la que ofrece un porvenir consolador en medio de las calamidades que le rodean, es la preciosa planta del henequén” gobernador Pantaleón Barrera. En nuestro país existe una cultura agrícola muy vasta, con la que podríamos empezar a resolver el problema del hambre y la pobreza extrema, si diéramos un espacio analítico de lo que tenemos, y favorecer y apoyar los sistemas agrícolas que dieron origen a nuestra identidad nacional como uno de los países en los que se inventó la agricultura.

Presento un ejemplo de gran valor histórico para la ciencia y tecnología de nuestro país, y que es una muestra visible de lo que se podría hacer para atender una demanda específica del Estado y un compromiso social para los científicos. Me refiero al que he señalado de impulsar la producción agrícola sobre lajas y piedras que parecería una locura de aceptar. En el norte de la península de Yucatán resalta un ejemplo de esos sistemas de producción agrícola, el henequén, como un caso de profundo conocimiento de las numerosas variables que se deben integrar. Nos da una clara idea del valor que le da el campesino maya al recurso suelo y que no está completamente descrito por los intelectuales oficiales. Esta región carece de suelo, sólo hay lajas y piedras, que los lugareños llaman chaltun. A esto hay que agregar las altas temperaturas que rebasan casi todo el año los 30°

En 1852, el estado de Yucatán planteó una demanda tecnológica, que, al ser exitosa, fue clave para transformar su economía, su paisaje y el desarrollo social. El ejemplo se refiere a la planta de henequén, que es un agave yucateco productor de fibra desde tiempos inmemoriales, que se usaba para hacer costales y cuerdas, y que en un documento de Alférez José María de Lanz de 1783, anticipó el valor potencial de establecer una agroindustria con esta fibra. Con estos antecedentes, según lectura del documento histórico publicado por el Poder Legislativo del estado de Yucatán el 30 de abril de 1852, el gobernador Miguel Barbachano decretó: “Que se conceda un premio de dos mil pesos al que inventare la mejor máquina de raspar henequén”, esto es, que reuniera ciertas condiciones, tales como: que cada hombre pudiese hacer con la máquina, al menos, 20 libras de fibra al día; que la máquina fuera fácil de operar, que su construcción fuese sencilla y con elementos de bajo costo. Se reseña que el mismo presidente de la República, Antonio López de Santa Anna, supo del caso. Cuatro años después, el 19 de septiembre de 1856 y siendo gobernador Santiago Méndez, se nombró una junta para examinar las máquinas de raspar henequén que habían presentado Manuel Cecilio Villamor y Eleuterio Antonio Solís, para determinar a quién se adjudicaría el premio explicándose en esta orden, la importancia que tenía el henequén para Yucatán, y el 23 de octubre se hizo público el decreto en el que se acordó que el premio se le otorgara a Eleuterio Antonio Solís por su invención.

Independientemente de haber logrado su propósito de poseer una raspadora, el 17 de febrero de 1857, el gobernador Pantaleón Barrera expidió una orden por la cual encargó a los jefes políticos invitaran a los vecinos a sembrar henequén en los solares yermos e improductivos declarando que, “la verdadera riqueza del país, la única en que Yucatán puede fundar una esperanza, la que ofrece un porvenir consolador en medio de las calamidades que le rodean, es la preciosa planta del henequén”. Con la aceptación de la raspadora vino entonces una profunda modificación del paisaje en el norte del Estado, debido a los desmontes para establecer las plantaciones de henequén, los cuales tardan en desarrollarse no menos de cuatro o cinco años para empezar su explotación; la creación de nuevos expertos que manejaran las desfibradoras; el transporte de las hojas del henequén a los centros de acopio; el sistema de acopio de agua para las desfibradoras, y toda una serie de elementos que se añadieron para hacer un Estado que define su futuro a partir de un desarrollo tecnológico adjunto a un recurso natural. Las acciones por desarrollar fueron múltiples. La selección de los vástagos de henequén para sembrar debió haber sido una limitante importante. No había semilla botánica ni tampoco compañías que la vendieran. La parte del comercio fue visionario, se pensó en su exportación y se benefició el puerto de Sisal para tal efecto. Pronto, el plan a largo plazo empezó a consolidarse. El impulso del desarrollo económico del Estado, basado en el desarrollo de una tecnología había, cumplido su meta. Parece sencillo el ejemplo pero tiene gran valor histórico para la ciencia y tecnología de nuestro país, y es una muestra visible de lo que podría ser una demanda específica del Estado y un compromiso social.

El desarrollo de la máquina, más la voluntad política de impulsar la agroindustria, tuvieron un impacto detonante en la economía estatal que todos conocemos, y llevó al estado de Yucatán a que prácticamente todas las actividades se desarrollaran en torno al henequén, y llegar a ser, según se comenta, el estado más rico de México

Durante la época de fiebre del henequén -que tanta riqueza dio al Estado- se desmontaron las áreas y la vegetación primaria prácticamente desapareció. El campesino maya se responsabilizó de multiplicar y lograr que prosperaran las grandes plantaciones de henequén —el agave de la fibra por excelencia— sobre lajas y piedras, se establecieron las grandes plantaciones y haciendas que son emblemas que se describen como valores que embellecen esta región.

En actualidad el árbol del ramon y el chile habanero se están impulsando bajo estas condiciones agrícolas extremas. El producir un producto como es el chile con sabores, aromas y pungencias únicas que lo vuelven distintivo a nivel mundial se logró gracias a la integración y consolidado un grupo de científicos de gran capacidad a nivel mundial que conoce de este cultivo y ha logrado establecer, en poco tiempo, variedades reconocidas por el Sistema Nacional de Inspección y Certificación de Semillas (SNICS) de la SADER. En China en el estado de Campeche los directores de siete instituciones del sur sureste del país crearon el “Centro para la conservación y aprovechamiento del Ramon”. El ramon es un árbol dominante en la Selva Tropical de nuestro país, que está referido en los libros sagrados de los mayas, como una de las plantas importantes.