Cultura

La historia del mural de María Izquierdo que fue bloqueado por el machismo de Rivera y Siqueiros

"El progreso de la Ciudad de México" debería estar en el Antiguo Palacio del Ayuntamiento en un espacio de al menos 150 metros cuadrados

La historia del mural de María Izquierdo que fue bloqueado por el machismo de Rivera y Siqueiros

La historia del mural de María Izquierdo que fue bloqueado por el machismo de Rivera y Siqueiros

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

A 65 años de su muerte, la obra de María Izquierdo no ha logrado sobreponerse a la dimensión machista de la plástica mexicana, la misma razón por la cual en 1945 Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros no permitieron que la artista jalisciense realizara un mural en el Antiguo Palacio del Ayuntamiento, cuyo espacio, de por lo menos 150 metros cuadrados, aún permanece vacío.

“En ese muro —en el que tendría que estar el mural sobre El progreso de la Ciudad de México que bosquejó María Izquierdo— está presente toda la carga de ninguneo y reduccionismo machista. Permanece vacío como la presencia de la ausencia de una obra que le correspondía realizar a la pintora jalisciense por su trayectoria”, señaló en entrevista Luis Rius Caso, investigador del Centro de Nacional de Investigación de Artes Plásticas del INBA.

María Cenobia Izquierdo Gutiérrez (1902-1955) fue una de las vanguardistas mexicanas más sobresalientes y sus aportaciones se vinculan a la Escuela Mexicana de Pintura, pero desde una postura muy independiente en la cual dominó una herencia de la pintura metafísica italiana, explicó. “Tiene gran influencia de Giorgio de Chirico, pero muy bien asimilada y resignificada en el contexto mexicano”.

“En ocasiones predominan, por ejemplo, paisajes típicos de jalisco, la aridez tan característica del estado que también plasmaron otros artistas como Manuel Gonzáles Serrano. Izquierdo trabaja esos paisajes, pero a partir de perspectivas, puntos de fuga, elementos metafísicos y surreales que demuestran esta gran influencia europea”.

Otro de los elementos que aportó, fue en contrapunto a la Escuela Mexicana de Pintura pues trabajaba en espacios íntimos, pequeños y cuando mucho en medianos formatos, lo cual “tuvo que ver con una propuesta crítica de los pintores aliados al grupo de contemporáneos, donde estaban también Agustín Lazo, Rodríguez Lozano, Miguel Covarrubias, entre otros. De hecho, entre los escritores de los contemporáneos, María Izquierdo es la artista que mayor y mejor fortuna crítica tuvo, le escribieron los hermanos Gorostiza, Jorge Cuesta y Villaurrutia, entre otros”.

“Fue, por tanto, una artista plástica muy vinculada con la literatura de su tiempo y con una propuesta vanguardista que combinaba muy bien herencia local con herencia cosmopolita. No me explico cómo no tiene más reconocimiento a nivel nacional e internacional, aunque está muy ubicada en México”.

A María Izquierdo le falta un “plus” que la catapulte a un mercado internacional, en el cual “tendría un buen posicionamiento por su técnica y concepto”. A diferencia de Frida Kahlo, “María Izquierdo sigue relegada de ese importante lugar en la plástica mexicana. No obstante, y sin lugar a dudas, tendría que poseer un gran valor internacional”.

MURAL. María Izquierdo firmó un contrato con Javier Rojo Gómez en 1945 para realizar un mural en la escalera del edificio del Departamento del Distrito Federal con el tema El progreso de la Ciudad de México, el cual fue cancelado. “Rivera y Siqueiros encabezaron esa censura en el momento más crítico ya que en 1945 se estaba redefiniendo el arte en el mundo y los muralistas lo sabían”.

“Estados Unidos gana la Segunda Guerra Mundial y Nueva York está en disputa con la Ciudad de México para ver quién continua con la gran tradición artística que hasta ese momento había encabezado París”, por lo que era un momento significativo para la Escuela Mexicana de Pintura. “Es cuando Siqueiros escribe No hay más ruta que la nuestra y Diego Rivera también realiza escritos con una postura muy política con una visión ética de la realidad artística en la cual excluyeron a las mujeres”.

“María Izquierdo hizo todo lo posible por ganar esa disputa, se desgastó mucho y pintó unos cuadros de gran formato que podrían pensarse como murales transportables —La música y La tragedia— donde demuestra que puede dominar la técnica del fresco y estos grandes formatos”.

Para la artista, la cancelación del contrato significó “quedarse fuera de esa primerísima dimensión que le correspondía, es decir, no solamente perdió un trabajo más, el placer de pintar el mural y la remuneración que hubiera habido, sino que la relegó. “Ella veía esta obra mural como la oportunidad de trascender al gran nivel de la Escuela Mexicana de Pintura, de estar en esa plataforma en la que estaba Rivera, Orozco y Tamayo”.

Después de esto, Izquierdo siguió desarrollando su obra, de la cual, “la principal crítica de la Escuela Mexicana de Pintura, Margarita Nelken escribió maravillas refiriéndose a que, sin pretensiones, era la más mexicana y de las más importantes pintoras del país”.