Opinión

Las estancias infantiles y la educación preescolar

Las estancias infantiles y la educación preescolar

Las estancias infantiles y la educación preescolar

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Una triste noticia es la cancelación de la partida que soportaba las estancias infantiles. No sabemos con qué nivel de eficiencia funcionaban, ni se dio a conocer a fondo el grado de corrupción que en ellas existía; pero lo que sí preocupa es el hecho de suprimir instituciones básicas para el desarrollo de la niñez.

En este proyecto de abatir la corrupción se ha puesto a la vista la deshonestidad que había imperado en el manejo de algunas instituciones, pero no por ello se les ha eliminado; lo que procede y ha procedido, es que se ha revisado su operación para continuar con ellas por la ruta que siempre debieron seguir: eliminando las irregularidades y estableciendo reglas y controles para su buen funcionamiento.

¿Por qué con las estancias infantiles se siguió un criterio distinto? ¿Se consideró que todo estaba tan mal que no se podría dar ningún tipo de corrección? No parece ser esta la razón. Lo que sucedió es que no se valoró cabalmente lo que significa para la educación de la niñez suprimir el período educativo previo al ingreso escolar. Consideraron que las estancias eran, o tal vez eso eran algunas, (no se dijo nada al respecto), sólo lugares para entretener a los pequeños mientras sus padres trabajan. Por eso se acordó que ahora los cuiden las abuelas o quien se preste a hacerlo por algunos pesos que van a recibir los padres para ese propósito.

Con esta decisión no se tomó en cuenta la importancia de la educación en los primeros cinco años de vida y, por lo tanto, no se pensó en corregir lo que no estaba funcionando; les pareció más fácil desaparecer este servicio y dejar a los padres la responsabilidad que están muy lejos de poder asumir.

Los pedagogos afirman que los cinco primeros años de la vida de una persona son básicos para recibir lo relativo al afecto, al establecimiento de reglas sociales, a la fijación de las conductas y actitudes para el inicio del aprendizaje formal. Cuando no se aprovecha esa edad se genera un déficit que es muy difícil recuperar.

En los primeros años de vida, con la estimulación adecuada, se produce una maduración acelerada en las funciones motrices, en los cinco sentidos, en la memoria, en la atención y en el control de las emociones; las imágenes, las palabras y los símbolos forman la actividad mental y propician su consecuente maduración.

En esos primeros años se requiere una rica estimulación de parte de los maestros y el desarrollo alcanzado por los niños en este período es indispensable para su adultez.

James Heckman, premio Nobel de Economía, demostró que las competencias transversales, durante los primeros cinco años de vida, son fundamentales para todo el aprendizaje posterior. George Wayese realizó pruebas en cien mil estudiantes de Norteamérica y concluyó que los niños que tienen carencias culturales antes de los cinco años de vida, al llegar a la Educación Primaria, no pueden alcanzar a quienes sí tuvieron acceso a estímulos educativos.

Nuestro país tiene grandes retos, uno de ellos es la desigualdad cultural; así como tenemos ciudades donde los niños están a la altura de los mejores, en muchos de nuestros pueblos y zonas marginadas los niños tienen que hacer grandes esfuerzos para igualarse y pocos logran sobresalir.

Sería deseable que esta decisión, que parece tomada a la ligera, fuera reconsiderada para buscar la forma de lograr que la preparación de la niñez cubra las necesidades requeridas para que nuestros niños no tengan que luchar contra corriente en las siguientes etapas de su vida académica.

Doctora en Ciencias Políticas

melenavicencio@hotmail.com