Opinión

Por darle al violín le dieron al violón (1a. parte)

Por darle al violín le dieron al violón (1a. parte)

Por darle al violín le dieron al violón (1a. parte)

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El pasado día 12 de octubre, entre otros festejos grandes alrededor

del Planeta, de hace un tiempo a la fecha ha venido celebrándose al

parejo el Día Mundial del Huevo, que en lo personal entiendo como

vil promoción a un producto dicotómico que precisamente a veces

por su dudosa procedencia y valor nutricional y otras por

restricciones en la dieta, disminuye su compra-venta, pero, así como

los comerciantes de tal producto aprovechan la ocasión para

manifestar sus bondades, este año, desde IGUALDAD ANIMAL se

aprovechó también LA FECHA para recordarnos el martirio… porque

les juro que esto va más allá del sufrimiento… que viven las

gallinas ponedoras de producción intensiva, pasando toda su vida

encerradas en estrechas, miserables y sucias jaulas donde ni

siquiera pueden estirar las alas o darse la vuelta, resistiendo a

un ambiente nulamente sanitario y como así, sobre suministradas

de antibióticos, abuso que está dando por resultado el surgimiento

de superbacterias, de manera que a las personas a las que les sea

indiferente el padecer eterno de estas criaturas, que además de

simpáticas son estupendas madres, ruego que lo vean por el lado

de la afectación a la salud humana y si consumen huevo, por lo

menos exijan que sea proveniente de gallinas de pastoreo libre.

Con eso me doy por servida. ¡Gracias!

En otro asunto… quienes hacen el favor de seguirme en este espacio, recordarán que el miércoles pasado hice referencia a que nuestro Ejército y las Fuerzas Armadas disponen de un criadero de perros en el que “producen” un promedio de ¡300 cachorros por año!, criaturas que a pesar del extremo cuidado genético que pudiera programarse para su mejor nacencia, va mi resto a que no todas nacen o desarrollan facultadas y/o requerimientos para servir en labores militares o de rastreo o de detección a las que serían destinadas, no sin antes ser sometidas a una disciplina in-que-bran-ta-ble y posterior evaluación.

Dada pues tan tremenda cantidad de nacimientos, y a que por cuestiones de seguridad la Milicia no es sujeto obligado a proporcionar información a cualquier civil, me quedé pensando en el futuro de

aquellos perritos que no dan el ancho, concluyendo que su destino sólo pudiera ser su comercialización o la eutanasia, pero en ese mientras, esperando por el fúrico levantamiento en contra por parte del sector

protector que hasta el momento no ha dicho ni mu, en contraste a lo que suele pasar cuando le ponen ojo a un “criador”. Entonces sí no hay razón que les valga y por ello afino que su actuación evidentemente es

selectiva, consolidando con ello mi teoría sobre el complotado y pésimamente manejado CASO GOLDENS, que si de verdad hay decisión y voluntad política de revisarlo, como lo propuso a la Fiscalía la

mismísima Dra. Claudia Sheinbaum, Jefa de Gobierno de CDMX, me darían la razón a lo que desde el día uno del asunto he venido afirmando al respecto. Para esto, primeramente quiero añadir que… NO estoy defendiendo y menos apelando por ningún “maltratador”… ¡malaya fuera de mi parte!... pero que ello incluye, entiéndase bien, a ninguno, que conste y por lo que agradeceré que los lectores, lectoras,

se queden con esto último para cuando, si Dios lo permite, pueda dar continuación al texto, ya que por hoy sólo me resta espacio para corroborar que personalmente no conozco al “legítimo propietario” de

los perros involucrados. Que mi contacto con Javier Gómez Segura —criador para la conservación y el mejoramiento de la raza Golden, de conformidad al reconocimiento que tiene por parte de la Federación

Canófila Mexicana— se limita a este hecho y por vía del WhatsApp, partiendo de que escribir sobre el tema en un medio masivo de comunicación, me obliga a escuchar a quienes como involucrados me lo

permitan. Que me reafirmo asimismo como opositora de conciencia respecto a la “producción” y comercialización de vidas, práctica que aunque legítima concibo y he descrito (con la distancia debida) como un símil de la trata humana y que para el particular caso de perros y gatos, además, los pone en la mira como “problema de salud pública”. Que por vocación conozco de primera mano la crueldad hacia los animales no humanos, aunque ello no me ciega a distinguir un maltrato no doloso.

Una vez expuesta mi postura, esperaré a escribir sobre mi teoría y motivo de ira contra la injusta y estúpida muerte causada a los cinco cachorritos, que tiene responsables. Sobre los adultos ausentes

igualmente habrá tiempo de ocuparme.

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