Opinión

Trump, convertido en lo que más temía: un perdedor

Trump, convertido en lo que más temía: un perdedor

Trump, convertido en lo que más temía: un perdedor

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El presidente Donald Trump siempre ha dado la idea de ser indestructible. Nació en la riqueza, creó un imperio de hoteles y casinos, se convirtió en estrella de un reality show de televisión y después ganó la presidencia de los Estados Unidos sin tener experiencia política alguna. Su vida ha sido de éxito en contra de todo. Perder la reelección no estaba en sus planes. No lo puede concebir, porque no sólo es una humillación, sino que representa la posibilidad de terminar en prisión.

Actualmente, pesan sobre su cabeza más de una docena de demandas. Los investigadores examinan cuidadosamente si a propósito infló sus bienes, si evadió impuestos, si les pagó a varias mujeres por su silencio violando las reglas de campaña. Todo esto mientras otras 26 mujeres lo acusan de abuso y hostigamiento sexual y los acreedores le exigen el pago de deudas millonarias. Debe 300 millones en préstamos personales y otros 900 millones en deudas de sus propiedades en Bienes y Raíces.

El poderoso fiscal general del distrito de Nueva York, Cyrus Vance Jr, le sigue los pasos e investiga si cometió delitos en sus prácticas financieras, incluyendo fraude bancario y de seguros. Trata también de comprobar que el mandatario estuvo involucrado en el pago de 130 mil dólares a la actriz pornográfica Stormy Daniels a cambio de no hacer pública su relación cuando se lanzó por la Presidencia, pago por el que su exabogado personal Michael Cohen ya estuvo en la cárcel.

De todo esto, lo peor para Trump es que al perder la presidencia, pierde totalmente la inmunidad que el cargo le daba. No hay precedente aquí de que un mandatario en funciones sea llevado a la justicia, pero en su caso hay muchas posibilidades de que, al terminar su gestión, se le someta a proceso. Ningún otro presidente en la historia de este país ha sido acusado de delitos penales, con la excepción de Ulysses S.Grant, que gobernó de 1869 a 1877 y en una ocasión fue arrestado, acusado de alta velocidad cuando se paseaba en una carroza jalada por un caballo.

Con la excepción de Richard Nixon, nunca antes un jefe de la Oficina Oval terminó su mandato con las sombras y acusaciones que Trump. Nixon, que renunciara a la presidencia por el escándalo de Watergate, fue inmediatamente perdonado por su sucesor, Gerald Ford. Mucho se dice que Trump podría estar pensando en renunciar también para que el vicepresidente Mike Pence asuma el cargo y le conceda el perdón. Eso terminaría con sus problemas.

Pero antes y, sobre todo, debe hacer frente a la realidad de que Biden, su rival democrático fue ya declarado triunfador, luego de que aseguró los 270 votos electorales necesarios. De hecho, lleva 306. De modo que, les guste o no al presidente y a los republicanos, lo nieguen o lo acepten, la caótica y controversial administración Trump ha llegado a su fin.

Sólo falta la formalidad de que el Colegio Electoral, empezando el año, declare a Biden presidente electo. Así, a mediodía del 20 de enero de 2021, Trump dejará de ser presidente. Si decide no participar en el paso de mando, declina asistir a la Toma de Posesión y se atrinchera en la Casa Blanca, igual a partir de ese momento ya no será reconocido como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, ni tendrá poder alguno que reconozcan los miembros del Congreso y el resto de las ramas del gobierno. Si insiste en no desalojar la residencia oficial, se le sacará por la fuerza.

Con sus acusaciones de fraude sin tener ninguna prueba, Trump le ha hecho mucho daño a las instituciones y a la democracia estadunidense. Todos, demócratas y republicanos, confían en que pronto recapacitará; sin embargo, de una cosa no hay duda: el movimiento que el presidente creó esta vivo y está fuerte y está aquí para quedarse.

Setenta y dos millones, descritos como blancos, viejos y rurales, votaron por él y todo parece indicar que lo harían de nuevo de resultar cierto que ya tiene planes para intentar recobrar el puesto en 2024. Pero, mientras tanto, Trump estará muy ocupado en conseguir el dinero que necesita, conservar la atención que le fascina y evadir a las autoridades como hasta hoy.

Trump está ante una realidad inevitable: Joe Biden ganó las elecciones y nada que él haga o diga frenará el proceso de la transición presidencial. Al parecer, solo está haciendo tiempo. No sabe perder.

http://cbcronica@aol.com
Twitter@Conce54