Opinión

Los fenómenos AMLO-Sheinbaum y Clara-Omar

Arrancaron las precampañas presidenciales y, contra todos los pronósticos fatalistas de la derecha, Morena salió fortalecido tras elegir a sus principales candidatas y candidatos rumbo a la elección de 2024.

La última encuesta publicada este lunes sobre las preferencias electorales presidenciales colocan a Claudia Sheinbaum con 74% de valoración positiva y sólo 12% de negativa, contra 32% de percepción positiva de la candidata del PRIAN, Xóchitl Gálvez, y 50% de negativa.

En Morena hubo jaloneos, tensiones y berrinches, pero al final se impusieron el proyecto, los ideales y la unidad.

Los morenistas asumieron el proceso con madurez y privilegiaron una visión progresista por encima de cualquier diferencia.

En contraste, los métodos de selección antidemocráticos de la oposición provocaron rupturas, fugas de militantes y pleitos intestinos en el autollamado Frente Amplio por México, el cual, paradójicamente, cada vez se hace más estrecho.

Una vez conocida la identidad del principal relevo, mayoritariamente aceptada por la población, la nueva responsable de coordinar los esfuerzos de Morena ha asumido el mando paulatinamente, al mismo tiempo que empieza el retiro anunciado del fundador de Morena.

La clave de la estabilidad interna de Morena estriba en que sus liderazgos fueron abierta y verdaderamente sometidos a la voluntad popular y no impuestos, como los candidatos del PRIAN.

Quedó demostrado, además, que se equivocaron quienes deslizaron las versiones de que la nueva coordinadora nacional de Morena sería una simple figura decorativa que finja gobernar, porque ni al presidente le interesa seguir tras el trono ni Sheinbaum asumiría un papel de marioneta. No lo ha sido nunca y no lo será.

Prueba de ello es que Sheinbaum directamente puso fin al connato de disidencia, clarificó que en Morena no hay cabida para las tribus e incorporó al exministro Arturo Zaldivar a su equipo de trabajo.

Entre AMLO y Sheinbaum, quedó claro, no hay ni pugna ni competencia alguna. Ni el presidente pretende debilitar a su sucesora ni ella vislumbra un enfrentamiento con el líder del movimiento.

Cada uno está en lo suyo y se complementan, él empeñado en dejar un mejor país para garantizar el relevo, y ella trabajando a conciencia para desplegar una campaña efectiva que le permita ser una digna sucesora y consolidar la segunda etapa de la 4T en el país, el gran reto del relevo.

Clara-Omar

Mientras tanto en la Ciudad de México, el exsecretario de Seguridad Pública, Omar García Harfuch, ahora natural candidato al senado, se ganó el respeto de la militancia morenista al ponderar la paridad de género y cederle a la exalcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada, la candidatura de Morena al gobierno capitalino.

Brugada es una mujer que le cambió el rostro a la alcaldía más poblada de la ciudad, con una larguísima trayectoria en las luchas de la izquierda y sin negativos que dañen su imagen rumbo al gobierno capitalino.

A diferencia de sus opositores, hoy Brugada y Harfuch dejaron atrás la contienda interna y operan juntos políticamente para que Morena continúe la segunda etapa de la Cuarta Transformación en la Ciudad de México.

Con el triunfo de Delfina Gómez en el Estado de México, Morena consolidó la preferencia ciudadana de cara a las elecciones presidenciales de 2024, gobernando a más de 90 millones de personas en 23 de las 32 entidades de la república.

El avance electoral de Morena en los últimos cinco años ha sido directamente proporcional a las derrotas propinadas a sus opositores: PAN, PRI y PRD, partidos que cada vez gobiernan menos ciudadanos y, de facto, están en vías de extinción, sobre todo si le siguen dando la espalda al ciudadano.

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