Opinión

Otra traición del PRIAN


“El que mal empieza mal acaba”, Tirso de Molina.

La factura que le van a cobrar a la oposición por violar sus propias reglas y adelantar la selección de su candidata presidencial, será muy alta en 2024 para el PRIAN y sus orquestadores.

Otra vez dejaron colgados a cientos de miles de ciudadanos que les creyeron y, con ello, confirmaron su irreversible esencia autoritaria, tramposa y antidemocrática.

Al cortar el proceso unilateralmente y sacarse de la manga una encuesta que nadie supo cómo se hizo, otra vez le dieron atole con el dedo al ciudadano y los agravios políticos se cobran caro en las urnas.

Nunca imaginaron que otra aspirante alcanzaría a su inflada precandidata, la panista sin credencial, #MochitlGalvez, a quien le allanaron el camino con entrevistas en todos los espacios informativos de los corporativos mediáticos, para hacer creer a la gentes que es un “fenómeno”.

Xóchitl Gálvez en el mitin en el Ángel de la Independencia

Xóchitl Gálvez en el mitin en el Ángel de la Independencia

Especial

Pero la priista Beatriz Paredes, con mucho más trayectoria, tablas, oficio político; con un pensamiento ideológico claro y una capacidad discursiva impecable, cada día emparejaba más a su corrupta, bravucona, ordinaria e inflada contendiente.

Por eso el PRIAN adelantó su calendario y, en lugar de dar a conocer la encuesta el domingo, después del proceso de votación –como lo fijaba su cronograma- filtró el sondeo fantasma y le dieron con la puerta en la nariz a los electores.

Sabían que Beatriz podía ganar la votación y la encuesta final, pero ella era inviable para la estrategia trazada de antemano por la ultraderecha.

Paredes acababa de pedirles respetar a los ciudadanos, en Yucatán, les dijo: “No hay que confundirse, la democratización es lo que prendió la fuerza y el entusiasmo. La posibilidad que percibe la gente de que puede incidir en las decisiones y que las cúpulas están cambiando”.

Y aseguró que no declinaría en favor de #Mochitl porque sería “repetir el modelo patriarcal de los arreglos”.

Pero, tres días después, fue atropellada y violentada precisamente por el impresentable dirigente de su partido.

El tal “Alito”, con rudeza innecesaria, le propinó una tacleada espectacular a su propia candidata –algo inédito antes de una votación- y la borró de la contienda.

Así tiró el PRIAN su propio tinglado de la supuesta participación de la sociedad civil y, como siempre, la cúpula se descaró, tomó las decisiones en función de sus intereses para volverle a darle la espalda al ciudadano.

Tal y como lo anticipó el presidente Andrés Manuel López Obrador, su candidata ya estaba designada, palomeada por el dedazo de la oligarquía, y lo del Frente sólo fue otra farsa para tratar de engatusar a jóvenes que apenas los están conociendo.

Los dos millones de ciudadanos que se inscribieron en la plataforma del Frente simulador fueron utilizados, igual que los 31 aspirantes a una candidatura que ya estaba definida.

Cínicamente traicionaron su confianza y los dejaron plantados, hablando solos.

Su naturaleza autoritaria no les dio ni siquiera para ofrecer una explicación o, por lo menos, una disculpa pública.

Ése es el sello que ha marcado a los partidos de derecha en México desde hace 80 años y no se puede esperar más que la traición al pueblo.

Son capaces de todo, hasta de apuñalearse entre ellos, como lo hizo el feminicida “Alito” con Paredes, con tal de seguir robando.

Sobre la voluntad popular, como siempre sucede en el PRIAN, se impuso el dinosaurio que todos los prianistas llevan dentro.