Cultura

"1519: Contacto, literatura y memoria lingüística en México" (fragmento)

Como parte de un nuevo curso a cargo de Concepción Company, El Colegio Nacional nos comaparte un fragmento de su libro más reciente

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Concepción Company Company es miembro de El Colegio Nacional.

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ECN

La lingüista Concepción Company Company impartirá el curso "Lengua, gramática y percepción". Con motivo de su próxima lección, titulada "Relaciones y conceptos básicos de lengua y gramática", que se llevará a cabo el miércoles 26 de junio a las 18 horas en El Colegio Nacional (Donceles 104, Centro Histórico, CDMX), compartimos con los lectores de Crónica un fragmento de su libro más reciente como acercamiento a su obra.

La apropiación de una nueva realidad

Introducción. Lengua, pensamiento y realidad.

Dos principios de naturaleza filosófica cognitiva subyacen al funcionamiento social y cultural de la gran mayoría de las comunidades lingüísticas en el mundo, los cuales se hunden, por lo general, en una memoria histórica milenaria y suelen estar estrechamente vinculados al pensamiento mágico de esas sociedades. Uno es que para que algo adquiera existencia debe ser nombrado, esto es, debe asignársele una palabra; es decir, la realidad existe porque tenemos la capacidad de nombrarla y hablar de ella. El otro principio filosófico es que lengua, pensamiento y visión de mundo están indisolublemente asociados, o, en otras palabras, la lengua es el soporte de nuestra visión de mundo y de nuestra identidad, y somos como somos porque hablamos una determinada lengua o unas determinadas lenguas.

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Concepción Company Company*
Concepción Company Company.

Ejemplos varios del primer principio aparecen en la tradición judeocristiana, en la Biblia, como se aprecia en los ejemplos de. Expresiones del tipo “dijo tal y al instante hubo tal” se repiten en esta obra; dos ejemplos muy conocidos son el inicio del Génesis (1a) y el inicio del evangelio de San Juan (1b) —recordemos que verbo en latín significa ‘palabra’—. El mismo principio surge en la tradición maya quiché de Mesoamérica, cuando en el capítulo primero del Popol Vuh se dice: “Así fue en verdad como se hizo la creación de la tierra. ¡Tierra! —dijeron—, y al instante fue hecha”, y está presente en numerosas otras cosmovisiones.

(1) a. Dijo Dios: “haya luz”. Y hubo luz [Génesis 1:1]

b. En el principio fue el verbo [ Juan 1:1]

El segundo principio está ejemplificado en (2), procedente de la General estoria. Primera parte, de Alfonso X el Sabio, escrita hacia 1280. Cuando se menciona el mito de Babel; se nos dice que hablar lenguas distintas lleva a modos de sentir distintos y a costumbres distintas, lo cual podría desembocar en disensos fuertes que pueden terminar en enfrentamientos entre seres humanos: “porque desacordaron en las lenguas, terminaron con sentimientos y costumbres distintos”. En suma, hablar una lengua nos otorga pensamiento, cotidianidad e identidad.

(2) Los otros linages quando esto sintieron del, como desacordauan enlas lenguas assi començaron a desacordar enlas uoluntades, et otrossi y luego en las costumbres [vol. 1, pág. 44, líns. 21a-25a]

Ambos principios nos dicen que gracias a la palabra existe el mundo. La palabra, la capacidad de nombrar, nos hace humanos, nos hace seres históricos y nos hace entender y enfrentarnos al mundo de cierta manera y no de otra. Lengua, pensamiento y cultura son tres aspectos inseparables del ser humano. La capacidad de hablar una lengua es lo único que nos hace ser seres históricos, porque ella es el soporte fundamental para transmitir experiencias de generación en generación. Todos los seres humanos hemos recibido la lengua que hablamos como una herencia del pasado, que, además de permitirnos la comunicación con nuestros semejantes, nos hace depositarios también de la cultura y de la visión de mundo de los seres que la utilizaron antes de nosotros. Lo que nos hace únicos en el planeta es, en efecto, la posibilidad de transmitir experiencias verbalmente, de manera oral en primer plano y, en segundo plano, mediante la escritura. La historicidad está cargada de rutinas ritualmente repetidas a lo largo de siglos y generaciones. Este conjunto de rutinas o hábitos aprendidos y, sobre todo, heredados por los hablantes, transmitido de padres a hijos fundamentalmente a través de la oralidad es, en esencia, la lengua. Hablar una determinada lengua nos hace, en suma, ser seres con una determinada historia y con una determinada identidad, que para el caso de México es la identidad mexicana, multidialectal, multisocial y multicultural, como cualquier realidad lingüística.

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Cartel.

Lo anterior no invalida el hecho fundamental de que todas las lenguas funcionan, como es sabido, con signos arbitrarios, convencionalmente sedimentados por siglos. No existe una motivación intrínseca o inherente entre la cadena fónica que soporta una palabra, por ejemplo arete en México, y su significado, ‘objeto de adorno que, generalmente, cuelga de la oreja de una persona’; por lo tanto, hay una arbitrariedad intralingüística entre significante y significado. Dicha arbitrariedad se extiende al plano extralingüístico, es decir, entre el signo y el referente o el objeto, la cosa o concepto existente el mundo, de manera que el mismo objeto puede cambiar de forma y de material y seguir siendo llamado arete. Además, existe, sin duda, una arbitrariedad interlingüística, ya que el mismo referente puede ser llamado de muy diferentes modos en otras zonas dialectales sin cambiar su significado: aro en Argentina, pendiente en España o caravana en Uruguay. La arbitrariedad está en la base de la historicidad y de la creatividad que caracterizan la lengua de cualquier ser humano, y no existe contradicción alguna entre el hecho de que lengua y cultura estén indisolublemente unidas y que, simultáneamente, las lenguas sean sistemas de signos arbitrarios.

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El Colegio nacional
Pablo Rudomin es investigador del Cinvestav y miembro de El Colegio Nacional.

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La naturalidad y la extrañeza del contacto

Dos hechos culturales, contradictorios pero en estrecha interdependencia, están en la base de la necesidad de nombrar para apropiarse de una nueva realidad: por un lado, la naturalidad del contacto, por otro, la dificultad y profunda extrañeza que éste entraña.

En primer lugar, es una obviedad que el estado natural de los seres humanos es el contacto, y cosa sabida es que el contacto puede, y suele, devenir en recíproco enriquecimiento lingüístico y conceptual de las personas involucradas. Cosa sabida también es que toda lengua, sea cual sea su número de hablantes y sean cuales sean sus coordenadas geográficas, experienciales o conceptuales, es autosuficiente para expresar el mundo que le es pertinente. La autosuficiencia cognitiva parece entrar en conflicto con la naturalidad del contacto, pero no es así, porque éste casi siempre termina por formar parte integral de las coordenadas vivenciales del otro. El contacto, debo insistir, es inherente a la vida de todo ser humano.

Las convergencias y los trasvases culturales y comunicativos resultantes del contacto introducen nuevas realidades y conceptos en los grupos humanos, de manera que en las respectivas lenguas y sociedades usuarias se produce un enriquecimiento, sea porque se incorporan voces para nombrar la nueva realidad o renombrar realidades parecidas, en forma de préstamos y de calcos léxicos, sea porque se suscitan, aunque con menor frecuencia, modificaciones morfosintácticas en las lenguas en contacto, sea porque, con mucha frecuencia, se generan nuevos hábitos de pronunciación, sea porque, por lo general, se abre la puerta a nuevos modos de entender el mundo, ya que el contacto obliga a un mejor entendimiento de la otredad y resulta en una mayor tolerancia hacia el otro.

Cartelera de ECN para este lunes.

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No obstante la naturalidad del contacto, los préstamos y calcos suelen ser motivo de prejuicio y reticencia. Sorprende que su empleo sea estigmatizado e, incluso, que sean rechazados, tanto lingüística como socialmente, debido a que con frecuencia se consideran impurezas de las lenguas, en la falsa idea —decimonónica, pero todavía vigente en muchos hablantes— de que existen lenguas puras, de que las lenguas se originan como constructos lingüísticos y culturales exentos de mezclas y así deben mantenerse a lo largo de su historia, o de que las lenguas son herederas de lenguas históricas patrimoniales que fueron, a su vez, puras y estuvieron ajenas a migraciones, intercambios y contactos entre comunidades de hablantes.

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