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También conocido como onza o leoncillo, es un carnívoro de la Familia Felidae

Entre sombras y selvas: el enigmático jaguarundi

El jaguarundi es nativo del continente americano, podemos encontrarlo desde el sur de los Estados Unidos de América hasta el norte de Argentina.
Jaguarundi. Pintura en acuarela “Dos jaguarundis” donde se representa al jaguarundi (Herpailurus yagouaroundi). (Andrea Romero Gómez.)

Sin manchas que lo camuflen y sin miedo a la luz del día, el jaguarundi se desplaza por la selva desafiando la naturaleza de los felinos, nadie parece notarlo, nadie lo mira y es así como su existencia pasa desapercibida ante nosotros…

El jaguarundi (Herpailurus yagouaroundi), también conocido como onza o leoncillo, es un carnívoro de la Familia Felidae, en la que se encuentran otras especies muy populares y carismáticas como los leones, tigres y jaguares. Su tamaño varía de pequeño a mediano, siendo aproximadamente del doble de un gato doméstico. Mide entre 50 y 70 cm, y pesa entre 3 y 9 kg. Entre sus características físicas se destaca que posee un cuerpo esbelto, cola alargada, patas cortas, cabeza pequeña y orejas ovaladas, razón por la cual las personas suelen confundirlo con otros mamíferos como las comadrejas, tayras y nutrias. Su pelaje sin manchas puede presentar dos tipos de coloración, gris o café, ambas con variantes de tonalidades, hasta ahora no se ha identificado que la coloración presente un patrón asociado a una región, temperatura o temporada específica. Generalmente, en zonas boscosas suele ser de color oscuro, mientras que en sitios secos el color es más claro. En la Selva Maya, a veces se le puede ver caminando a nivel del suelo de manera solitaria, como buen felino, puede trepar a los árboles con facilidad, y si la situación lo amerita, nadar muy bien. Es de hábitos diurnos, es decir, se mueve durante el día y descansa en la noche; este comportamiento es atípico entre los felinos. Suele alimentarse de pequeños mamíferos, aves y reptiles, sin embargo, también puede consumir anfibios, peces, invertebrados, vegetación e incluso frutas.

El jaguarundi es nativo del continente americano, podemos encontrarlo desde el sur de los Estados Unidos de América hasta el norte de Argentina, desde el nivel del mar hasta los 3200 metros de altura. En México se distribuye por la vertiente del océano Pacífico, desde Sonora hasta Chiapas, y por la vertiente del océano Atlántico, desde Tamaulipas hasta la península de Yucatán. Vive en una gran variedad de ambientes, en los que destacan las zonas húmedas, como selvas y manglares; al igual que ambientes secos y abiertos, como sabanas y matorrales. Además, su presencia ha sido reportada en sitios alterados por el hombre, como plantaciones agrícolas, potreros y áreas suburbanas. La categoría de riesgo en la que se ha colocado al jaguarundi, varía según las instancias internacionales y nacionales, por ejemplo, a nivel global, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) la clasifica como una especie de “Preocupación Menor” (LC), mientras que, la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) lo incluye en su Apéndice I (en este apéndice se incluyen las especies para las cuales el comercio internacional está casi completamente prohibido) y en todo México, este se encuentra bajo la categoría de “Amenazada” (A) de acuerdo con la norma oficial mexicana NOM-059-SEMARMAT-2010 con última modificación en el 2019. La primera, es una organización global que evalúa y cataloga el estado de conservación de las especies en todo el mundo, promoviendo la conservación de estas. La segunda, es un tratado internacional entre gobiernos que tiene como objetivo regular y controlar el comercio de plantas y animales silvestres, otorgándoles un grado de protección. Y la tercera, es un instrumento legal de aplicación nacional que brinda un estatus de conservación y protección a las especies nativas de flora y fauna silvestres en México.

El jaguarundi es el felino menos estudiado en América, y del que se tiene menor conocimiento por parte de la sociedad en general. Lo anterior puede estar relacionado a su apariencia poco vistosa y comportamiento elusivo, lo que ocasiona que no sea común detectarlo. Además, existe falta de atención por parte de la comunidad científica y pocos recursos destinados para su conservación. La información existente sobre el jaguarundi proviene de distintas fuentes, que abarcan desde observaciones accidentales hasta investigaciones científicas. En los últimos años, las cámaras-trampa y las plataformas de ciencia ciudadana han fungido como una de las principales herramientas de recolección de datos de la especie. Los artículos de investigación y divulgación, libros y guías de campo, tesis e informes técnicos, también contribuyen a su conocimiento. Los investigadores han llevado a cabo diferentes estudios para tratar de comprender mejor su ecología e historia natural, los cuales han abordado aspectos sobre sus poblaciones, distribución, comportamiento, abundancia, ámbito hogareño, coexistencia, genética, dieta, entre otros. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, aún existen vacíos de información sobre el jaguarundi. Por lo cual, la investigación continua es esencial para aumentar nuestra comprensión sobre este enigmático felino, ayudando así a desarrollar estrategias efectivas para su conservación y manejo.

Junto con los mapaches, ocelotes, tejones, zorros y tigrillos, por mencionar algunos ejemplos, el jaguarundi es considerado también un “mesocarnívoro”, este término se utiliza para referirse a los carnívoros de tamaño mediano que ocupan un lugar intermedio en la cadena alimenticia. En la naturaleza, el jaguarundi juega un papel muy importante en los ecosistemas donde vive, como depredador, ayuda a regular las poblaciones de otros animales, algunos de los cuales podrían convertirse en plaga y generar efectos negativos en la vegetación y en otras especies de fauna silvestre. Por otra parte, ayuda considerablemente a la regeneración del paisaje debido a su función como dispersor de semillas. Aunque la dieta del jaguarundi se basa principalmente en carne, en ocasiones puede llegar a alimentarse de frutas, cuando lo hace, accidentalmente consume las semillas junto con la pulpa, algunas de las cuales pasan a través de su sistema digestivo sin ser digeridas completamente, siendo esparcidas posteriormente en sus heces o al vomitar, en condiciones adecuadas para germinar. Este proceso contribuye a la diversidad y la salud de los ecosistemas, ya que promueve el crecimiento de nuevas plantas y la colonización de diferentes especies.

Desde la antigüedad, los felinos han sido admirados y venerados por su apariencia, cualidades físicas (ej. fuerza, agilidad, destreza) y se le atribuyen poderes sobre naturales, por lo que se les vincula comúnmente con mitos, leyendas y rituales de diversas culturas alrededor del mundo. En nuestro país, el jaguarundi se encuentra presente en los relatos de algunos pueblos, particularmente en los del sur de México. En la Selva Maya este felino se representa en la cultura maya como un espíritu maligno que roba a los animales, y que los ancianos cuentan para asustar a los niños. Ahora sabemos que el término “jaguarundi” proviene de la antigua palabra guaraní yaguarundi, similar a la antigua palabra tupí “yawaum´ dí, que significa “jaguar oscuro”, y se ha comentado que es probable que los primeros exploradores hayan dado este nombre por su apariencia, conectando la herencia cultural de México y Sudamérica.

Una de las principales amenazas que enfrenta la especie para su conservación es la pérdida y destrucción de su hábitat, lo cual ha reducido notablemente sus áreas de alimentación, refugio y reproducción. La piel del jaguarundi no representa un alto valor comercial en comparación con la de otras especies de felinos en el mundo como el tigre de Sumatra (Panthera tigris sumatrae), el leopardo de las nieves (Panthera uncia), el guepardo asiático (Acinonyx jubatus venaticus) y el jaguar (Panthera onca). Sin embargo, también son objeto de cacería ilegal, no como trofeo, si no por represalia, debido a que el jaguarundi se adentra en los gallineros para alimentarse de las aves de corral, lo que genera enojo en las personas, y resulta con la muerte de estos pequeños felinos, en ocasiones por armas de fuego y en otras por envenenamiento. Otra amenaza, son, las carreteras y caminos, que actúan como barreras físicas que fragmentan el hábitat, aíslan las poblaciones y generan cambios en su comportamiento. En ocasiones llegando a ocasionar el atropellamiento de esta especie.

El jaguarundi desempeña un rol único y valioso para el funcionamiento del ecosistema, por lo que es crucial aumentar el conocimiento y la conciencia pública sobre él, y trabajar juntos para garantizar su supervivencia.

  1. Grupo de Monitoreo Socioambiental. Balancán, Tabasco, México.

danieljesus_esp@outlook.com , khiavettsanchez@gmail.com .

  1. World Wildlife Fund, Inc. Ciudad de México, Ciudad de México, México.

fernandom28@hotmail.com

  1. Universidad Tecnológica de Calakmul, Xpujil, Calakmul, Campeche, México.

*Autor de correspondencia

Therya ixmana 3(3):109-110

https://mastozoologiamexicana.com