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Las Palmeras, con su apariencia elegante y delicada, son más resistentes al viento y al fuego que los árboles de hojas anchas o los pinos

Las palmas: resistentes al viento y al fuego

Las palmas, son plantas monocotiledóneas de la familia de las Arecáceas o Palmae, incluyen casi 3000 especies. Aunque son bastante diversas, forman un grupo de fácil identificación. Su porte, un tallo (estípite) recto, generalmente no ramificado y con una corona de hojas reunidas en la parte superior. Cada hoja dotada con una amplia base abrazadora que abarca todo el tallo. Además, de otras características florales y sus frutos característicos. Presentan un aspecto reconocible de forma inmediata. Crecen generalmente en regiones húmedas, en todo el planeta, pero también se encuentran en algunas zonas áridas. Por último, es considerado el segundo grupo vegetal en importancia económica del mundo.

Las palmeras, no son árboles, son plantas arborescentes, parecidas en su forma de vida a los árboles, pero no forman madera, es decir, no tienen crecimiento secundario, sus troncos no engrosan; como los árboles verdaderos. Su tallo, llamado estípite, es el resultado de los restos que perduran de la base de las hojas, de los tejidos conductores y de soporte lignificado, así como, tejido de almacenamiento. El crecimiento en altura de las palmas ocurre por la constante división celular en las yemas de crecimiento apical, ubicadas en la punta del estípite o falso tronco (Figura 2).

¿Por qué son resistentes al viento y al fuego? Podemos verlas en huracanes, resistir el embate de las ráfagas aire; dobladas, pero no quebradas, y verlas estoicamente formadas de pie al día siguiente. Después de los incendios en los pastizales, con su tronco chamuscado, reverdecen sus hojas en la temporada de lluvia. ¿Qué es lo que les da esta resistencia?

Las palmeras, no son árboles, son plantas arborescentes, parecidas en su forma de vida a los árboles.
Palmas. Los haces vasculares en las partes más antigua de la palma tienen mayor concentración de lignina. (Teresa Jiménez Segura)

Los árboles tienen el tejido conductor, con células vivas en la periferia del tronco (por donde circula el agua y la savia), por debajo de la corteza; después de esta zona, abarcando gran parte del centro, un esqueleto de madera, que es tejido muerto. En contraste, las palmas tienen tallos anatómicamente típicos de las monocotiledóneas, con los tejidos conductores (xilema y floema) en haces vasculares dispersos por todo el estípite, (Figura 1), presentando una mayor concentración en la periferia rodeado por células del tejido de almacenamiento (el parénquima) y por las fibras que les brindan el soporte. Las fibras alrededor del tejido conductor dentro de los haces vasculares contienen mayor depósito de lignina y celulosa, sustancias que se encargan de dar la dureza y resistencia a las paredes celulares de las plantas. Estos depósitos ocurren durante toda la vida de las palmas. Los estípites de las palmas, son como postes de concreto reforzado, con los haces vasculares con fibras equivalentes a las varillas de acero y las células del tejido almacenamiento, el cemento que mantiene todo unido trabajando estructuralmente. La acumulación de lignina y celulosa en las palmas ocurre con mayor frecuencia en la base de los estípites y en su periferia, en las partes más antiguas del tallo de las palmas (Figura 2b).

En los tallos de árboles de hoja ancha o coníferas, el xilema se compone de células muertas que pierden su contenido antes de volverse funcionales como tejido conductor de agua, y continuamente se produce un nuevo tejido conductor para reemplazar el viejo, que cada vez es menos eficiente como conductor. Sin embargo, las células del tejido conductor del tallo de la palmera, e incluso el tejido de almacenamiento, está formado por células funcionales durante la vida de la palmera y distribuido por todo el estípite.

Es por esto que las palmas son tan resistentes a los disturbios o al viento y al fuego. El fortalecimiento de las fibras en los tejidos conductores en la base de sus estípites les da la dureza necesaria. Al tener la misma cantidad de tejido conductor hacia la punta, con menor cantidad de acumulación de lignina y celulosa (Figura 2a), hace que las palmeras sean más elásticas hacia la punta. Al igual que se crean edificios contra terremotos, en los que no se busca una rigidez, sino que estos absorban la energía mediante elasticidad. Las palmeras tienen ese mismo efecto. Además, sus hojas: también son muy flexibles, pueden doblarse en cualquier dirección sin romperse. Por lo que el viento pasa por encima de ellas sin resistencia, evitando hacer un efecto de vela, como en los barcos. En cambio, un árbol tiene muchas ramas y hojas, estas absorben el viento y agua. Lo que produce que las ramas se rompan más fácilmente.

La mayoría de las palmeras, pero sobre todo las que viven en ecosistemas abiertos como bosques arbustivos o sabanas, están bien adaptadas al fuego.
Palmas. Los haces vasculares en las partes más antigua de la palma tienen mayor concentración de lignina. (Teresa Jiménez Segura)

La mayoría de las palmeras, pero sobre todo las que viven en ecosistemas abiertos como bosques arbustivos o sabanas, están bien adaptadas al fuego. Tienen distribuidos los haces vasculares por todo el estípite, lo que les permite resistir la exposición al fuego: Además, también tiene resguardada la yema apical en el interior del estípite y por las bases de sus hojas envolventes. En muchas ocasiones, la base envolvente de las hojas de las palmas forma una especie de escudo que las protege del fuego.

Podemos resumir que las palmas arborescentes deben su resistencia al fuego y al viento a tres razones: 1) a que sus tejidos conductores y de acumulación de nutrientes está formado por células vivas; 2) a la distribución de los mismos en todo el estípite, y 3) a la acumulación constante de lignina y celulosa en sus tejidos conductores, sobre todo en los más viejos.

1 Red de Ecología Funcional, INECOL.

2 Jardín Botánico Francisco Javier Clavijero, INECOL.

3 Red de Biodiversidad y Sistemática, INECOL.

Referencias.

Rich, P.M. 1987. Mechanical Structure of the Stem of Arborescent Palms. Botanical Gazette 148(1): 42-50.

Tomlinson, P.B. y Brett A.H. 2012. Cell Longevity and Sustained Primary Growth in Palm Stems. American Journal of Botany 99(12): 1891-1902.

En los tallos de árboles de hoja ancha o coníferas, el xilema se compone de células muertas
Plantas Colección de Palmas del Jardín Botánico Francisco Javier Clavijero del INECOL. (Víctor Luna Monterrojo)

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