“Xanat ninín” del totonaco que significa “flor de muerto”, y mejor conocida como cempasúchil del náhuatl “veinte pétalos”, es una especie nativa de México y su nombre científico es Tegetes erecta L. Esta flor es un ícono de la cultura mexicana que resalta por su uso tradicional en el Día de Muertos el 1 y 2 de noviembre; una de las festividades más importantes del año, celebración de origen prehispánico vinculada a creencias católicas, con la rendición de homenaje a los seres queridos que han fallecido. La flor de cempasúchil, ha sido utilizada desde tiempos prehispánicos en rituales funerarios, por sus intensos tonos naranjas y amarillos. Se asocia con el sol, símbolo de vida y muerte en las culturas mesoamericanas, y se cree que su color y aroma guían a las almas de los difuntos hacia los altares que se les preparan.
Cada año, se siembran, cultivan y venden toneladas de cempasúchil debido a su alta demanda durante estas festividades, sin embargo, la importación de variedades de esta flor provenientes del extranjero, ha desplazado entre un 80 a 90% el mercado de cempasúchil en macetas, agravando el comercio local y empobreciendo el valor biológico que representa esta planta nativa en nuestro país. Por ello es vital fomentar la compra de flores de corte pues son 100% de origen mexicano y contribuyen a la economía local.
Es importante reconocer el esfuerzo de quienes producen y permiten que estas magníficas flores adornen nuestros hogares. En el Cenizal, perteneciente a la congregación de Tlachinola, en el municipio de Coacoatzintla, Veracruz; la familia Hernández desde hace más de 30 años se dedica a la siembra de cempasúchil en sus campos, reconoce a esta como una variedad criolla mexicana (flor de corte), la considera propia porque la semilla ha pasado en su familia de generación en generación, y por el tiempo y trabajo que ha puesto en conservar esta especie.
La producción es de temporal y comienza con la siembra a mediados de julio, una vez que la semilla germinó, en agosto se hace el trasplante, para separar las plantas dándoles mayor espacio y continúen su desarrollo. Aproximadamente dos semanas después, se procede con la limpieza del cultivo eliminando hierbas que obstruyan su buen crecimiento y pleno desarrollo de la flor. Tras completar este paso, solo se espera la fecha de corte, que comienza a finales de octubre, justo a tiempo para las festividades del Día de Muertos.
Se considera un cultivo muy noble, porque no requiere de los cuidados intensivos que suelen demandar otras plantas, como el uso de fertilizantes o plaguicidas, por lo que se considera una producción “orgánica”. El cultivo requiere meses de trabajo, en las que participan todos los miembros de su familia.
Algunos clientes, familiares y amigos que ya conocen a la familia Hernández acuden directamente a su casa para escoger y comprar sus flores. El resto se vende en ramos o rollos a pie de carretera, desde una camioneta, ofreciendo el producto a toda la comunidad, lo que fomenta el consumo local. El precio varía de acuerdo a la cantidad y calidad de flor que se coseche, lo que depende totalmente de las condiciones climáticas; por ejemplo, las lluvias en exceso favorecen la descomposición (desarrollo de hongos) y el maltrato prematuro de las flores, lo que dificulta su venta.
Además de los usos ornamentales y ceremoniales en el Día de Muertos, en la comunidad se usan las flores como ingredientes gastronómicos en la preparación de atole y tamales, también se conoce de su uso medicinal en té para dolor de estómago y su aprovechamiento como colorante natural. Por otra parte, los productores identifican propiedades insecticidas en las plantas, ya que despiden fuerte olor y no perciben presencia de plagas o insectos en el cultivo.
El cultivo de esta flor representa para el municipio una importante derrama económica debido a las coloridas extensiones de campo que motivan la visita de población local y foránea para el disfrute de los paisajes. Durante la temporada de cosecha muchas personas acuden a abastecerse para las festividades. No solo compran esta flor, sino también una variedad de productos originarios de la región, como calabazas, elotes, papel picado, dulces y deliciosos platillos, entre ellos el tradicional pan de muerto y tamales.
En los últimos años, varias localidades del municipio de Coacoatzintla han desarrollado actividades culturales relacionadas con el Día de Muertos. Un ejemplo de ello es la tercera edición del festival “Xanat Ninín”, en Paxtepec, evento que celebra la festividad con monumentales catrinas y esqueletos a lo que las familias dedican su esfuerzo y esmero para que espacios como este puedan disfrutarse plenamente por los visitantes.
Por último, la flor de cempasúchil, es una pieza central de la cultura y tradiciones mexicanas, profundamente arraigadas en el corazón de las zonas rurales. Como muestra el esfuerzo de la familia Hernández, la preservación de esta especie nativa representa no solo una fuente de sustento económico, sino también un vínculo directo con la herencia de su comunidad. Reconocer, valorar y conservar el cempasúchil es fundamental, no solo por el impacto que tiene en las economías locales, sino también por la huella que deja en la agrobiodiversidad del país.
Es nuestra responsabilidad garantizar que esta flor siga siendo un emblema vivo de nuestras raíces, permitiendo que las futuras generaciones comprendan su importancia y continúen con la tradición de su cultivo, cuidando al mismo tiempo del entorno natural que la sustenta.
Agradecimientos:
Al Ing. Agr. Daniel Martínez Tirado, Dir. de Fomento Agropecuario del Mpio. Coacoatzintla, Ver. por la gestión y acompañamiento en la comunidad y a la Familia Hernández – Solano de “El Cenizal”, Coacoatzintla, Ver. por compartir sus conocimientos y su hogar.
Universidad Autónoma del Estado Hidalgo *
CONAHCYT - Instituto de Ecología, A.C. **
Instituto de Ecología, A.C. ***
Tecnológico de Veracruz ****