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José Sarukhán: ¿El planeta Tierra es realmente el “planeta azul”? La escasez de agua en este mundo hace de esa afirmación una pretensión si se dimensiona cuánto del líquido posee. Para dar una idea de ello, el ecólogo recurre a la imagen realizada por el Servicio Geológico de Estados en la que se aprecian tres esferas azules.
El estudio para crear la imagen incluyó el agua subterránea, mares, ríos, glaciares e incluso el agua correspondiente a los seres vivos, explicó. Midieron qué tanta agua había en comparación con el planeta, que corresponde a la esfera más grande que se observa en la imagen, seguida de otra esfera con agua dulce y, finalmente, un pequeño punto azul que corresponde al agua accesible para la humanidad.
Esto nos da una idea de que el planeta azul no corresponde a este nombre por la cantidad de agua que le otorga ese color. “Será azul en la superficie, pero ésta es muy pequeña y escasa en función de lo que un planeta azul debería tener. No es toda el agua que queramos, sino sólo la que está en esa pequeña burbuja”, dijo Sarukhán durante la conferencia “Agua, naturaleza y bienestar”, que inauguró el IX Encuentro Libertad por el Saber, realizado por El Colegio Nacional y que este año tiene como tema “Agua y vida”.
AGUA QUE NO SE BEBE.
En su conferencia, Sarukhán enfatizó la situación de crisis hídrica del planeta, invisible hasta que no nos hace falta de manera inmediata. Expuso además cómo nuestras actividades de consumo diarias no ayudan a su conservación más allá del consumo directo del líquido:
Para producir una taza de café se requirieron 136 litros; para una playera de algodón 970 litros; un par de zapatos de piel 8 mil litros; un auto nuevo 150 mil litros y para un teléfono “inteligente” mil 760 litros. “Y si les pregunto qué cultivo consume más agua en Estados Unidos, ¿cuál sería su respuesta? Alguno pensaría que el trigo o el maíz, pero no, son los jardines y césped de las casas y los campos de golf. Díganme si ese es un uso racional del agua en función de la cantidad que tenemos disponible”.
Estamos consumiendo agua aunque no sea de la toma de la llave, añadió, puesto que todos nuestros alimentos la han requerido: para producir un kilo de queso se requirieron más de 5 mil litros; para un kilo de nueces 4 mil; para uno de carne de res, 2 mil 700; arroz, 2 mil 200; huevos, 758 litros; maíz, 276 litros; vegetales de raíz, 28 litros, entre otros.
¿DE DÓNDE TOMAMOS EL AGUA?
Ahora bien, para seguir dimensionando el tamaño del problema, apuntó Sarukhán, hay que comprender que el agua viene de los bosques, “no de las presas ni de los tinacos”. Lamentablemente, en el mundo hemos perdido una enrome capacidad de captación de agua debido a la deforestación y cambio del uso del suelo, derribando los árboles que han funcionado como contenedores y reguladores de la lluvia.
La crisis se sigue encadenando y explicando cuando se observa cómo en México y el mundo se han talado y deforestado las selvas y bosques. Para dar un ejemplo de qué pasa cuando un país pierde sus bosques y biodiversidad, el investigador emérito y ex rector de la UNAM recordó el experimento social y ambiental accidental realizado en la isla La Española en el siglo antepasado: la misma isla dividida en dos países Haití y República Dominicana enfrentan dos realidades diametralmente opuestas, donde el primer país –explotado por la colonia francesa acabó con sus árboles para pagar el precio de su “independencia”– consumió sus recursos (actualmente tienen cerca del 1% de su cobertura forestal) y ahora es presa fácil de todo fenómeno natural y desastre social.
Dijo que en México el nivel de degradación forestal en algunos estados es alarmante, como en Veracruz, que “sería como nuestro Haití” si no fuera porque está adherido continentalmente al resto del país. La pérdida de suelo y su capacidad de captar agua es un problema que además impide la recarga de mantos y cuencas mediante el paso de huracanes, que en vez de traer el agua que necesitamos sólo dejan desastres humanos por falta de planeación de los gobiernos.
“Es por ello que en México se requieren de políticas y medidas que permitan cuidar las cabeceras arboladas cubiertas de ecosistemas en todos los sistemas de captación de agua, en todas las cuencas. Pero no es lo que se está cuidando, por eso tenemos esta pérdida de capacidad de colecta de agua”.
GOBIERNOS SIN ÉXITO.
El ex coordinador de la Conabio añadió además que entre el 60% y 70 % de los ecosistemas arbóreos están en manos de comunidades y, aunque hay casos exitosos en el manejo de estos recursos, “ningún gobierno en este país ha entendido que para reducir la pobreza rural se deben apoyar proyectos comunitarios con los que la gente pueda vivir”. Conabio editó “Patrimonio natural de México. Cien casos de éxito”, refirió, no obstante, son casos que en su mayoría fueron llevados a cabo por iniciativa de la gente de esas comunidades, no por programas de gobierno o políticas públicas que las impulsaron. “Son excepciones a la falta de apoyo gubernamental; acciones que deberían ser obligatorias para tener agua y evitar daños”.
El científico enfatizó que la situación del agua en México es extrema, puesto que no sólo nos falta agua, sino que además no es de la mejor calidad:
“La disponibilidad y calidad que se tiene del agua es en un 49% poco contaminada, el 15% es contaminada, el 7% es altamente contaminada, el 2% tiene presencia de tóxicos, el 22% es aceptable y sólo el 5% es excelente. Esto es otro de los temas que debería estar en la agenda de manejo del agua en México”.
INFORMACIÓN Y PRESIÓN.
El Premio Tyler al Logro Ambiental 2017 y Premio Crónica 2018, recordó que en el país no hay una buena regulación hídrica agrícola y que carecemos de las políticas públicas necesarias. Académicas como Julia Carabias, miembro de El Colegio Nacional, ha realizado análisis, estudios y sugerencias para resarcir este panorama, aunque su aplicación corresponde a los gobiernos.
Sarukhán enfatizó que entre las modificaciones que se requieren para resarcir la crisis, se necesita de una Ley de Aguas adecuada que no ha sido posible dados los intereses económicos de otra naturaleza que no corresponden al interés público.
Las modificaciones en la política pública no vendrán por sí solas, enfatizó, sino que requerirá de información y presión social. “La mejor manera en que puede ocurrir todo esto es que todos ustedes estén bien informados con los expertos y se lleve a cabo la presión social para que suceda, no hay de otra”.
Dijo que la sociedad debe hacer ver a los legisladores que dejar pasar más tiempo agravará la situación hasta puntos donde poco quedará por hacer. “Tomará tanto tiempo que las generaciones como la suya, la de sus hijos o sus nietos, van a estar en condiciones marginales e inhumanas en este planeta, y me refiero sólo a lo que respecta al agua, sin mencionar lo que tiene que ver con el calentamiento global”.
Los expertos como él pueden ayudar a la población a entender las cifras y los datos que deben hacer ver a los gobernantes y políticos, “para que con ellas vayan y hagan presión y así las cosas se hagan como se deben”.
Desde el alcalde municipal hasta la Presidencia en todos los niveles de decisión deberían realmente ser presionados para tomar las mejores decisiones de políticas públicas. “Y aun cuando las tengamos nos va a tomar todavía tiempo resarcir los daños y llegar a una situación equilibrada en la captación de agua y mantenimiento de ecosistemas”. Pero no hay de otra: “Nadie va a venir a arreglar estas cosas por nosotros”.
