Los problemas del agua tienen muchos determinantes: “No es un problema fácil de asir”, porque en él se encuentran dimensiones meteorológicas, climatológicas, geográficas, fiscales y financieras. “En el capitalismo no hay nada como un desayuno gratis; hay problemas en la manera en la que decidimos aprovechar el agua en nuestros hogares y en las selecciones que hacemos productivamente”, aseveró Roberto Constantino, profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Unidad Xochimilco.
Al participar en la mesa “Políticas públicas: Conversatorio sobre el papel de la ciudadanía”, coordinada por el colegiado Felipe Leal, como parte del IX Encuentro Libertad por el Saber “Agua y vida”, Roberto Constantino reconoció que los problemas comienzan en el momento en que, por ejemplo, decidimos comer carne de res: “Hay cientos de miles de litros de agua para llevarla a las mesas, o cuando decidimos usar un artefacto de inteligencia artificial: todo consume agua, no nada más es el agua y lo dejamos de percibir”.
“Tiene diferentes dimensiones: hay una política, que define las relaciones frente al poder público; una social, que regula la interactividad y lo que consideramos aceptable en nuestro trato con los otros; una económica, sobre cómo proveemos la prosperidad y el bienestar material que requerimos, porque todo necesita agua. Y, finalmente, una dimensión en la ciudadanía que es hídrica: todos bebemos agua”.
El problema, desde su perspectiva, es la manera en la que se percibe a los ciudadanos en esta materia: “Báñense rápido, corrijan las fugas, laven los trastes de un jalón. Y la verdad es que eso no está bien”, destacó Roberto Constantino.“Se nos olvida que el agua está en todo: en los alimentos que producimos, en las herramientas que empleamos, en la energía que consumimos. Por lo tanto, todo aquello que genera empleo e ingreso forma parte de este circuito del agua, no sólo el agua de nuestros hogares.
Es el agua para la producción, para el bienestar, para el crecimiento y para la prosperidad. Y este es un gran problema, porque los ciudadanos somos heterogéneos, pero curiosamente todos somos cómplices de lo que ha ocurrido”.La colaboración es fundamentalRoberto Constantino, Fabiola Sosa Rodríguez y Abigail Martínez Mendoza, forman parte de la Red de Investigación de Agua de la UAM (Red AgUAM), la cual es considerada por Felipe Leal como un pilar en la generación del conocimiento y la innovación tecnológica frente a los desafíos relacionados con el agua. Esta red fomenta el diálogo interdisciplinario y la cooperación, permitiendo abordar de manera integral la compleja crisis hídrica del país.
“No obstante, la investigación y las soluciones técnicas no bastan por sí solas para resolver estos problemas; es indispensable contar con una ciudadanía informada y comprometida, capaz de exigir políticas públicas eficaces, cuidar los recursos hídricos y participar activamente en la toma de decisiones que afectan al uso y distribución del agua”, destacó el colegiado.
En la mesa “Políticas públicas: Conversatorio sobre el papel de la ciudadanía” se discutió cómo ésta puede convertirse en un actor clave en la gestión del agua, desde el consumo responsable hasta la participación en procesos legislativos y comunitarios. Felipe Leal especificó que la colaboración entre academia, gobierno y sociedad es fundamental para asegurar un futuro sostenible en el manejo de este recurso vital.
Como parte de sus investigaciones, Fabiola Sosa Rodríguez, quien ha obtenido el Premio Mujer defensora del agua, otorgado por el gobierno del estado de México, se refirió al trabajo realizado durante los últimos ocho años en un proyecto orientado al rescate de un cuerpo de agua: la laguna La Piedad, ubicada en el municipio de Cuautitlán Izcalli. Explicó cómo ha sido un proceso complejo construir puentes y relaciones de confianza para crear los espacios donde la ciudadanía participe.
“No es un proceso sencillo crear todos estos espacios, ni todas estas redes de colaboración y sinergias. Iniciamos con el proyecto a partir de la detección de diversos problemas que afectan la Cuenca de México y de identificar dónde, como academia, podíamos influir en los procesos de toma de decisiones”.
“Identificamos que una de las cuencas con mayor caudal es la subcuenca de Cuautitlán que, además, tenía otros aspectos que nos llamaban la atención: es representativa ambientalmente y tiene una zona de humedales en la parte baja que no ha sido consolidada por la urbanización, por lo que vale la pena poder recuperarlos”.Asimismo, es un patrimonio biocultural: hay una alta diversidad y también la presencia de pueblos originarios.
Estratégicamente implica un cambio de paradigma para la gestión del agua, en el sentido de que, justo en esta zona, por primera vez se desalojaron las aguas de la Cuenca de México, que era una cuenca cerrada de manera natural, con la construcción del tajo de Nochistongo, para desalojar el río de Cuautitlán.Se trata de regresar al origen de lo que nos ha llevado a la crisis hídrica que vivimos actualmente, explicó la investigadora.
Para ello, se busca aprovechar el hecho de que el área está ubicada en dos ejidos con pocos dueños. Muchos de los cuerpos de agua que se desean recuperar en el país tienen este tipo de propiedad, ejidal o comunal, lo que requiere una manera de distinta de intervenir en el territorio y de crear sinergias con los actores que son propietarios de estos espacios.
“Al igual que muchos cuerpos de agua en México, no es de extrañarse que la laguna de La Piedad haya sido contaminada por aguas residuales desde el año 2003, con la construcción de grandes fraccionamientos habitacionales. Las plantas de tratamiento no funcionaron, por lo que, durante 20 años, la laguna ha recibido descargas de aguas residuales que la han contaminado”. Una luz en el caminoPor su parte, Abigail Martínez, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Lerma, se mostró convencida de que “no todo es desolación en términos hídricos, pues hay visiones que suman un camino de luz, sobre todo en la región donde está ubicado el centro universitario, que tiene su propio mundo y su propia cosmovisión sobre el agua, y que ha ejercido una relación íntima y simbólica con el agua muy fuerte, y hasta nuestros días hemos logrado observar como parte de los ejercicios que hace nuestra universidad”.
“Todavía se consumen muchos de los alimentos que están en las ciénegas y, si bien no son un espacio para las visitas, sí es un espacio de rescate, por lo que, si logramos recuperar el 50 por ciento de ese territorio que se ha perdido por la zona industrial, sería otra la historia de la región”.En esta región ha habido proyectos de desecación desde 1857.
Es un área que, por su extensión en términos hídricos, ha sido atractiva para los procesos económicos, y ahora sus zonas industriales son muy amplias. Sin embargo, estos procesos se iniciaron porque deseaban tener ganado, desde entonces, incluso se modificó el curso del río Lerma.
“Normalmente, los cursos de los ríos serpentean, pero un buen tramo del Lerma es rectilíneo y por ello disminuye la velocidad con la que corre, lo cual ha traído problemas. Todas las zonas aledañas, como Toluca y Metepec, descargan sus aguas residuales en el Río Lerma. No nace contaminado, lo que significa que tiene una posibilidad de rescate, tanto sus cuerpos de agua, como sus lagunas”.Para Manuel Perló, doctor en Planeación Urbana y Regional por la Universidad de California, en Berkeley, el tema de la participación ciudadana tiene una tradición teórica por lo menos de unos 100 años; no es algo nuevo ni algo que se esté inventando, pero ha tenido un desarrollo considerable en las últimas décadas.
De ahí se nutre en gran medida toda la reflexión y todo el análisis de los temas de la participación ciudadana.En las últimas tres o cuatro décadas, se ha visto cómo el tema de la participación ciudadana se vincula directamente con cuestiones relacionadas con el agua y lo hídrico, un concepto que va más allá de lo hidráulico. En este contexto, se encuentran reflejadas tres grandes perspectivas teóricas asociadas al tema de la participación ciudadana:“La sustentabilidad, en la que la participación ciudadana se incorpora como un elemento fundamental, lestá definida no sólo como un tema técnico, económico o administrativo, sino también como un tema de democracia y participación.
Tenemos lo que se conoce como gobernanza del agua, que también incluye un componente indispensable de la participación ciudadana. Se dice que la crisis del agua es, a menudo, una crisis de gobernabilidad y que, quizás, el pie fundamental del cual cojea todo el tema de la sustentabilidad sea la falta de participación que se produce.
Finalmente, tenemos en perspectiva la gestión integral de los recursos hídricos, la cual también es un enfoque que, con mucha fuerza, ha llegado a todos los ámbitos, a los gobiernos nacionales, a las empresas privadas y a los organismos operadores, quienes tienen una participación ciudadana fundamental”.Con lo anterior, enfatizó el investigador, ya se ha instalado la temática de la participación ciudadana. El desafío ahora es lograr entenderla como una interacción de los ciudadanos con las agencias públicas, porque muchas veces formas de participación, como la política, la comunitaria o la social, ocurren fuera de la vinculación con los ciudadanos. “Y esto hemos visto los últimos años: un auge de la organización ciudadana, comunitaria, política y social”.