“De las 13 regiones hidrológico-administrativas en las que se clasifica a México, al menos ocho tienen retos formidables relacionados con la escasez de agua y la inseguridad hídrica. Hay que pensar en el muy largo plazo, no sólo al 2030”, con estas palabras, Eduardo Vega, coordinador Universitario para la Sustentabilidad de la UNAM, inició el tercer conversatorio del primer día de actividades del IX Encuentro Libertad por el Saber: Agua y Vida, organizado por El Colegio Nacional.
El doctor en Historia y en Economía señaló tres elementos necesarios para gestionar el agua con miras al 2030. El primero, es el agua renovable por habitante, es decir, debe tomarse en cuenta las sequías e inundaciones, y la regularidad de los volúmenes disponibles de agua para diferentes usos y usuarios. “Esa oferta la podemos identificar desde un punto de vista de economía ambiental de la siguiente manera: conociendo los principales componentes que permiten modelarla e identificando la cantidad de agua renovable, lo que se precipita, se infiltra, se escurre, se evapora y se condensa en cada región”.
La segunda variable es el agua concesionada sobre el agua renovable, es decir, cuál es la magnitud de agua que directamente se extrae de la naturaleza para propósitos antrópicos muy diversos, para los usos humanos. Y el tercer punto es conocer la calidad y la cantidad del agua de la que se dispone y de dónde se obtiene, como de cuerpos de líquido superficiales o del subsuelo.
“Una vez que sabemos más o menos cuánta agua renovable disponemos y cuánta agua directamente extraemos —y la formamos como agua concesionada para sus cuatro usos principales: agropecuario, industrial, doméstico y no consuntivo (agua para generar energía eléctrica y para caudales ecológicos, para conservación de la vida silvestre)—; entonces, observamos que la demanda tiene presiones crecientes, lo que significa que cada vez necesitamos más agua”, enfatizó el investigador.
En sus palabras, se tiene demanda creciente de agua para la producción de alimentos, para el establecimiento de cultivos, para la producción de bienes manufactureros y “todos esos usos y usuarios diversos estamos sujetos, querámoslo o no, a incentivos para ahorrar o no el agua, para usarla de manera eficiente o desperdiciarla, para no importarnos absolutamente nada el dispendio de agua o tratar de ser conscientes en su uso. Esos incentivos son adversos al uso eficiente de los caudales. Para enfrentar estos desafíos, necesitamos más presupuestos y una gestión institucional que no sea inercial en materia de agua”.
De acuerdo con el investigador universitario, desde una aproximación de la economía ambiental, las dos funciones de oferta agregada de agua y de demanda agregada de agua, “evidencia que tenemos una demanda de agua que supera la oferta en las 13 regiones hidrológicas administrativas de México. Esas ocho regiones con problemas de agua son, en conjunto, el 74% del territorio del país y el 81% del PIB nacional”.
Eduardo Vega aseguro que se vive un momento de oportunidad. En cuanto a la seguridad hídrica, que se refiere al derecho humano al agua, así como al acceso garantizado en hogares, municipios, actividades económicas y administrativas, de servicios básicos de saneamiento, tratamiento y reúso, “se deberían crear programas regionales prioritarios”. Y, en cuanto a la sustentabilidad hidrológica, que se refiere a la conservación y buen manejo de cuencas, acuíferos, humedales y sistemas hidrológicos completos, se debe hacer un buen manejo de estos recursos hidrológicos completos”, concluyó el experto en la economía del cambio climático.
CRISIS AMBIENTAL.
Por su parte Eugenio Barrios, director del Programa Agua de la Fundación Río Arronte, sostuvo que la actual crisis hídrica deriva de crisis ambiental; asimismo, señaló que la humanidad enfrenta tres grandes retos: la pérdida de la biodiversidad, el cambio climático y la pobreza, “el agua es fundamental en esos tres problemas, y tiene un potencial de crear soluciones, pero también ha creado un gran conflicto en esos tres ámbitos”.
“El problema del agua es un problema de gestión. Gestionamos mal el agua y, parte de la solución, es entender ese recurso que sostiene todos los otros recursos y servicios de los que se beneficia la humanidad”. El problema, aseguró, es que, aunque el agua puede ser infinitamente cíclica, los humanos han agotado esa ciclicidad, entonces, existen nichos de agua por todos lados. Necesitamos entender al agua, no como un recurso explotable, sino como un recurso que es parte de la naturaleza”.
Explicó que, como gestores del agua, la sociedad necesita aprender a cómo replicar esa variabilidad y a diseñar las políticas para poder ajustarla. Pero otro concepto muy importante es la conectividad. “Cuando el agua ya fue captada, conecta no sólo con el río que es muy fácil de identificar, sino conecta transversalmente y conecta con el acuífero, esas funciones del elemento fluyendo, proporciona todos esos servicios”.
“No sólo es el agua que bebemos, es el agua que transporta sedimentos, que transporta vida, que transporta especies y conecta un lugar con otro, que inunda superficies, tiene una serie de servicios que tenemos que entender antes de plantear esquemas de gestión. Una gota que llega al mar es una gota que se usó muchas veces, y cumplió una serie de funciones ecológicas y sociales a lo largo de su recorrido, esa es la gestión que necesitamos establecer en el país”, concluyó Barrios.