El cambio climático ha dejado de ser una amenaza distante para convertirse en una realidad palpable. Sus efectos son especialmente evidentes en ecosistemas frágiles, como las montañas, donde los gradientes de elevación influyen en la vida de innumerables especies. Entre ellas, las abejas desempeñan un papel fundamental: aseguran la polinización, sostienen la biodiversidad y son clave para la producción de alimentos que consumimos. Sin embargo, el calentamiento global está obligando a estos incansables polinizadores a “escalar” hacia zonas más altas en busca de temperaturas más frescas, un fenómeno que, lejos de ser la solución, plantea enormes desafíos. Con el aumento de las temperaturas globales, las abejas buscan refugio en las alturas para escapar del calor. Al subir, se enfrentan a condiciones desconocidas que pueden ser incompatibles para su supervivencia: menos recursos florales y una reducción del hábitat adecuado. Además, estos desplazamientos generan lo que las personas que hacemos ciencia llamamos “desajustes fenológicos”. Es decir, las abejas pueden llegar a nuevas áreas donde la floración de las plantas de las que dependen ha terminado, rompiendo una sinergia que la naturaleza ha perfeccionado a lo largo del tiempo. Este desajuste amenaza no solo a las abejas, sino a toda la red de interacciones ecológicas que dependen de ellas.
El impacto no se limita a las abejas o a las flores. La migración de las abejas hacia zonas más elevadas no solo afecta a la biodiversidad local, sino que también tiene implicaciones en la estabilidad de las redes de interacción ecológica, como las redes de polinización. Cuando estas las especies clave, como las abejas, desaparecen o cambian de lugar, las redes de polinización también se debilitan. Esto pone en riesgo la capacidad de recuperarse, pudiendo llevar se altera la organizaci;on de estas redes, lo que puede provocar el al colapso de ciertas relaciones tróficas fundamentales y, por ende, afectar a múltiples especies. Las consecuencias de esto llegan hasta nuestro plato ya queEsto amenaza la resiliencia de los ecosistemas y, en última instancia, la capacidad de las comunidades humanas para acceder a alimentos, ya que g gran parte de la producción agrícola mundial depende de las abejas: frutas, verduras, nueces y semillas que forman parte de nuestra dieta cotidiana están en juego. Adem;as, el impacto del cambio climático en los polinizadores y la biodiversidad tiene consecuencias directas sobre la seguridad alimentaria. Eso es porque las abejas, por ejemplo, son responsables de la polinización de cultivos clave, desde frutas y vegetales hasta nueces y semillas. Sin abejasellas, la producción de alimentos se vuelve más costosa y menos eficiente, lo que afecta tanto a productores como a consumidores. Las comunidades ruralesEn contextos rurales, que depende de la donde muchas comunidades dependen de la agricultura de subsistencia, son las más vulnerables ya que lla disminución de polinizadores puede traducirse en llevar a la inseguridad alimentaria, pobreza y migración forzada. Esto generacrea un ciclo vicioso: que se retroalimenta con la degradación ambiental y el cambio climático se alimentan de estas crisis sociales, que a su vez intensifican la presión sobre los ecosistemas.
En este contexto, nNuestro proyecto, financiado por el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (CONAHCYT - CBF-2023-2024-216), aborda esta problemática de la tolerancia térmica de los polinizadores en gradientesgrandientes de elevación. dDesde una perspectiva transdisciplinar, reunimos a esinvolucrando a múltiples instituciones y especialistas de diversas áreas del conocimiento para estudiar tanto los impactos ecol. Estamos trabajando para entender cómo el cambio climático afecta a los polinizadores a lo largo de gradientes de elevación, evaluando no solo los impactos ecológicos, sino también las implicaciones para las comunidades humanas que dependen de ellos. Este enfoque integrador nos solo prentende generar conocimiento, sino también ofrecer herramientas prácticas para la toma de decisiones. Nuestro objetivo final es claro: proteger a las abejas, garantizar la seguridad alimentaria y fortalecer la biodiversidad en un mundo que cambia rápidamente. Nuestro objetivo final es claro: permite desarrollar estrategias de mitigación y adaptación que no solo busquen proteger a los polinizadores, sino que también garanticen la seguridad alimentaria y la biodiversidad en un contexto de cambio climático acelerado.
No se trata solo de ciencia. Este proyectoNuestro también proyecto no se trata solo de un esfuerzo académico; es un llamado a la acción. Para enfrentar la crisis climática, necesitamos políticas públicas que fomenten la conservación de los polinizadores, programas educativos que sensibilicen sobre su importancia y un compromiso colectivo de cambiar las prácticas que agravan esta situación. Desde el jardín a tu casa hasta las grandes decisiones globales, todos podemos aportar. proteger los ecosistemas, fortalecer la seguridad alimentaria y salvaguardar el futuro de todos los seres que habitan nuestro planeta.
Al estudiar las interacciones entre polinizadores y plantas en ecosistemas montañosos, buscamos generar conocimiento aplicable y herramientas para la toma de decisiones, ayudando a construir un futuro más resiliente y equitativo.
La crisis climática exige respuestas rápidas y efectivas. A medida que nuestras investigaciones avanzan, es crucial generar conciencia sobre la importancia de los polinizadores y su rol en la biodiversidad y la seguridad alimentaria. Necesitamos políticas públicas que fomenten la conservación, programas de educación ambiental y, sobre todo, un compromiso conjunto para cambiar prácticas dañinas que agravan el cambio climático. Solo mediante una acción colectiva y decidida podremos proteger a los polinizadores y, con ellos, preservar el equilibrio de los ecosistemas y el bienestar de las generaciones futuras.
Las abejas nos enseñan una lección invaluable: la supervivencia depende de las conexiones. Conservarlas no solo significa protegerlas a ellas, sino también garantizar un futuro donde la biodiversidad florezca, los ecosistemas sean resilientes y las generaciones futuras puedan disfrutar de un planeta sano. En esta escalada hacia la cima, todos tenemos un papel que jugar. ¡Actuemos antes de que sea demasiado tarde!
“La opinión es responsabilidad de los autores y no representa una postura institucional”
1 Red de Ecoetología, Instituto de Ecología AC, México.
2 Instituto de Neuroetología, Universidad Veracruzana, México.
3 Instituto de Biología, Universidad Nacional Autónoma de México, México.