En los últimos años, las abejas han sido protagonistas en los medios de comunicación al hablar de especies que se encuentran en peligro de desaparecer. Principalmente se hace referencia a una especie, Apis mellifera, la mejor conocida probablemente por la mayoría de la gente, por su importancia en la producción de miel y por su uso como polinizador en algunos cultivos, pero se ignora la enorme diversidad de otras abejas y de su importancia que no se restringe a la de ser productoras de miel.
Los entomólogos (personas que se dedican al estudio de los insectos) las agrupan en una categoría llamada Anthophila, que significa “amantes de las flores”, a la que pertenecen más de 21,000 especies, las cuales se clasifican en siete familias (grupos de organismos que presentan características similares); dichas familias son: Andrenidae, Apidae, Colletidae, Halictidae, Melittidae, Megachilidae y Stenotritidae, ésta última solo presente en Australia.
Muchas de estas abejas se diferencian de Apis mellifera, la abeja de la miel, tanto en forma, tamaño como estilos de vida. Más del 70% de las abejas conocidas son de hábitos solitarios y en lugar de formar colmenas constituidas por muchos individuos, anidan de forma individual. Un 25% son cleptoparásitas, ya que, en lugar de construir sus propios nidos, buscan los de otras abejas y ponen sus huevos en ellos para que las especies que parasitan cuiden y alimenten a sus crías. Solo un 5% de las abejas son sociales las cuales, dependiendo de las especies, pueden formar colonias constituidas por grandes o pequeños grupos de individuos; entre ellas se encuentra la abeja melífera además de otras 1,000 especies.
Estos insectos son polinizadores de muchas plantas con flores, incluyendo varias de las que consumimos. Así mismo, tienen gran importancia ecosistémica pues por sus hábitos polinizadores permiten la reproducción de las plantas y favorecen la renovación de la vegetación en los ambientes en que habitan (Fig. 1). Los ambientes con mayor diversidad de abejas son desiertos, pastizales, algunos bosques templados y mediterráneos. Las regiones del mundo con más especies son los desiertos de Chihuahua y Sonora, ubicados entre México y Estados Unidos. Ello posiblemente se deba a la diversidad de plantas endémicas que hay en estas regiones, a las condiciones geográficas y a diversos procesos geológicos y evolutivos que han dado como resultado la formación de un “santuario” que alberga más de 3,000 especies, muchas de las cuales solo habitan en esa región.
Con más de 2,100 especies, México ocupa el segundo lugar con mayor diversidad de abejas en el mundo después de los Estados Unidos (Fig. 2). No solo hay una diversidad considerable en los desiertos; sino también en otros sitios como las zonas montañosas del centro y el sur del país, las costas del Pacífico y del Golfo y la Península de Baja California.
En México están presentes seis de las siete familias de abejas que se conocen a nivel mundial. Se proporciona a continuación una breve información sobre cada una de ellas.
Andrenidae: En México se conocen más de 600, son abejas delgadas y pequeñas que construyen nidos en el suelo, principalmente en zonas arenosas; en México tenemos géneros icónicos como Perdita (el más diverso y con las especies más pequeñas), Andrena y Protandrena. Estos dos últimos géneros más diversos en las zonas montañosas.
Apidae: Con casi 750 especies, es la familia más diversa, tanto en números como en diversidad morfológica y de hábitos. Entre ellas podemos encontrar abejas solitarias, cleptoparásitas y sociales. Algunas abejas solitarias importantes son los Euglossinos, conocidas como abejas de las orquídeas, las abejas de los aceites de los géneros Centris y Epicharis que recolectan aceites de flores en lugar de polen; y las de los géneros Ceratina y Xylocopa las cuales hacen sus nidos en túneles de madera que ellas mismas excavan. Entre las cleptoparásitas tenemos a los géneros Mesoplia, Mesocheira, Ericrosis, Ctenioschelus, Rhatymus y Nannorathymus de cuerpos robustos con coloraciones metálicas y los géneros Nomada y Osiris que son más delgadas y con cierto parecido con avispas. En las abejas sociales tenemos a las abejas meliponinas conocidas como abejas sin aguijón; de algunas de las cuales se obtiene miel de uso medicinal, como son algunas especies de los géneros Melipona, Scaptotrigona, Trigonisca y Nannotrigona. A esta familia pertenecen también las del género Bombus, conocidas comúnmente como abejorros.
Colletidae: En México se conocen 109 especies. Son relativamente fáciles de reconocer, generalmente son de gran tamaño y muy peludas, como las de los géneros Colletes, Ptiloglossa y Caupolicana. Algunas especies se pueden ver forrajeando antes del amanecer, en flores de salvias e ipomoeas.
Halictidae: Se conocen 240 especies. Son delgadas y pequeñas, generalmente con pocos pelos. Algunos géneros son muy diversos y comunes como Lasioglossum, Halictus, Augochlora y Agapostemon. También tenemos a Paragapostemon, un género que se conoce solamente para México. Algunas especies de Lasioglossum se caracterizan por tener socialidad facultativa, es decir que pueden tener hábitos sociales o solitarios dependiendo la disponibilidad de recursos en el ambiente.
Megachilidae: Una familia con casi 360 especies. El género más diverso es Megachile que se caracteriza por nidificar en huecos de madera o en grietas rocosas y de muros y paredes, construyendo celdas hechas con hojas enrolladas que ellas mismas cortan de las plantas, de ahí su nombre de “abejas cortadoras de hojas”. También está el género Aztecanthidium, con tres especies conocidas que solo se encuentran en México.
Melittidae: Las especies de esta familia son difíciles de encontrar, pues hay pocas de ellas en México, la mayoría, pertenecientes al género Hesperapis, que habitan en zonas desérticas.
La diversidad de abejas en México es muy amplia y cada especie es única en su estilo de vida. Lamentablemente es poca la información que se tiene de muchas de ellas, lo que representa un reto para la conservación de estos insectos algunos de los cuales tienen rangos de distribución muy restringidos y relaciones muy específicas con ciertas especies de plantas, lo que las hace vulnerables a la perturbación del ambiente y a los efectos del cambio climático. Por ello es necesario conocer mejor la diversidad y la biología de estos insectos e incentivar los esfuerzos para su conservación.
Referencias
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Orr, M. C., A. C. Hughes, D. Chesters, J. Pickering, C. D. Zhu and J. S. Ascher. 2021. Global patterns and drivers of bee distribution. Current Biology, 31(3): 451-458.
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- Red de Ecología Funcional, Instituto de Ecología AC, Carretera Antigua a Coatepec 351, El Haya, 91073 Xalapa, Veracruz, México