Tomás tiene una sensación de ardor y dolor en una pierna hinchada y con ampollas. Una de las ampollas revienta y un gusano con forma de spaguetti brota de su piel, logra extraer unos pocos centímetros del gusano diariamente enrollándolo alrededor de un palito o un trozo de gasa. Si el gusano se rompe, Tomás corre el riesgo de sufrir daños permanentes por una infección o si su articulación queda bloqueada. Con antiinflamatorios y antibióticos reduce el dolor, la hinchazón y previene infecciones, pero le tomará semanas volver a realizar sus actividades cotidianas. Lo que estuvo creciendo en el cuerpo de Tomás los últimos 14 meses es un Gusano de Guinea que ingresó a su cuerpo al bañarse, refrescarse, lavar ropa o ingerir agua (de charcos, lechos de ríos secos o pozos poco profundos) con copépodos microscópicos infectados con larvas --forma inmadura del parásito-- que alcanzaron su estado adulto en Tomás. Casos como este son la razón de los más profundos temores y pesadillas de muchas personas alrededor del mundo: convertirse en el hospedero y víctima de una de estas creaturas bizarras.
El primer registro conocido de parásitos es muy antiguo y se encuentra en el papiro egipcio de Ebers (c.1550 a.C.). Desde entonces y hasta mediados del siglo XIX se identificaron cientos de parásitos visibles como fasciolas, gusanos planos –Taenia-- y quistes en intestino, músculo, lengua, cerebro, hígado, etc., de numerosos animales como ovejas, caballos, perros, gatos, conejos, aves, peces y humanos. A partir de 1673, gracias al aporte de Anton Van Leeuwenhoek, decenas de naturalistas descubrieron diferentes tipos de creaturas microscópicas viviendo en el entorno y al interior de los organismos. Pero sin ningún vínculo entre las formas microscópicas y las de mayor tamaño, en la mayoría de los casos se le asignaron nombres diferentes a cada una de estas formas.
La creencia de que los parásitos surgían por generación espontánea ya sea sobre el cuerpo o dentro de él, era la mejor explicación que se tenía en esa época, después de todo nadie había visto un gusano o una fasciola en el ambiente y simplemente no había manera de que una persona se llevara uno a la boca. Además, estaban provistos de ganchos y ventosas que les facilitaba vivir en el interior de un cuerpo (en el mundo exterior estas estructuras resultarían inútiles); es como si estuvieran diseñados para estar dentro de organismos.
La naturaleza de los parásitos parecía un misterio. Te has preguntado ¿cómo se descubrió la manera en que los parásitos ingresan a nuestro cuerpo? Hagamos un ejercicio sencillo: ¿cuántos organismos distintos piensas que hay en la Figura 1? Si identificaste 6 o más te encuentras en el dilema que experimentaron los pioneros de la parasitología, puesto que, con sus diferentes morfologías y etapas, los parásitos confundían a sus primeros observadores.
El zoólogo danés Johann Steenstrup fue el primero en suponer que dos organismos morfológicamente distintos se trataban en realidad de dos etapas distintas del desarrollo de un mismo gusano. En 1830 estudió a las misteriosas fasciolas del hígado de las ovejas. Steenstrup sabía que las fasciolas ponen huevos, pero nunca había visto una fasciola “bebé” en una oveja. Observó que en los arroyos donde las ovejas se alimentaban, era común encontrar caracoles y también habitaban pequeños animales que parecían la versión diminuta de una fasciola adulta, pero con una cola móvil, llamadas cercarias (Figura 2b). Así que tomó agua del arroyo, unos caracoles y los mantuvo en un recipiente tibio y notó que las cercarias penetraban en los caracoles y formaban un quiste en ellos. Cuando Steenstrup expulsó la cercaria del quiste notó que se había convertido ¡en una fasciola!
De esta manera se describió cómo los parásitos pueden llegar al interior de un organismo: un parásito da a luz a crías que son diferentes a él, viajan de un hospedero a otro, cambian a formas diferentes, pero engendran una nueva generación que tiene la misma forma que el parásito progenitor.
Estos descubrimientos llegaron a oídos del médico alemán Friedrich Küchenmeister en 1840 quien había identificado quistes en animales como ratones, cerdos y vacas; y gusanos planos en gatos, perros y humanos. Se imaginó que cuando un depredador se alimenta de una presa, emerge del quiste un gusano en su forma adulta. Küchenmeister realizó experimentos tomando quistes de carne de conejo y alimentó a zorros; al cabo de unas semanas encontró decenas de gusanos planos adultos en los intestinos de los zorros. Repitió el experimento con ratones y gatos, perros y ovejas y en todos los casos encontró segmentos de gusanos adultos en las heces del depredador. Pero aún le quedaba por resolver cómo los humanos se infectaban de gusanos planos, así que consiguió el permiso para efectuar un experimento inimaginable en la actualidad: colectó quistes de carne de cerdo y se las dio de comer en una sopa a un asesino condenado a muerte (tres días antes de su ejecución). Al revisar los intestinos post mortem se encontró con gusanos planos (Taenia; Figura 2a) de unos 2 cm de longitud. Por increíble que parezca repitió el experimento cinco años más tarde, esta vez el convicto fue ejecutado cuatro meses después de comer la carne infectada y en la inspección de sus intestinos encontró gusanos planos adultos de hasta metro y medio de longitud.
Estos y otros fueron los trabajos pioneros que mostraron el camino de descubrimientos mediante los cuales la parasitología alcanzó madurez. Actualmente, su pueden identificar diferentes especies de parásitos por su ADN. Por otro lado, la aclaración de los ciclos de vida permitió generar algunos medios de control y prevención permitiéndonos sobrellevar la vida en un mundo lleno de parásitos y conservar nuestras noches libres de la pesadilla de ser infectados.
Referencias
Cook, G.C. (2001). History of parasitology. En S.H. Gillespi y R.D Pearson (Eds.), Principles and Practice of Clinical Parasitology (pp. 1-20). Jhon Wiley & Sons. doi:10.1002/0470842504
Organización Mundial de la Salud (26 de noviembre de 2024). Dracunculosis.https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/dracunculiasis-(guinea-worm-disease)
Rojas A., Sanchis-Monsonís G., Alić A., Hodžić A., Otranto D., Yasur-Landau D., Martínez-Carrasco C., Baneth G. (2018). Spirocerca vulpis sp. nov. (Spiruridae: Spirocercidae): description of a new nematode species of the red fox, Vulpes vulpes (Carnivora: Canidae). Parasitology. 145: 1917-1928. doi: 10.1017/S0031182018000707.
Zimmer, Carl. (2000). Parasite rex: inside the bizarre world of nature´s most dangerous creatures. Touchstone. New York, USA.
*Red de Biología Evolutiva, Instituto de Ecología, A.C.
§Red de Estudios Moleculares Avanzados. Instituto de Ecología, A.C.