El campo agrícola además de abastecer frutas y verduras también es soporte de otras plantas permanentes y distintos insectos, aves, roedores, bacterias y hongos que son esenciales para la funcionalidad del sistema productivo, a eso le llamamos agrobiodiversidad. Efecto de la diversidad biológica y cultural.
Nuestro país es el centro de origen y diversificación de aproximadamente 200 especies de plantas de importancia agrícola, como son el maíz, la calabaza, el frijol, el chile, el tomate, el aguacate y la vainilla, por mencionar algunas. Sin embargo, esta diversidad se ha visto amenazada debido a diversos eventos entre ellos el cambio climático, ya que las temperaturas extremas, alteraciones en los patrones de lluvia, sequías y aparición de nuevas plagas impactan directamente los cultivos.
La pérdida de la agrobiodiversidad significa perder variedad en nuestros cultivos, lo que empobrece nuestra alimentación, además de que se pierde diversidad genética en ellos, que va ligada a la pérdida de saberes y tradiciones.
La transmisión de los saberes de padres a hijos mantiene las prácticas agrícolas y culinarias que han desarrollado y conservado la agrobiodiversidad. Sin embargo, el trabajo en el campo es poco apreciado, y los jóvenes prefieren salir a las ciudades generando una gran brecha entre la sabiduría de sus tradiciones y costumbres por la búsqueda de formación profesional fuera de su entorno.
La globalización es uno de los factores que promueve la pérdida de la identidad cultural. Los jóvenes anhelan hábitos y consumos que denotan poder adquisitivo ante la sociedad, condición que afecta la valoración y aprovechamiento de los productos locales. Es necesario generar y potenciar el contacto cultural con la juventud y la niñez, puesto que son grupos vulnerables ante la pérdida de la identidad, y al mismo tiempo son los herederos del territorio en donde se puede preservar las tradiciones a futuro.
Siendo la agrobiodiversidad fuente de alimentación, materia prima, medicamentos, polinización, resiliencia ecológica y bienestar social, es urgente acercar y concientizar a los jóvenes sobre el cuidado de esta.
Fomentar el valor e importancia de la agrobiodiversidad en programas educativos es una acción fundamental para involucrar a los jóvenes en el conocimiento y cuidado de los recursos alimenticios locales, generando así conciencia y responsabilidad en la toma de decisiones en sus hábitos de consumo, fomentando una mayor apreciación por los alimentos locales, tradicionales y de temporada. Lo que ayuda a tener presente que estas pequeñas acciones contribuyen a la reducción de la huella ecológica que deja la producción convencional con el uso excesivo de agroquímicos y el desarrollo de alimentos industrializados.
Hay diversas formas de acercar a los jóvenes a dinámicas agroecológicas acopladas con una alimentación sana, pero evidentemente una herramienta clave para la conservación de la agrobiodiversidad es la creación de los bancos escolares de semillas gestionados por ellos mismos. La implementación de un banco de semillas dentro de un recinto escolar sirve de base para el desarrollo de talleres, conferencias, recolectas, juegos y ferias para educar en valores que impulsen la conservación de recursos locales. El almacenamiento y administración de semillas nativas de la comunidad como el maíz, frijol, calabaza, chile, tomates y algunas plantas silvestres con valor para la comunidad, generará en los jóvenes empatía con la labor campesina de producción de alimentos y empoderamiento en el resguardo y administración de las semillas de su comunidad con capacidad de responder a catástrofes ambientales que provocan la pérdida de semillas.
Los estudiantes podrán desarrollar proyectos escolares, incluyendo a la comunidad a través de ferias de semillas y de gastronomía en donde expongan y/o vendan alimentos y productos elaborados con recursos locales.
Es urgente integrar a los jóvenes en la promoción de prácticas agrícolas sostenibles con iniciativas comunitarias para promover la idea de mejorar su territorio y sus recursos locales para no tener la necesidad de salir de su lugar. De la misma manera es indispensable incentivar a los jóvenes con el apoyo de autoridades comunitarias, municipales y gubernamentales en este tipo de proyectos escolares dirigidos al rescate de la agrobiodiversidad como un bien común con fines de desarrollo sustentable.
Agradecimientos:
Al Ing. Daniel Martínez Tirado, a los profesores, personal directivo y alumnos de la Telesecundaria Leona Vicario del municipio de Coacoatzintla, Veracruz.
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Karla Janeisi Reyes Gómez, Universidad Autónoma del Estado Hidalgo
Rosa Guadalupe Pérez Hernández, Instituto de Ecología, A.C.
Rosa María González Amaro, SECIHTI-Instituto de Ecología, A.C.
Armando Contreras Hernández, Instituto de Ecología, A.C.
Zorba Josué Hernández Estrada, Tecnológico de Veracruz