Hoy en día, pese a los avances en el campo de la medicina el conjunto de patologías conocidas como cáncer, ha ido en aumento en los últimos años, y según la Organización Mundial de la Salud (OMS), tan solo en el año 2020, se registraron 10 millones de defunciones a nivel mundial y 19.3 millones de nuevos casos al año, entre los tipos de cáncer más comunes se encuentran el de mama, pulmón, próstata y colorrectal. Esta patología se define como una enfermedad en donde algunas de las células del cuerpo empiezan a multiplicarse sin control y pueden propagarse a otras partes del cuerpo. Normalmente, las células crecen, se dividen y mueren, sin embargo, en el cáncer, las células anormales se dividen sin interrupción y pueden formar masas conocidas como tumores.
Actualmente, las terapias para esta enfermedad incluyen cirugías, quimioterapia, radioterapia, terapia hormonal e inmunoterapias. Desafortunadamente, los tratamientos convencionales provocan efectos secundarios como: afecciones gastrointestinales, pérdida de cabello, irritación en la piel, fatiga, entre otros síntomas, afectando significativamente la calidad de vida de los pacientes durante o después del tratamiento. Por lo que se buscan estrategias de medicina complementaria para reducir los efectos secundarios, para mejorar su calidad de vida, sobre todo protegiendo y estimulando su sistema inmunológico antes, durante y después de los tratamientos oncológicos.
Los tratamientos complementarios se derivan de diversas fuentes naturales, incluidos los hongos. En las últimas dos décadas la investigación clínica en humanos respalda el uso de productos a base de hongos medicinales y comestibles (polvos, tabletas, cápsulas y extractos), y los resultados preliminares publicados en decenas de revistas especializadas en oncología son prometedores, sin embargo, el mayor efecto reportado en los hongos es como coadyuvante, es decir, ayudan en conjunto con otros tratamientos en la solución del problema o la enfermedad. El uso de estos tratamientos está aprobado en países asiáticos (como Japón y China). Por el momento solo un puñado de hongos se han considerado importantes en tratamientos oncológicos para el cáncer de mama, colorrectal, próstata y gástrico.
Dentro de los productos o compuestos de hongos que se han probado en ensayos clínicos en fase I o II (de IV) para su uso en humanos, se encuentran: Lentinula edodes (shiitake), de esta especie se obtuvo el lentinano un tipo de polisacárido con actividad antitumoral y moduladora del sistema inmunológico. En tanto, de Trametes versicolor (cola de pavo), del cual se han obtenido dos polisacáridos proteicos bioactivos, el péptido polisacárido (PSP) y la glicoproteína krestin (PSK). Un hongo muy utilizado en la Medicina Tradicional China es Ganoderma lucidum (reishi/ling zhi), conocido como el hongo de la inmortalidad, del cual se utilizan más de 100 productos como coadyuvantes para el cáncer, presentando entre sus compuestos bioactivos a los ácidos ganodéridos (triterpenos) y los beta-glucanos (polisacáridos). El consumo del hongo Agaricus bisporus (champiñón), ha sido recomendado para prevenir el cáncer debido a la acción del ácido linoleico que contiene. Otro hongo comestible Grifola frondosa (maitake), tiene como principal compuesto bioactivo la denominada fracción D o GFP, un compuesto proteoglicano de tipo beta-glucano. El extracto de Agaricus blazei, contiene componentes activos y se comercializa como potenciador del sistema inmune. De Agaricus sylvaticus, se ha comprobado que sus extractos mejoran el estado nutricional y reduce las reacciones adversas en la función intestinal, las náuseas, la anorexia, así como la fiebre en pacientes tratados con quimioterapia. El hongo Hericium erinaceus (melena de león), se utiliza como producto culinario y medicinal, el cual presenta componentes bioactivos como las erinacinas un grupo de diterpenos y las hericenonas un tipo de benzaldehído. Finalmente, encontramos a Antrodia cinnamomea una especie de hongo utilizada en la medicina tradicional, la cual presenta a la Anctina-A (ATA) un compuesto tipo esteroideo bioactivo.
Los micofármacos son una propuesta prometedora, pero para ello se requiere investigación clínica más exhaustiva para establecer su uso seguro y eficiente. Sin embargo, el uso de hongos medicinales como tratamiento complementario del cáncer es una práctica frecuente, esto basado en conocimientos empírico o tradicional, lo cual no es seguro ni recomendable, ya que aún se desconocen los posibles efectos secundarios o reacciones adversas que se pueden presentar en las diferentes condiciones de salud de los pacientes con cáncer.
Agradecemos el apoyo de la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (SECIHTI antes CONAHCYT) por las becas otorgadas y Proyecto FORDECYT-PRONACES 263959.
A. Red Biodiversidad y Sistemática, Instituto de Ecología, A.C.
B. Centro de Investigación en Micología Aplicada, Universidad Veracruzana.