La quimioluminiscencia es un fenómeno en el que la energía química se transforma en luz sin requerir una fuente de calor. Esta propiedad ha encontrado amplias aplicaciones en diversas disciplinas científicas y se ha convertido en una herramienta valiosa para el estudio ecológicos de distintos grupos taxonómicos, incluyendo los vertebrados. Entre otras cosas, su uso permite desde la detección de enfermedades hasta el análisis de patrones de comportamiento, facilitando investigaciones no invasivas y altamente eficientes en ecología y conservación de especies.
La quimioluminiscencia aplicada a inmunoensayos (CLIA) es un método que permite detectar y cuantificar la presencia de moléculas específicas, como proteínas y anticuerpos, mediante la emisión de luz generada por reacciones químicas. Este principio es similar al mecanismo que utilizan las luciérnagas para producir luz en la oscuridad. En el laboratorio, el CLIA ofrece una herramienta precisa para obtener información sobre procesos biológicos. Utilizando sustratos que se activan por una enzima o anticuerpo específico. Cuando el sustrato se une a la molécula objetivo, la enzima o anticuerpo la modifica químicamente y la excita, generando una emisión de luz, la cual es medida por un detector, que puede ser una cámara o un fotómetro
Una de las principales ventajas del CLIA es su alta sensibilidad, lo que permite detectar incluso cantidades mínimas de hormonas en muestras como sangre, saliva, heces, plumas o pelo. Gracias a esta capacidad, se puede estudiar la fisiología y comportamiento de los animales sin necesidad de capturarlos repetidamente, reduciendo el estrés y perturbación de sus poblaciones en su entorno natural. Además, es una técnica más rápida y precisa que los métodos tradicionales, minimizando el margen de error y facilitando el monitoreo de la salud y el bienestar de poblaciones silvestres.
Otro uso clave del CLIA es la detección de patógenos y enfermedades en la fauna silvestre. Este método permite identificar la presencia de virus, bacterias y otros agentes infecciosos. Esto resulta especialmente útil en especies en peligro de extinción, donde la manipulación directa puede generar estrés y afectar su supervivencia. Al proporcionar una forma eficiente y no invasiva de evaluar el estado de salud de los animales, el CLIA se ha convertido en una herramienta esencial para la conservación y el manejo de la biodiversidad.
En el laboratorio de biología reproductiva de vertebrados, del INECOL, de manera frecuente se analizan muestras que permiten evaluar la presencia de estrés, se identifica el sexo, el estado reproductivo de los individuos o se diagnostican distintas enfermedades, todo eso a partir de tan solo una muestra pequeña de heces y utilizando el CLIA. Por lo anterior se han realizado distintas colaboraciones con otras instituciones educativas o de investigación logrando contribuir al conocimiento sobre la fisiología de distintas aves, de carnívoros como zorra gris (Urocyon cinereoargenteus) y nutrias (Lontra longicaudis), también algunas especies amenazadas como la tortuga endémica del Bolsón de Mapimí (Gopherus flavomarginatus), los manatíes (Trichechus manatus) y el mono aullador negro (Alouatta pigra) entre otros.
Finalmente, es notable que este tipo de herramientas analíticas contribuyen al conocimiento de lo que los animales no nos pueden decir con “palabras humanas”. El CLIA a través de esas muestras “parlanchinas” y que se obtienen de forma “no invasiva”, logra traducir y literalmente “darnos luz” sobre muchas preguntas científicas que podemos plantearnos y responder de nuestra fauna silvestre.
- Red de Biología y Conservación de Vertebrados, Instituto de Ecología A.C. (INECOL)