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Los cimícidos son insectos que se alimentan de sangre de murciélagos y aves. Solo dos especies, las chinches de cama, se alimentan de la sangre del humano

Cimícidos y las temidas chinches de cama

Estudio.
Parásito. Primera Imagen: Chinche de cama. (Imagen tomada de la Internet.)

La familia Cimicidae pertenece al orden de insectos Hemiptera y al suborden Heteroptera, en el que se clasifican a las llamadas “chinches verdaderas.” Cimicidae está integrada por cerca de 110 especies descritas alrededor del mundo. Los miembros de esta familia, los cimícidos, son insectos con cuerpos de forma ovalada y aplanados dorsoventralmente, es decir, como si alguien les hubiera dado un pisotón y los dejara planos como una moneda. Su tamaño varía de 4 a 12 milímetros de largo y los adultos presentan alas reducidas que no les son útiles para volar.

Una característica interesante de los cimícidos es que todas las especies son hematófagas, esto es, necesariamente requieren alimentarse de sangre de vertebrados para poder crecer, sobrevivir y reproducirse. Se alimentan de la sangre de murciélagos, aves y humanos. Se les considera ectoparásitos temporales. El prefijo ecto proviene del griego y significa “fuera de,” y parásito es un organismo que se beneficia de otro, de distinta especie, causándole algún daño. Así, tenemos que un ectoparásito es un organismo que actúa sobre la superficie corporal de otro organismo. Además, son temporales porque se encuentran sobre su huésped (organismo que sufre sobre sí la acción de un parásito) solo por algún período de tiempo, pues no tienen estructuras que les permitan permanecer fijos y estables cuando el huésped se desplaza. Por ejemplo, los piojos (también insectos ectoparásitos) presentan modificaciones en forma de ganchos prensores en sus patas que les permiten engancharse a los pelos de su huésped y viajar con él. Los cimícidos se alimentan por medio de un aparato bucal modificado y con forma de aguja que succiona la sangre, en forma similar a como lo hacen los molestos mosquitos. Generalmente pican en zonas donde la piel es más delgada y está libre de estructuras como plumas o pelos. En los humanos se ha observado que los piquetes son más comunes en brazos, piernas y espalda, aunque también lo hacen en la cara, en la zona alrededor de los ojos.

En el idioma inglés es práctica habitual que se asignen nombres comunes a diferentes especies, en este caso, algunos nombres comunes aplicados a diferentes especies de cimícidos son: chinche del murciélago (bat bug), chinche del pollo (chicken bug), chinche de la golondrina (swallow bug), chinche de la paloma (pigeon bug) y chinche de cama (bed bug), entre otros. Al referirnos a la “chinche de cama” lo hacemos cuando hablamos de la especie Cimex lectularius Linnaeus, uno de los insectos más ampliamente reconocidos y distribuidos en el mundo debido a su larga y desagradable relación con el ser humano. Además de esta especie, también tenemos a la “chinche de cama tropical,” Cimex hemipterus (Fabricius), la cual, a diferencia de C. lectularius, está adaptada para habitar en zonas con climas más cálidos. Estas dos especies son las más importantes para nosotros, pues son las que, de las 110 conocidas, primordialmente parasitan a los humanos.

Es interesante pensar sobre cómo fue que estas dos especies, o más bien sus antepasados, tuvieron su primer contacto con el humano y posteriormente se adaptaran para que su principal fuente de alimento proviniese de este. Para darnos una idea de esto hay que remontarnos en el tiempo varias decenas de miles de años, hasta la época en que los humanos habitaban en cavernas. Se considera que fue en estos sitios, comúnmente también habitados por murciélagos y aves, donde se dio el primer contacto entre los antepasados de la chinche de cama y los humanos. Por otra parte, la evidencia más antigua que conocemos sobre la relación entre humanos y la chinche de cama proviene del antiguo Egipto. A finales del siglo pasado los arqueólogos desenterraron restos de chinches de cama en un sitio arqueológico en la ciudad de Amarna, al sur de la capital El Cairo. Esta evidencia indica que la relación entre la especie C. lectularius y el humano ya existía hace por lo menos 3,550 años. Nuestro contacto con los cimícidos comenzó en las cavernas, ahí se estrechó y fortaleció la relación parásito-huésped, y desde entonces nos han acompañado escondidas entre nuestras pertenencias (ropa, muebles) en nuestro recorrido alrededor del planeta.

Estudio.
Parásitos. Segunda Imagen: Estados de desarrollo de las dos especies de chinche de cama: estadios ninfales 1–5 (inmaduros) y adultos hembras (H) y machos (M). (Imagen modificada de Doggett & Lee (2023).)

Característicamente una chinche de cama adulta mide cerca de cinco milímetros de largo por tres de ancho. Su cuerpo es de color rojizo y está cubierto de finas sedas (pelitos). Son aplanados cuando no se han alimentado, porque al hacerlo su abdomen se hincha considerablemente debido a la sangre ingerida. Poco tiempo después el cuerpo vuelve a ser aplanado al digerirse el alimento y excretar los residuos. Típicamente se alimentan una vez por semana. El ciclo de vida de la chinche de cama incluye los siguientes estados: 1) huevecillo, 2) ninfa (cinco estadios ninfales) y 3) adulto. Todo comienza cuando la hembra deposita los huevecillos en zonas protegidas en la casa o dormitorio (grietas en la pared o madera, pliegues de colchones y detrás de papel tapiz, entre otros sitios). Después de un par de semanas el primer estadio ninfal emerge del huevecillo. Esta ninfa blanquecina, que en esencia es una versión inmadura y miniatura del adulto, necesita alimentarse de sangre para continuar su desarrollo. Así pasará del estadio ninfal uno al cinco. Al cambiar de estadio su cuerpo aumenta en tamaño, volumen y la coloración rojiza se hace más oscura. Después de la quinta muda emerge el adulto. Una vez que llegan a esta etapa, deben alimentarse y buscar pareja para reproducirse y comenzar el ciclo de nuevo. Una hembra puede depositar unos cinco huevecillos al día y un total de varios cientos a lo largo de su vida. Las chinches de cama son muy resistentes, se ha documentado que pueden llegar a vivir hasta por un año sin alimentarse. Las infestaciones de estos insectos pueden ser severas y difíciles de controlar, por lo que hay que ser cuidadosos al comprar enseres de segunda mano (muebles, ropa de cama, prendas de vestir) y al viajar, pues podemos transportarlas de un lugar a otro y sin intención abrirles la puerta de nuestro hogar.

  • Red de Biodiversidad y Sistemática, Instituto de Ecología, A.C., (INECOL), Carretera Antigua a Coatepec Núm. 351, El Haya, Xalapa, Veracruz 91073, México. (correos electrónicos: daniel.reynoso@inecol.mx; rodolfo.novelo@inecol.mx)

Referencias

Doggett, S. L. & Lee, C-Y. (2023). Historical and contemporary control options against Bed Bugs, Cimex spp. Review of Entomology, 68, 169–190.

Panagiotakopulu, E. & Buckland, P. (1999). Cimex lectularius L., the common bed bug from Pharaonic Egypt. Antiquity, 73, 908–911.

Reinhardt, K. & Siva-Jothy, M. T. (2007). Biology of the Bed Bugs (Cimicidae). Annual Review of Entomology, 52, 351–374.

Trustees of the British Museum (Natural History). (1973). The Bed-Bug. British Museum (Natural History) Economic Series No. 5, London.

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