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La sonda espacial india Aditya-L1, lanzada hace solo unos meses, ha captado las primeras imágenes de una llamarada explosiva en la atmósfera solar más baja, registrada el 22 de febrero de 2024 y que lanzó enormes cantidades de radiación al espacio.
A diferencia de Aditya, otros observatorios solares son “ciegos” a la zona donde las llamaradas salen de la superficie solar. Por lo tanto, los nuevos datos ayudarán a mejorar nuestra comprensión de cómo se forman las llamaradas y cómo se propagan a través de las diferentes capas de la atmósfera solar.
Entre las sondas solares en el espacio, la nave espacial Aidyta-L1 es una recién llegada. El observatorio solar fue lanzado al espacio recién en septiembre de 2023 y tomó su puesto de observación en el punto de equilibrio cercano a la Tierra L1 entre la Tierra y el Sol poco después.
El 22 de febrero de 2024 se produjo una enorme explosión de radiación en el lado del Sol que mira hacia la Tierra. Los investigadores clasifican la llamarada en la categoría X6.3, lo que la sitúa entre las explosiones de radiación más energéticas.
En la Tierra, las erupciones de este tipo pueden afectar al funcionamiento de los satélites, las redes eléctricas y las comunicaciones por radio. Y unos meses más tarde, espectaculares auroras, que pudieron verse incluso en el sur de Europa, fueron acompañadas de llamaradas igualmente intensas. Otros observatorios espaciales, como el Observatorio de Dinámica Solar (SDO) de la NASA y el Solar Orbiter de la ESA, así como telescopios terrestres, también centraron su atención en el espectacular evento.
Pero Aditya ve dónde se originan las llamaradas. Cuando una llamarada sale de la superficie solar, pasa por varias zonas, comenzando por la superficie del sol a unos 5.800 °C y terminando en la corona, que está a más de 1.000 millones de grados Celsius.
Debido a las diferencias extremas de temperatura, la corriente de partículas brilla en diferentes longitudes de onda, desde el rango de longitud de onda visible para los humanos cuando sale de la superficie, pasando por el rango ultravioleta cuando se calienta hasta varias decenas a cientos de miles de grados Celsius, hasta el rango de rayos X cuando alcanza la corona. El motivo por el que el plasma se calienta cada vez más a medida que se aleja del sol probablemente se deba a las constantes erupciones de energía del sol, que calientan sus alrededores.
“Es una gran suerte que Aditya-L1 haya podido presenciar una llamarada tan fuerte justo al comienzo de su carrera científica”, dice en un comunicado Sami Solanki, director del Instituto Max Planck de Astronomía y coautor de la investigación publicada en The Astrophysical Journal Letters. “Junto con las observaciones de otras sondas y telescopios, esto proporciona por primera vez una imagen completa de los procesos que ocurren en diferentes capas de la atmósfera solar durante una llamarada”, agrega.