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La corriente ecofeminista, vincula la opresión de las mujeres con la degradación del medio ambiente. Por tanto, las mujeres y la naturaleza históricamente han sido dominadas y explotadas por las sociedades

La naturaleza biológica y social de la mujer

Ecofeminismo El término “ecofeminismo” fue acuñado por Françoise d’Eaubonne en 1974 bajo la consigna “feminismo o muerte” (le feminisme ou le mort), donde denunció el sexismo del movimiento ambientalista europeo de su época. (Gaceta CCH)

El 8 de marzo se conmemoró internacionalmente el Día de la Mujer, lo anterior debido a que las mujeres hemos participado en diferentes fuerzas transformadoras. Desde las sufragistas que lucharon en Estados Unidos por el derecho al voto en 1910, hasta las activistas contemporáneas que denuncian y han visibilizado las distintas violencias de género, los techos de cristal, los pisos fangosos, la desigualdad salarial, labores del hogar y cuidado sin remuneración que, sin duda, han dejado huella y cambiado los paradigmas sociales, laborales y políticos para alcanzar una sociedad más justa y equitativa para mujeres y hombres.

La mujer no sólo es la contraparte de la especie humana para la reproducción o modelo ideal de familia, ni consorte o contra partida del hombre, su propia especificidad biológica y sobre todo social le lleva a considerar que entiende mejor las circunstancias económicas y sociales del deterioro de la naturaleza y la transformación social. Esto se debe a que, en los últimos tiempos, la división del trabajo le había asignado al hombre llevar el sustento a su hogar o, lo que es lo mismo, proveer en dinero para que la mujer se encargara de comprar o intercambiar esa moneda por productos perecederos para su familia, de ahí que la llevó a tratar de entender el origen y forma de producción estacionaria o permanente de vegetales y agropecuarios para el consumo humano, por lo que es más sensible a la degradación biológica de los ecosistemas y a la necesaria transformación social, de la injusta distribución de la riqueza.

Es fundamental destacar que las mujeres y la naturaleza compartimos características similares y que, gracias a ello, histórica, cultural y filosóficamente se ha asociado a la naturaleza con el género femenino. La corriente ecofeminista, vincula la opresión de las mujeres con la degradación del medio ambiente. Por tanto, las mujeres y la naturaleza históricamente han sido dominadas y explotadas por las sociedades, por lo que es posible establecer una conexión y promoción de una visión holística en la defensa de tanto del medio ambiente como de la mujer.

El equilibrio de la vida, esta conformado por ciclos como las estaciones del año, el agua, el crecimiento en el reino vegetal y animal en la naturaleza; así como los ciclos menstruales y de menopausia que experimentamos las mujeres a lo largo de la vida permitiendo la capacidad de crearla y mantenerla. A través de la fertilidad de la tierra, la naturaleza provee de la energía necesaria para mantener con vida a los organismos y de reabsorber la energía de los organismos fallecidos, restableciendo de esa forma el equilibrio fundamental para los ecosistemas. Las mujeres, tenemos la capacidad de llevar vida en nuestro vientre, alimentarla y cuidar de ella, así como también a los seres que nos rodean.

La resiliencia es otra característica que compartimos. La naturaleza tiene mecanismos para compensar los daños y explotación que hemos realizado en su contra, tiene procesos adaptativos y evolutivos que han permitido mantener la existencia de los organismos a pesar del cambio climático ocasionado principalmente por una visión y explotación antropocentrista. Las mujeres también somos resilientes y capaces de adaptarnos a grandes desafíos con fortaleza y determinación para generar cambios y mejores condiciones para las mujeres de otras generaciones. Además tenemos la capacidad de buscar mecanismos que ayuden a reducir problemas sociales y económicos como la discriminación, distintas violencias de género, acceso limitado a la educación, ciencia y tecnología, incluso hasta buscar a las hijas e hijos propios y de otras madres que han desaparecido. Buscamos justicia, aun cuando las condiciones judiciales siguen siendo desequilibradas, revictimizan y por lo general son procesos largos y a pesar de que en muchos casos al final son desestimados, por no contar con los elementos necesarios, seguimos en la búsqueda de la igualdad de circunstancias y condiciones más equitativas para acceder a la justicia.

Otra característica que tenemos en común es la diversidad: En la naturaleza la diversidad se refleja en los distintos sistemas biológicos complejos conocidos como ecosistemas, los cuales permiten diferentes tipos de vida desde microorganismos, como los virus y las bacterias, hasta organismos más desarrollados como plantas y animales que habitan en distintos ecosistemas acuáticos o terrestres. De forma similar, las mujeres somos muy diversas.

Gracias a las mujeres sufragistas, hoy en día las mujeres tenemos el derecho de elegir a nuestros representantes y gobernantes; gracias a las mujeres que lucharon por la inserción laboral de la mujer en los años setenta. Hoy en día, ya no es de extrañar ver a las mujeres en áreas que normalmente estaban reservados para los hombres como el arte, la ciencia, la política, las ingenierías, la medicina o incluso como presidentas.

Actualmente, la definición de mujer ha roto paradigmas sociales y no sólo se restringe a su valor para la procreación o cuidados. Sin embargo, aún quedan muchos desafíos, como la igualdad y equidad en el cumplimiento de derechos, acceso a la justicia, brecha salarial, discriminación, falta de representación en roles de liderazgo, acoso de diferente índole, conciliación de la vida laboral y familiar, por mencionar algunas. Sin duda, es necesario seguir proponiendo y buscando mejores estrategias para la conformación de un tejido social, en donde las personas tengan los mismos derechos y oportunidades, sin importar el género.

*Académica del Cibnor

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