
¿Cuál es la relación que existe entre la situación que guarda el tejido social, y la contaminación que se vierte al agua, al aire y al suelo en una cuenca? ¿Qué tienen que ver las diferentes formas de violencia, con la contaminación al ambiente y los daños a la salud de la población? La Cuenca del Alto Atoyac (CAA) enfrenta una grave situación de contaminación socioambiental que se deriva de tres fuentes principales: los desechos de las múltiples industrias que se han instalado en este territorio durante las últimas décadas; las descargas municipales; y el crecimiento urbano desorganizado (CONAHCYT, 2023). Las consecuencias de esta situación afectan a la mayor parte de la población que habita el estado de Tlaxcala, así como a una parte considerable de Puebla, especialmente a la que vive en su capital.
Los efectos en el ambiente se observan en agua, suelo y aire; e inciden también de forma directa en la salud de la población, pues se ha identificado que en esta región las tasas de leucemias, Enfermedad Renal Crónica (ERC) y malformaciones congénitas son las más altas del país. Así, este es uno de los motivos por los cuales esta fue caracterizada como una Región de Emergencia Sanitaria y Ambiental (RESA), lo cual indica que es necesario atender de forma prioritaria las causas de la contaminación, así como las consecuencias a la salud, contemplando un trabajo sistemático de prevención.
Las Organizaciones de Base Comunitaria (OBC) que han denunciado esta problemática, en articulación con investigadoras e investigadores de diversas instituciones, han señalado que la comprensión del problema y las acciones para su atención deben tener una mirada integral. Esto significa no solamente que desde las investigaciones es necesario introducir un enfoque inter y transdisciplinario, sino también que es indispensable reconocer que se trata de daños al ambiente con consecuencias en la salud, pero también en el tejido social de la población que habita en la RESA. ¿Qué le pasa a una población que vive en un ambiente con altos niveles de contaminación, con problemas de salud y con poco acceso a atención adecuada? Sin lugar a duda, la vida y las relaciones sociales tienen también efectos, aun cuando, paradójicamente, la industria sea una fuente de empleo para algunos miembros de las familias de la región.
El acto de emitir contaminantes que son altamente tóxicos es en sí mismo un ejercicio de violencia que atenta contra todas las formas de vida. A este se suman otros cuya interconexión se ha ido complejizando con la poca o nula regulación por parte de las autoridades correspondientes. Cuando una familia se enfrenta a un aumento elevado de sus necesidades económicas generadas por el tratamiento de uno de sus miembros con ERC de por vida, por ejemplo, ocasiona tensiones, aumento de la violencia intrafamiliar, disminución de la participación en las dinámicas comunitarias e incluso propicia el vínculo con redes del crimen organizado. Al mismo tiempo, el sueño de una vida moderna genera separación de las formas de sostenimiento más ancladas al campo, a la agricultura y a la organización comunitaria. En ese sentido, se ha denunciado también que el fenómeno de la alta presencia de trata de personas con fines de explotación sexual en esta región puede estar relacionado con la dinámica de la industria en la región, por lo que no es casual que haya una tasa más alta que en otras zonas del país.
Esta realidad parece desalentadora, ¿cómo podemos situarnos en este territorio que ha sido guardián de semillas nativas y cuya abundante agua ha sido un atractivo para la industria? Los vínculos sociales no están del todo rotos ni han logrado ser desplazados del todo. Coexisten en el territorio formas de organización y cuidado de la vida que siguen siendo parte de las dinámicas, del paisaje y del trasfondo de la cotidianidad. Los comités comunitarios del agua con su diversidad y sus dificultades operativas continúan garantizando el acceso de las comunidades al agua; las festividades continúan convocando a la población para tener celebraciones en las que hay participación; emergen iniciativas de cultivos que se suman a la transición agroecológica y continúa la conformación o fortalecimiento de redes alternativas de comercio y consumo; y las organizaciones de base comunitaria denuncian y se articulan con el sector académico para ejercer acciones de restauración del territorio.
Sí, el tejido social forma parte del sistema que sufre las afectaciones de la devastación, las formas de violencia están relacionadas con la contaminación y es necesario reconocerlo. Sin embargo, la pulsión de vida continúa aún en una Región de Emergencia Sanitaria y Ambiental.
Bibliografía
Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías. (2023, octubre). 1er informe estratégico: Cuenca del Alto Atoyac (Tlaxcala y Puebla): Región de emergencia sanitaria y ambiental; problemática socioambiental y recomendaciones para su atención integral.