
Una vez concluida la fase de campo de la Real Expedición Botánica a la Nueva España, José Mariano Mociño partió rumbo a España con otros de los expedicionarios en la primavera de 1803. Aunque había mucho trabajo por hacer con las colectas realizadas en la Nueva España, una epidemia de vómito negro hizo que el rey Carlos IV encomendara a Mociño estudiar la situación e implementar medidas para su control. Mociño sabía del vómito negro y las medidas para enfrentarlo en Veracruz.
El vómito negro para los españoles, o fiebre amarilla para los ingleses, es una enfermedad viral hemorrágica endémica de los trópicos en África, Centroamérica y Sudamérica. Sus síntomas incluyen fiebre alta, ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos, de ahí el nombre para los ingleses) y dolor abdominal con vómitos (de ahí el nombre para los españoles). En su fase más grave, puede causar la muerte en un plazo de 7 a 10 días. La enfermedad es ocasionada por un virus que se transmite por la picadura de mosquitos infectados, principalmente de la especie Aedes aegypti. Su impacto rebasó las regiones tropicales, entre los siglos XVII al XIX la enfermedad fue transportada a América del Norte y Europa con el comercio y la movilidad marítima causando epidemias devastadoras
La experiencia adquirida en América, sumada a lo que observó en Andalucía, permitió a Mociño concluir que el vómito negro no era contagioso. Aunque esta conclusión causó molestia entre los médicos peninsulares, Mociño hizo un llamado a sus colegas y logró implementar un plan sanitario exitoso.

“Médicos Españoles! Ayudad a un Profesor americano a salvar vuestra Patria cuya ruina se acelera mientras subsista la vana opinión de un contagio que nunca ha existido. Vosotros disteis al Govierno los dictámenes en consecuencia de los quales, sacrificando sus propios intereses ha puesto travas al comercio de las más fértiles de sus provincias.”
Su método se basó en la observación acuciosa que favorecía la prevención y detección temprana. Mociño realizó un cambio radical a la forma como se atendía el vómito negro en España, cambio a los derivados del opio, las sangrías, los vomitivos y los laxativos por la quina como un recurso eficiente para controlar la fiebre.
Observó que los cadáveres no eran recogidos, que había aguas estancadas en la ciudad y que muchos contagiados yacían en las calles a merced de la picadura de los mosquitos:
“Continuamos nuestra observación en el ya dormido, para anticipar la prueba de los fenómenos que deben resultar quando la debilidad llega a aumentarse y para convencernos de que a las sensaciones molestas se siguen luego su disminución o su pérdida total, y muchas veces su perturbación. Dormido el hombre, no siente ya la incomodidad que le causaba la luz en la somnolencia; ya no oye el aleteo de la mosca, ni el zumbido de los mosquitos, ya no siente quando estos insectos se aposan sobre lo desnudo de su cuerpo, y apenas percibe quando es ligero su sueño la comezón que le inducen sus picaduras.”
Convencido de que la enfermedad no era contagiosa, Mociño se acercó a las personas contagiadas que estaban en las calles. Para evitar su sufrimiento hizo arreglos para trasladarlos a hospitales y campamentos en las afueras de la ciudad. También ordenó secar todas las aguas estancadas. Sin saberlo, por serendipia, o “chiripa” como se le dice en México, con esas medidas empezó a reducir la proliferación de los mosquitos. Habrían de transcurrir casi 80 años para que el médico Carlos Juan Finlay y Barrés identificara al mosquito Aedes aegypti como el vector de la Malaria.
Mociño prohibió aglomeraciones y la entrada de personas de otras ciudades afectadas. También pugnó para que los medicamentos fueran accesibles a los más pobres. Hacia finales de 1804, sus medidas habían dado resultados importantes, aunque la extensión de la epidemia ya había cobrado un precio alto en vidas humanas. El trabajo de Mociño sobre la malaria fue censurado por varios médicos peninsulares. No obstante, los médicos que lo apoyaron en Écija le brindaron su admiración y respeto.
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Referencias
-Capuz T. C. 1870. La Ilustración Española y Americana XIV (27): 435.
-Divito, J. C. (1965). Mociño y la fiebre amarilla. Historia Mexicana, 15(1), 97-114.
-Mociño y Losada, J. M. & de Sessé y Lacasta, M. (2010-2020). La Real expedición botánica a Nueva España. Siglo XXI Editores, 14 volúmenes
-https://www.paho.org/es/temas/fiebre-amarilla