
En los cuerpos de agua de la Cuenca del Alto Atoyac (CAA), ubicada en los estados de Tlaxcala y Puebla, la presencia de diversos contaminantes representa una amenaza ambiental y sanitaria (Figura 1). Entre los principales detectados se encuentran los metales pesados, como plomo, cadmio y mercurio, entre otros; los compuestos orgánicos como hidrocarburos, bifenilos policlorados (BPC) y pesticidas. Además, se han identificado contaminantes microbiológicos, derivados de descargas de aguas residuales sin tratamiento adecuado, que introducen bacterias patógenas como Escherichia coli, coliformes fecales y virus. Esta variedad de contaminantes se caracteriza por su persistencia en el ambiente, su capacidad de bioacumulación en los organismos vivos y su alta toxicidad y movilidad, lo que incrementa el riesgo de enfermedades crónicas e infecciosas en la población.
La compleja problemática ambiental que enfrenta la CAA resalta la necesidad de utilizar herramientas eficaces para monitorear y gestionar la contaminación del agua. En este sentido, los Sistemas de Información Geográfica (SIG) han demostrado ser aliados fundamentales en la identificación y visualización de patrones espaciales de contaminación. Los SIG permiten representar de manera precisa la distribución de diversos contaminantes sin necesidad de realizar un gran número de muestreos. Además, con la integración de técnicas de muestreo in situ y métodos de predicción, es posible estimar la distribución de contaminantes en áreas donde no se tienen datos y mapear los patrones de contaminación, facilitando así la identificación de zonas con altos niveles de afectación.
Por ejemplo, de acuerdo con los datos de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) de 2019, la calidad del agua en los 80 puntos de muestreo de la región de la CAA refleja una alarmante degradación. Con base en los indicadores de Demanda Química de Oxígeno (DQO) y Demanda Bioquímica de Oxígeno (DBO), que evalúan la presencia de materia orgánica biodegradable y no biodegradable en el agua, se identificó que 89% de los puntos de muestreo presentaron agua contaminada o fuertemente contaminada en cuanto a DQO, mientras que, en la medición de DBO, 65% de los puntos reflejaron niveles de contaminación o fuerte contaminación. Esto indica una alta carga de materia orgánica y contaminantes en el agua, lo que provoca un mayor consumo de oxígeno durante su descomposición, afectando la vida acuática y reduciendo la capacidad natural de autodepuración de los cuerpos de agua en la región.
La localización de los sitios de muestreo y su clasificación en función de estos dos parámetros a través de los SIG permite visualizar de manera espacialmente explícita las áreas con mayor contaminación en los cuerpos de agua de la cuenca (Figura 2). Esto facilita la identificación de patrones de distribución de contaminantes, permitiendo a las autoridades ambientales enfocar sus esfuerzos en las zonas más afectadas y determinar las fuentes precisas de contaminación.
Además, el uso de herramientas SIG permite generar modelos predictivos para planificar estrategias de remediación y mitigación, optimizando los recursos destinados a la gestión de la calidad del agua. La integración de datos de monitoreo con SIG no solo mejora la comprensión de las fuentes de contaminación y su impacto ambiental, sino que también fortalece la toma de decisiones en la implementación de políticas públicas. Además, facilita la identificación de poblaciones vulnerables, permitiendo orientar esfuerzos hacia su protección y la mitigación de riesgos.
La aplicación de los SIG en el estudio de la calidad del agua en la Cuenca del Alto Atoyac subraya la importancia de una gestión ambiental integral basada en evidencia. Al proporcionar un panorama detallado y dinámico de la contaminación, estas herramientas pueden ser clave para el desarrollo de soluciones efectivas que protejan tanto los ecosistemas acuáticos como la salud de las comunidades.
Referencia:
Comisión Nacional del Agua (2022) Indicadores de la calidad del agua superficial en la Cuenca del río Alto Atoyac (2012-2019). Río Atoyac y sus afluentes
*CEIBAAS-INECOL/Red de Ecología Funcional