
La emergencia sanitaria por COVID-19 marcó un punto de inflexión en los sistemas educativos a nivel mundial, que se vieron en la necesidad de transformarse de manera acelerada para enfrentar los desafíos de una situación extraordinaria e inédita. El cierre de los planteles educativos, sumado a la urgencia de garantizar el aprendizaje continuo, impulsó la adopción de nuevas tecnologías y estrategias pedagógicas, dando inicio a modelos educativos más flexibles.
Investigación sobre la transformación de la educación universitaria
A través de la tesis “Dinámicas neoinstitucionales en la transformación de la política educativa universitaria durante la pandemia de COVID-19. Un análisis interpretativo desde el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (ICSHu) de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH)”, Juan Carlos Carrillo Espinosa, estudiante del Doctorado en Ciencias Sociales, busca generar propuestas que ayuden a las instituciones educativas a prepararse e implementar mejores respuestas ante situaciones similares, en beneficio de la sociedad.
“Existía una gran preocupación por intervenir en estos procesos, identificar las problemáticas que afectaron la educación universitaria y, mediante la investigación, aportar propuestas que dieran solución a las principales necesidades durante la emergencia sanitaria”, señaló el estudiante de la Autónoma de Hidalgo, quien destacó cómo este fenómeno cambió la forma de impartir educación.
El papel de la política pública en la educación
Carrillo Espinosa explicó que, en un contexto de emergencia sanitaria, era fundamental que la política pública educativa estableciera los esquemas para garantizar una educación de calidad. Por ello, su trabajo analiza cómo esta política se modificó a lo largo de la pandemia. “Las instituciones son el cimiento de la sociedad, dirigen el comportamiento y reconducen las acciones del ser humano según las circunstancias”, subrayó.
Destacó que, al tratarse de una situación extraordinaria sin precedentes, la transición de la educación presencial a la remota enfrentó múltiples desafíos. Entre ellos, la falta de capacitación tecnológica de algunos docentes, la crisis económica que impidió a muchos estudiantes contar con el equipo necesario para acceder a las clases en línea, y las afectaciones a la salud derivadas de la pandemia.
Desafíos y repercusiones en el aprendizaje
“Fue necesario capacitar al cuerpo docente para llevar a cabo las actividades a distancia de forma óptima. Se tuvieron que adecuar los contenidos y los procesos de evaluación, lo que tuvo repercusiones en el aprendizaje. Se registró rezago educativo, abandono escolar derivado de la crisis económica, el desempleo, la reducción de la jornada laboral y la propia enfermedad. Incluso, algunos estudiantes asumieron la responsabilidad de sostener sus hogares, lo que hace aún más relevante estudiar este fenómeno”, indicó.
La pandemia obligó a las instituciones educativas a suspender clases presenciales y trasladar abruptamente la enseñanza a un entorno virtual. Sin embargo, esta transición amplificó problemáticas preexistentes, como la brecha digital, que dejó a miles de estudiantes sin acceso a dispositivos o conexión a internet. Asimismo, la falta de capacitación docente y la reducción del trato directo con los estudiantes afectaron el desarrollo de habilidades socioemocionales. En los niveles educativos más bajos, la adquisición de conocimientos básicos se vio comprometida por la falta de supervisión. Simultáneamente, el aislamiento redujo la motivación y el rendimiento académico del estudiantado.
Adaptación y evaluación de las políticas educativas
El doctorante Carrillo Espinosa explicó que, durante la pandemia, las acciones y políticas educativas se modificaron con el objetivo de dar continuidad al proyecto formativo. Esto incluyó la implementación de medidas para el regreso gradual a las actividades presenciales, la adecuación de las condiciones sanitarias en las instituciones educativas y la determinación de qué clases se impartirían en formato presencial o virtual. También se evaluó qué sectores de la comunidad estudiantil y docente estaban en condiciones de regresar a las aulas.
“Muchas instituciones no estaban preparadas y tuvieron que responder de inmediato. La pandemia trajo consigo nuevas problemáticas: alumnos que no terminaron de madurar en su proceso de aprendizaje, la pérdida del hábito de estudio y la flexibilización del sistema educativo ante la emergencia. Por ello, es necesario un proceso de evaluación para analizar qué medidas fueron efectivas y cuáles no, con el fin de mejorar nuestra respuesta en el futuro”, señaló.
Acciones de la UAEH durante la pandemia
Por otra parte, Carrillo Espinosa destacó que las acciones implementadas por la UAEH durante la pandemia fueron adecuadas, ya que se alinearon con las políticas educativas públicas establecidas por organismos nacionales e internacionales para salvaguardar la salud de la población, permitiendo la continuidad del proyecto educativo.
Finalmente, reconoció el nivel académico de la máxima casa de estudios en Hidalgo, así como el esfuerzo del personal docente, cuyo compromiso ha garantizado una educación de calidad a la comunidad universitaria. “Me siento satisfecho y feliz de formar parte de la UAEH. Es una institución que, a través de la exigencia, fomenta hábitos que nos acercan a un alto nivel académico y, en el ejercicio de nuestra profesión, nos permitirán responder a las necesidades de la sociedad”, concluyó.
Lecciones y oportunidades para el futuro
A pesar de los desafíos que la pandemia supuso en materia educativa y sanitaria, también representó un catalizador de cambios con impactos positivos, entre ellos, el desarrollo de nuevas habilidades tanto en docentes como en estudiantes, la modernización acelerada de los modelos educativos mediante herramientas digitales y la diversificación de los recursos de aprendizaje. Asimismo, se destacó la importancia del bienestar emocional como un factor clave en la educación.
Si bien la transición fue difícil, las políticas educativas evolucionaron hacia una visión más abierta a la innovación y con mayor conciencia sobre la necesidad de reducir las brechas tecnológicas y pedagógicas, garantizando así un aprendizaje más inclusivo y eficiente.