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El estudio, realizado por investigadores del Instituto de Geología y Paleontología de Nanjing, dependiente de la Academia China de Ciencias (NIGPAS), se publica en la revista Nature

Un fósil de 160 millones de años ilustra la evolución de los parásitos

Parásito. Juracanthocephalus (a, vista general; b, reconstrucción artística) y comparación con Acanthocephala actual (c). Barras de escala: 2,0 mm (a, b), 0,5 mm (c). (YANG DINGHUA)

   Un fósil de 160 millones de años desenterrado en la región china de Mongolia Interior aporta información sobre el origen y la evolución de los gusanos parásitos.

   El estudio, realizado por investigadores del Instituto de Geología y Paleontología de Nanjing, dependiente de la Academia China de Ciencias (NIGPAS), se publica en la revista Nature.

   El fósil recién identificado, Juracanthocephalus, pertenece a un grupo de parásitos conocidos como gusanos de cabeza espinosa. Estos organismos endoparásitos habitan ecosistemas marinos y terrestres de todo el mundo.

   Con una longitud aproximada de uno a dos centímetros, Juracanthocephalus posee un cuerpo fusiforme dividido en tres partes diferenciadas: probóscide, cuello y tronco. Los investigadores creen que este antiguo parásito probablemente habitaba en anfibios y otros huéspedes.

GANCHOS CURVOS PARA ADHERIRSE A SU HUESPED

   Su probóscide retráctil presenta ganchos curvos y endurecidos que la habrían anclado firmemente en el tracto digestivo de su huésped. Su cuerpo estaba cubierto de 32 crestas acanaladas que actuaban como “tiras antideslizantes” naturales para ayudarle a mantenerse firmemente anclado en los intestinos del huésped.

   Lo más notable fue que los investigadores descubrieron un intrincado mecanismo mandibular cerca de la parte frontal de su tronco, compuesto por múltiples estructuras similares a dientes que aumentan de tamaño posteriormente, similar a una picadora de carne en miniatura. Los investigadores especulan que este aparato mandibular se utilizaba principalmente para procesar nutrientes de los tejidos del huésped.

   Wang Bo, investigador del NIGPAS, afirmó que este hallazgo proporciona evidencia tangible para desentrañar el antiguo misterio de los orígenes de los acantocéfalos.

   “Estos parásitos pueden infectar a una amplia gama de huéspedes, incluyendo humanos, cerdos, perros, gatos y peces. Anteriormente, cómo y cuándo este extraño grupo de parásitos evolucionó a partir de un ancestro de vida libre y no endoparásito siempre había sido un misterio", afirmó Wang.

   Wang señaló que la estructura mandibular de Juracanthocephalus se asemeja a la de los rotíferos ancestrales, mientras que su probóscide ganchuda muestra claras similitudes con los acantocéfalos modernos. Esto demuestra claramente que evolucionaron a partir de rotíferos de vida libre, desarrollando estructuras craneales especializadas para adaptarse a la vida parasitaria, lo que los convierte en un eslabón crucial en la transición evolutiva.

   Además, el descubrimiento desafía la creencia popular sobre el hábitat donde estos parásitos evolucionaron inicialmente. Si bien los acantocéfalos modernos son predominantemente marinos, Juracanthocephalus se encontró en depósitos terrestres, lo que sugiere que estos parásitos podrían haberse adaptado primero a animales terrestres antes de colonizar ambientes marinos, añadió Wang.

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