Las abejas son un grupo de insectos pertenecientes al orden Hymenoptera, relacionadas con las avispas y las hormigas. Probablemente las abejas más conocidas por la mayoría de las personas son aquellas utilizadas para la obtención de miel y algunos otros productos de sus colmenas como es el caso de Apis mellifera y de algunas meliponas. Sin embargo, hay muchas otras especies que, aunque no son productoras de miel, brindan servicios ecosistémicos de gran importancia.
A la fecha se han descrito más de 20, 000 especies, distribuidas principalmente en las zonas secas y templadas del mundo. Presentan formas y tamaños variables, llegando a medir desde 2 mm hasta 5 cm de largo y presentando una gran diversidad de coloraciones. En México se conocen alrededor de 2,000 especies y más del 30% de ellas son endémicas, es decir que hasta donde sabemos, solo habitan en México.
Su cuerpo se caracteriza por presentar estructuras morfológicas especializadas para la colecta de polen y la manipulación de otros recursos vegetales que utilizan para su alimentación, la de sus crías y la construcción de sus nidos. Algunos de estos recursos son néctar, polen, aceites y resinas. El hábito de alimentar a las larvas con polen es un comportamiento exclusivo de las abejas. Esta relación abeja-planta ha hecho que estos insectos sean uno de los principales grupos de animales que contribuyen a la reproducción de las angiospermas (plantas con flores) transportando el polen de las partes masculinas de las flores (anteras) a las femeninas (estigmas), mediante un proceso llamado polinización. Se estima que la reproducción sexual de más del 70% de este tipo de plantas depende de la polinización llevada a cabo por estos insectos, siendo este el principal servicio ecosistémico que brindan (Figura 1).
Las abejas nativas, es decir aquellas que no han sido introducidas al país a partir de otras regiones del planeta, son un grupo vulnerable ante eventos de cambio de uso de suelo y pérdida de la flora local. Sin embargo, se ha observado que teniendo ciertos cuidados es posible mantener una gran diversidad de estos insectos incluso en ambientes urbanos. Los jardines, huertos, parques y terrenos baldíos son los principales espacios donde se pueden encontrar abejas, pues presentan las condiciones adecuadas para su alimentación, anidación y reproducción. La diversidad de abejas nativas se favorece con la presencia de estos espacios de plantas también nativas, pues la dependencia de algunas especies de abejas a los recursos de este tipo de flores es más estrecha que con plantas introducidas o invasoras.
Como muestra de esta premisa, se ha visto que, en colectas realizadas en algunas áreas verdes de la ciudad de Coatepec en el estado de Veracruz durante un ciclo anual, fue posible encontrar más de 100 especies de abejas nativas, lo que representa cerca de 5% del total de especies conocidas para el país. Estos resultados muestran la gran riqueza y diversidad de abejas que pueden habitar en zonas urbanas, siempre y cuando se conserven en ellas áreas verdes con condiciones adecuadas para su mantenimiento y alimentación.
Al igual que con las plantas, la relación entre abejas y seres humanos es importante. Las abejas contribuyen en la polinización de más del 60% de las plantas de valor alimenticio y de varias utilizadas como forraje. Algunas abejas nativas de México son el principal grupo de polinizadores de plantas que el país le ha brindado al mundo como es el caso de la vainilla, chiles, calabazas, chayotes, frijoles y tomates, entre otras, pues por la forma de sus flores solo ciertos grupos de abejas pueden llevar a cabo su polinización.
Fomentar el uso de plantas nativas en el paisajismo urbano es necesario para convertir a las ciudades en lugares que resguardan la biodiversidad de las abejas nativas. Además, se requiere impulsar la vinculación científica con la sociedad, por medio de la divulgación de la importancia de estos insectos, el desarrollo de proyectos de reconocimiento de la apifauna local e impulsar la implementación de planes y estrategias para su protección y conservación.
Como sociedad podemos hacer pequeñas acciones que ayudan a la conservación de estos insectos en nuestro entorno, fomentando el uso de flora nativa en nuestros jardines y parques, así como el cuidado de nuestros recursos naturales. Cambiar nuestros hábitos hacia un desarrollo sustentable es un primer paso para conservar a las abejas nativas, así como a otros grupos de insectos y organismos con los que podemos convivir de manera armoniosa en ambientes urbanos.
* Red de Ecología Funcional, Instituto de Ecología A.C.
Copyright © 2022 La Crónica de Hoy .