El último de los grandes personajes que modernizaron la medicina, el conferencista incansable, el agudo intelectual, el implacable maestro, el talentoso divulgador y el gran ser humano, Ruy Pérez Tamayo, murió a los 97 años en Ensenada, Baja California. A lo largo de su prolífica carrera ha dejado medio centenar de libros, la formación de decenas o centenas de médicos y estudiantes, y una inconmensurable audiencia de seguidores en todo el país, pero deja también su recuerdo y memoria, las de un mexicano intachable y ejemplar.
La comunidad médica, científica y académica está de luto ante el fallecimiento de uno de sus mejores representantes, uno de los más queridos y respetados. Para recordar al notable patólogo, Adolfo Martínez Palomo, primero alumno y después colega, expresa a Crónica la importancia de su vida y obra.
“Conocí a Ruy Pérez Tamayo hace alrededor de 50 años, cuando era mi maestro de Patología en la Facultad de Medicina de la UNAM. Sin duda, fue uno de mis grandes maestros en esa facultad, donde algunas de sus enseñanzas me marcaron por el resto de mi vida”, relata el médico y parasitólogo, investigador del Centro de Investigación y de Estudios de Avanzados (Cinvestav), quien además compartió membresía a El Colegio Nacional con su maestro.
En esta institución, rememora, fue un compañero admirablemente amistoso, educado y siempre alentó el trabajo de los demás. “Pero, cuando era profesor era extraordinariamente rígido y nos enseñó que la disciplina y el trabajo son los medios para progresar; mal hubiera hecho en ser afectuoso como profesor. En la facultad era admirado, quizá no del todo temido, pero, muy respetado por sus alumnos, muchos de los cuales incluso trataron de imitarlo en sus gestos. Fue uno de los grandes profesores como ya no los hay, de esos que sembraban un surco en la carrera académica de quienes lo tenían como profesor”.
MEDICINA MODERNA.
El científico del Cinvestav recordó que una de las mayores contribuciones de Pérez Tamayo fue modernizar la medicina mexicana a través de su actividad como profesor en la Facultad de Medicina, mucho por lo cual será recordado.
Modernizó la medicina en el país puesto que explicaba el desarrollo de patologías en diferentes aparatos del cuerpo humano mediante los conceptos más modernos. “En el Hospital General fue el responsable de ponerlo a la altura del avance médico a mediados del siglo XX, institución donde prevalecía la influencia de la medicina francesa. Primero tuvo una influencia ahí y después con todos sus alumnos, decenas de patólogos en un área que es la base de la medicina: la patología permite entender por qué se deteriora la salud, lo que permite a su vez mejorarla y recuperarla”. Agregó que haber conformado a una generación de patólogos permitió que la patología se expandiera a todas las áreas de la clínica, lo cual también permitió modernizarla a su vez.
“Fue, sin lugar a dudas, uno de los grandes de la medicina mexicana, él, Guillermo Soberón, Jesús Kumate, Ramón de la Fuente, Bernardo Sepúlveda, entre otros más, constituyeron la base sobre la cual la medicina mexicana se hizo de manera más efectiva y moderna”.
Su partida, acotó, es sensible aún más frente al contexto nacional que enfrenta la ciencia y la medicina nacional. “Lo lamento mucho porque nos deja un hueco en situaciones particularmente difíciles, cuando la ciencia no está en buenas manos y la medicina también pasa por una época muy difícil”.
ESCRITOR PROLÍFICO.
Pero Ruy Pérez Tamayo tenía más actividades, era un hombre muy inquieto y prolífico, recuerda Martínez Palomo. “Fue un enorme y filoso conferencista, aceptaba dar charlas en todos estados del país por encima de las dificultades del viaje, hablaba sobre ciencia, medicina y otros temas. “Como conferencista conocimos uno de sus aspectos más amables, puesto que no sólo fue un extraordinario divulgador, sino que entendía las inquietudes y preguntas de todos los que lo escuchaban”.
El médico también escribió mucho, recuerda Adolfo Martínez, tan sólo en El Colegio Nacional su obra se compone de 26 volúmenes que integran cerca de 50 libros de ciencia y medicina. Dada su vasta trayectoria en divulgación, el Fondo de Cultura Económica instauró el Premio Internacional de Divulgación Científica que lleva su nombre.
El científico del Cinvestav recuerda que Ruy Pérez ¬–quien fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua– perteneció a una tradición de médicos escritores, aunque prolífico como pocos. Sus escritos no sólo se leían en libros, sino en decenas de artículos que escribió en diarios de circulación nacional.
El cuidado de su obra fue uno de los ejes de sus actividades en sus últimos años, añade Martínez Palomo. Cada mes, cuando asistían a las juntas de El Colegio Nacional lo encontraba en el departamento editorial revisando alguno de sus últimos libros, algunos quedaron sin editar. “En sus últimos años se dedicó en cuerpo y alma a completar sus obras, nuevas ediciones tanto en El Colegio Nacional como en otras editoriales. Los últimos años los concentró fundamentalmente en sus libros”.
Ruy Pérez Tamayo falleció a los 97 años y su longevidad, refiere su alumno, es una moraleja de que el trabajo no cansa. “Si algo hizo fue trabajar, desde ese punto de vista fue el ejemplo de un profesional que trabajó hasta que desfallecieron sus fuerzas. Hasta hace un par de meses aún participaba en las reuniones mensuales de El Colegio Nacional”. El médico finalizó refiriendo que en los próximos meses se llevará a cabo un homenaje especial en esta, su querida institución.
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