La humanidad se encuentra en medio de una crisis civilizatoria que abarca aspectos ambientales, sociales, políticos, económicos y éticos. El agua es esencial para la vida en el planeta, y también refleja desigualdades sociales y problemas de gobernanza. Aunque reconocemos su importancia, no valoramos plenamente su conexión con la vida en la tierra. La crisis del agua es parte de la crisis global, y no parece resolverse con la lógica existente. Culturas indígenas y filosofías como el budismo otorgan al agua un sentido sagrado. Integrar este concepto de lo sagrado en la sociedad actual y comprender la sustentabilidad del agua son desafíos clave.
El agua y la sustentabilidad: El debate sobre el desarrollo sostenible enfrenta críticas y limitaciones conceptuales. Se cuestiona el uso indistinto de términos como sustentabilidad o desarrollo sostenible. Se propone que la sustentabilidad sea una construcción cultural basada en la ética de la vida, integrando diversos conocimientos y avances científicos para adaptarse social, política y económicamente. No hay un modelo único; se requieren enfoques específicos para abordar problemas particulares, con enfoques locales y tomando en cuenta la cultura de los pobladores.
El siglo XXI inicia con una alarmante situación en la gestión del agua debido a presiones de la agricultura industrial, ganadería intensiva, producción de energía y núcleos urbanos en crecimiento. La crisis del agua se cataloga como una de las principales preocupaciones internacionales y locales. Y hay una estrecha relación entre el agua y el cambio climático, que además aumenta la vulnerabilidad de comunidades en riesgo.
El agua desde otra ética y cosmovisión: La comprensión utilitaria del agua como recurso para el desarrollo económico contribuye a la desigualdad social y los problemas de gobernanza. Aunque la humanidad depende del agua para su existencia, a menudo se ignora que el agua conecta la vida en la tierra más allá de las fronteras políticas. La ética de la vida debe incorporarse para comprender la importancia ecológica, ética y estética del agua.
La crisis actual es resultado de la guerra de dominación y poder que la humanidad ha declarado a la naturaleza. La búsqueda de eficiencia tecnológica y científica, sin fortalecer la armonía con la naturaleza, ha llevado a una situación crítica. La respuesta a la crisis del agua yace en un cambio ontológico y en la construcción de una ética de la vida.
Complejidad, transdisciplina y diálogo: La complejidad de la crisis del agua requiere un enfoque transdisciplinario y un diálogo de saberes. Los sistemas complejos, como la sociedad humana y la vida en la Tierra, no pueden entenderse solamente como la suma de sus partes; hay que entenderlas en su estructura y función. Es esencial superar las diferencias ideológicas y promover el diálogo entre diversas disciplinas y saberes para construir una sociedad participativa y responsable.
La propuesta indígena del Buen Vivir destaca la importancia del respeto a la madre naturaleza y al otro. Es necesario fusionar el saber científico-tecnológico con la visión sociocultural para comprender la relación entre el agua, los ecosistemas y la sociedad. La participación de la sociedad permitirá construir una nueva cultura del agua basada en el bien común.
En resumen, la crisis del agua es una manifestación clave de la crisis civilizatoria actual y no puede abordarse solo técnica o económicamente. La sustentabilidad del agua requiere una construcción cultural basada en la ética de la vida y la integración de conocimientos diversos. La visión indígena y el Buen Vivir proporcionan una guía para reconectar con la naturaleza y construir una sociedad armoniosa; sin embargo, cada caso debe ser analizado utilizando los avances científicos y tecnológicos, pero en un diálogo con los habitantes y las comunidades para encontrar soluciones.
La complejidad del problema exige un enfoque transdisciplinario y un diálogo de saberes. La construcción de una cultura del agua implica reconocer la conexión entre las acciones humanas, el agua y la vida en la Tierra. La crisis del agua es una oportunidad para replantear nuestras formas de vida, superar la desigualdad y construir una sociedad basada en el respeto a la naturaleza y el bien común. La participación activa de la sociedad es fundamental para lograr este cambio cultural hacia una ética de la vida y una nueva relación con el agua.
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* Instituto de Ecología A.C.
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