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Apuntes para comprender la diáspora haitiana en México

Desde hace unos 15 años se registra el arribo de haitianas y haitianos al país; en aquel entonces se contaban en cientos

Multitud de personas esperando en una cola en una calle de Puerto Príncipe, Haití
Refugiados haitianos en México. Refugiados haitianos en México. (La Crónica de Hoy)

Cuando hablamos de diáspora nos referimos a dispersión. En este caso nos interesa hablar de la diáspora haitiana en México, donde la presencia de la población de este país caribeño es notable y se encuentra en continuo aumento. En su gran mayoría las personas de origen haitiano han llegado al territorio mexicano desde otros países por donde han transitado, incluso echado raíces, pero de los que han tenido que re-emigrar por factores económicos o políticas adversas. Desde una perspectiva histórica amplia, la diáspora haitiana es resultado de un largo proceso.

En la salida de población haitiana de su país se enlazan variadas causas disparadoras, las cuales han dado lugar al desplazamiento masivo, en el tiempo y en el espacio. En Haití se conjugan problemas políticos profundos, inestabilidad económica crónica, y en tiempos recientes, el impacto de desastres socioambientales. En el último siglo la diáspora haitiana alcanza destinos tan diversos como Barbados, Cuba, Guayana Francesa, Canadá y Estados Unidos. En este último país, el de mayor atracción en el contexto de una dispersión en continuo aumento, residían más de un millón de haitianos inmigrantes de primera generación y sus descendientes, según las cifras que arrojó el Censo de 2019 de esa nación.

La diáspora como evento prolongado está marcada por distintos momentos. El último ciclo inició con el terremoto que azotó a Haití en enero de 2010, año que representó un punto de quiebre en la historia de ese país y que estuvo marcado por el cataclismo telúrico, un brote epidémico de cólera, el azote y secuelas del huracán Tomas y problemas políticos en el contexto de la sucesión presidencial. Como apunta Marcela Landazábal, especialista en Estudios Latinoamericanos y quien ha estudiado el tema de la movilidad haitiana, hay una acumulación de las condiciones críticas posteriores al 2010 —léase menos empleo, reducción del crecimiento económico, y aumento de la violencia— que han alimentado la salida de muchos haitianos de su patria en la última década. En esta fatídica década, las últimas “desbandadas” de personas de origen haitiano se han dirigido a México provenientes de Brasil debido el deterioro de las condiciones económicas en esa nación, a la cual llegaron desde aproximadamente 2014, y otras desde Chile debido a leyes migratorias más restrictivas desde 2018.

Presencia haitiana en México

Desde hace unos 15 años se registra el arribo de haitianas y haitianos a México; en aquel entonces se contaban en cientos. En los meses posteriores al terremoto de 2010 las autoridades mexicanas permitieron que ingresaran parientes de quienes ya se encontraban en territorio nacional para efectos de reunificación familiar. Su número era poco más de 1,000.

En 2016 aconteció una nueva “ola”, se ha estimado que entre junio y septiembre de ese año llegaron alrededor de 17,000 personas de nacionalidad haitiana, principalmente desde los países sudamericanos mencionados anteriormente. A partir de entonces las cifras siguen en aumento.

No hay manera de saber cuántos haitianos y haitianas hay actualmente en México porque carecemos de datos oficiales. Sin embargo, una forma indirecta de apreciar la magnitud de su presencia son los datos de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, la cual registró que más de 51,000 personas de ese país solicitaron la condición de refugiado tan solo en 2021, aunque conviene aclarar que no todas las personas haitianas que ingresan al país solicitan medidas de protección internacional, ya sea la figura de refugio o la de protección complementaria.

Las personas haitianas que están llegando a México no encajan con la imagen y noción tradicional de migrantes “de paso”. Es una población afectada por la calamidad, un país en estado de crisis constante y, con ello, un futuro incierto. Ese desarraigo produce y reproduce la diáspora. Al igual que personas que migran de países del norte de Centroamérica a México, pero aun de manera más severa, la mayoría de haitianas y haitianos no pueden ser representados simplemente como pobres que emigran, la manera en que suele personificárseles. Esa etiqueta imposibilita explicar a cabalidad la experiencia haitiana. En muchos casos son individuos y grupos familiares que huyen de la pobreza extrema, sí, pero también de varios tipos de violencia, como la violencia de la calle (pandillas), de condiciones de catástrofes (terremotos, inundaciones, huracanes), de la desesperanza que representa vivir en lo que algunos consideran es un estado al borde del colapso, así como del racismo y la exclusión en otros países donde han residido.

Tal como suele suceder con todo grupo humano en la misma o similar situación las experiencias haitianas de o en la movilidad tienen sus propias particularidades, pero también están marcadas por el sufrimiento, la adversidad y la esperanza que caracteriza a los pueblos que padecen desarraigado, destierro, exilio. Los haitianos y haitianas buscan en muchos casos la nuda sobrevivencia, para ello han migrado o huido hacia diversos lugares o destinos, temporales y permanentes, incluyendo México. En esa búsqueda ha surgido una pan-comunidad, es decir, un conjunto de comunidades haitianas en varios continentes que une territorios, nexos, redes desde y hacia México. En ese sentido, nuestro país es un punto de referencia y un nodo más en el entramado espacial-temporal de contactos y relaciones entre familiares, amigos, conocidos que dan continuidad a la experiencia diaspórica haitiana.

* Investigador del grupo académico

Estudios de Migración y Procesos Transfronterizos

de ECOSUR (larriola@ecosur.mx)

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