Muerto. La mayoría de nosotros asociamos esta palabra con algo muy negativo. De igual manera, este tipo de sentimiento nos suele llegar cuando vemos a un árbol muerto, ya sea cuando hacemos una caminata por un bosque o simplemente cuando lo avistamos por la ventana del coche en una carretera. Muchos de nosotros podemos pensar que un bosque “saludable” es aquél con un mínimo de árboles muertos y que la presencia de estos árboles es un fuerte indicativo de que hay algún problema que debería ser prontamente evaluado. Sin embargo, diversos estudios ecológicos han demostrado exactamente lo contrario, que la presencia de árboles muertos es fundamental para el buen funcionamiento de ecosistemas terrestres.
La muerte de un árbol puede traducirse en nuevas oportunidades para una gran cantidad de seres vivos. Por ejemplo, un árbol que cayó o que está muriendo y que ya no tiene hojas permite la entrada de una mayor cantidad de luz hacia el suelo, lo que estimula la germinación y/o crecimiento de otras plantas. A medida que el árbol muerto se descompone, los nutrientes que estaban almacenados en sus tejidos se liberan en el suelo, y están nuevamente a disposición de hongos y plantas. Sin embargo, el tiempo que transcurre entre la muerte de un árbol y su completa descomposición puede ser de de años, décadas o incluso cientos de años. Durante este periodo, los árboles muertos cumplen papeles muy importantes en los ecosistemas al proporcionar alimento y un hábitat particular para muchas especies de animales.
Muchas especies de insectos, principalmente de termitas y escarabajos, se alimentan de la madera muerta y/o en descomposición. Varios escarabajos también se alimentan de hongos que suelen crecer en los árboles muertos o incluso de hongos que ellos mismos llevan y cultivan en la madera muerta. La mayoría de estos insectos pasan gran parte de su vida dentro de la madera y, a su vez, son una fuente de alimento para una gran variedad de otros organismos, como otros insectos (por ejemplo, escarabajos depredadores y avispas parasitoides), anfibios, reptiles, mamíferos y muchas especies de aves, como pájaros carpinteros.
Además de usar los árboles muertos en busca de alimento, los pájaros carpinteros son ampliamente conocidos por excavar sus nidos en estos árboles (o en partes muertas de árboles vivos) (Figura 1b). Sin embargo, existen muchas otras especies de animales que dependen de estos hábitats. Los árboles muertos pueden ser utilizados como sitios de anidación, abrigo, descanso o hibernación por varias especies de animales, desde artrópodos con pocos milímetros de tamaño hasta osos negros de más de dos metros de longitud.
En un árbol muerto se pueden encontrar muchas especies de arañas, grillos, ciempiés, escarabajos, hormigas y cucarachas en pequeñas cavidades (Figura 1a). Además, estos árboles son el hogar de insectos polinizadores, como varias especies de avispas y abejas. Las cavidades más grandes pueden ser utilizadas como madrigueras por una gran diversidad de mamíferos, como ardillas, tlacuaches y mapaches (Figura 1c). Otros, como los murciélagos, usan las cavidades o la corteza suelta de árboles muertos o moribundos para pernoctar, mientras que los osos negros pueden aprovechar grandes árboles huecos como sitios de hibernación. Además, cuando los pájaros carpinteros terminan de anidar y abandonan las cavidades en los árboles muertos, estas pueden ser utilizadas por todo tipo de vida silvestre, incluidas ardillas voladoras y varias otras especies de pájaros.
Espero que con esto que les cuento, la próxima vez que vean un árbol muerto (de manera natural, claro), no lo asocien con algo negativo, sino sepan que es parte de un proceso natural y que los árboles muertos cumplen papeles importantes en los ecosistemas, entre los cuales son verdaderos hoteles de biodiversidad.
* Red de Interacciones Multitróficas, Instituto de Ecología A.C.
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