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Breve recuento histórico de las nutrias de río

Las nutrias están estrechamente relacionadas con los visones, zorrillos, hurones, comadrejas y tejones

Therya ixmana

El monitoreo biológico de las especies de nutria puede ayudar a su conservación y de sus hábitats. En la captura, una nutria neotropical (Lontra annectens) posa en una letrina de un arroyo de Sonora. Fotografía: Laboratorio de Ecofisiología de CIAD, Guaymas, México.

El monitoreo biológico de las especies de nutria puede ayudar a su conservación y de sus hábitats. En la captura, una nutria neotropical (Lontra annectens) posa en una letrina de un arroyo de Sonora. 

Laboratorio de Ecofisiología de CIAD, Guaymas, México.

A pesar de ser poco comunes de avistar en sus hábitats naturales, la identidad de las nutrias de río ha sido objeto de diversos significados y valores a lo largo de nuestra historia. Comprender cómo la imagen pública de estas especies ha evolucionado debido a su historia cultural nos brinda una nueva perspectiva para entender a estos fascinantes animales.

“Quienes lean literatura sobre nutrias notarán lo poco que realmente conocemos sobre ellas en su entorno natural", señaló Philip Wayre, quien, junto con su esposa Jeanne Wayre, fundaron The Otter Trust en 1971, la primera organización benéfica dedicada a la conservación de nutrias en el mundo. A pesar de los significativos avances en nuestra comprensión de la biología y ecología de estas especies pertenecientes a la familia Mustelidae, esta afirmación sigue siendo válida en la actualidad. Resulta aún más sorprendente que la historia cultural de las nutrias sea desconocida por muchos de nosotros.

Las nutrias están estrechamente relacionadas con los visones, zorrillos, hurones, comadrejas y tejones. Sin embargo, se adaptan perfectamente a un estilo de vida semiacuático en comparación con otros miembros de la misma familia. Los fósiles más antiguos de nutrias se encuentran en depósitos del Mioceno temprano, aproximadamente entre 23 y 16 millones de años antes del presente, en lo que hoy conocemos como Europa. Estos fósiles están representados por el género Mionictis, con una antigüedad de aproximadamente 20 millones de años (Ma). Esto corresponde al momento en que el linaje de las nutrias se separó de otros linajes de mustélidos hace unos 20 ± 25 Ma. Anteriormente, no existía un consenso sobre el número de especies de nutrias en el mundo. Sin embargo, la comunidad científica está de acuerdo en que, gracias a recientes análisis de filogenética y genómica, se han identificado catorce especies de nutrias distribuidas en seis géneros. De estas, solamente dos especies habitan exclusivamente en el océano (Enhydra lutris y Lontra felina), mientras que las demás muestran una mayor preferencia por cuerpos de agua dulce, como lagos y ríos, con algunas incursiones en aguas estuáricas y marinas en busca de alimento.

Aunque la comprensión científica prevalece sobre los mitos, en el pasado se les atribuyeron significados y valores surgidos del folclore, las fábulas y las prácticas tradicionales. La relación entre las personas y las nutrias ha evolucionado a lo largo de los siglos, influenciada por diversas interpretaciones simbólicas, morales, míticas y prácticas en todo el mundo. Algunas representaciones pueden parecernos curiosas o incluso divertidas hoy en día, pero son parte importante de la historia cultural de estos mustélidos.

Muchos animales silvestres desempeñaron un papel moral y simbólico en la fe cristiana, tal como se evidencia en el Physiologus, un texto cristiano educativo redactado o recopilado en griego por un autor anónimo en Alejandría (entre 140 y 410 d.C.). La conexión idealizada entre los santos y la naturaleza sugería una proximidad con lo divino, y la nutria no es ajena a esta asociación. Uno de los santos relacionados con la nutria es San Cutberto (c. 634-687), un monje originario de Northumbria, posiblemente de Dunbar, en la actual Escocia. Durante una visita a otra comunidad monástica, Cutberto solía desaparecer durante la noche y regresar por la mañana, lo que despertaba la curiosidad de sus compañeros. En una de esas noches, otro monje lo siguió discretamente y descubrió que Cutberto se adentraba en el mar hasta el cuello, levantaba los brazos al cielo y rezaba. Por la mañana, regresaba a la playa, donde dos nutrias salían del agua, se acercaban a él, calentaban sus pies con su aliento y lo secaban con su pelaje mientras seguía rezando. Las nutrias ofrecían su calor hasta que Cutberto les diera la bendición. Posteriormente, cuando el monje se encontró con Cutberto, confesó haberlo seguido y le pidió perdón entre lágrimas. Cutberto lo perdonó y le pidió que no mencionara el milagro mientras él viviera.

En otra perspectiva, la nutria posee roles mitológicos para algunas culturas. Un ejemplo es el de los ainus, un grupo étnico de las islas más septentrionales de Japón. Para ellos, la nutria desempeñó un papel significativo en la historia de la creación de la humanidad. Según la tradición ainu, el dios del cielo (Kanda-koro-kamuy) inicialmente envió un gorrión al dios de la creación (Kotan-kar-kamuy) para transmitir el mensaje de que el hombre debería estar hecho de madera en lugar de roca. Sin embargo, el dios del cielo cambió de opinión y transfirió el deber de mensajero a la nutria para el nuevo mensaje. Al encontrarse con un charco de agua, la nutria se distrajo fácilmente nadando y jugando, olvidándose por completo del mensaje del dios del cielo. Como resultado, el hombre eventualmente fue creado de madera en lugar de roca, y, por lo tanto, permaneció mortal. La nutria fue posteriormente castigada por su negligencia. En una interpretación, se considera que la nutria fue maldecida con una memoria terrible. Según los ainus, cazarla y alimentarse de su cabeza haría que una persona se volviera tan olvidadiza como ella.

En las tradiciones de los nativos estadounidenses, la nutria evocaba temor entre algunas naciones, incluyendo a las comunidades étnicas de la nación Tlingit, que viven en la costa del noroeste del Pacífico. Los Kushtaka o Kóoshdaa káa (que significa “hombres nutria de tierra”) eran considerados tramposos y astutos estafadores con la habilidad de transformarse en forma humana a voluntad. También se les temía por su propensión a volcar embarcaciones y secuestrar a personas que habían estado cerca de ahogarse. Esta última característica también es registrada en el México Prehispánico con un animal mítico y cruel conocido como ahuízotl (que significa “el espinoso del agua”), con el cual la nutria neotropical (L. annectens) puede estar asociada. La interpretación de "espinoso" se debe a la forma en que el pelaje de la nutria se une formando haces de múltiples pelos, lo que crea una apariencia similar a las "escamas espinosas" de un pangolín (familia Manidae). Esta característica cubre el cuerpo mojado de la nutria al salir del agua, a pesar de que el pangolín no está relacionado con las nutrias.

Físicamente, el ahuízotl se describe como un animal de tamaño mediano, con una mano en el ápice de su cola que utiliza para aprisionar y ahogar a sus víctimas. Algunos autores argumentan que la presencia de esta mano en la cola de la criatura legendaria podría referirse al tlacuache acuático (Chironectes minimus), una especie que presenta una cola prensil similar, aunque de menor tamaño y distribución limitada a ciertas áreas de México. Esto sugiere que el impacto cultural del tlacuache acuático es menor en comparación con la nutria neotropical, que es un animal más grande y dominante en la región náhuatl. Es interesante señalar que incluso el octavo gobernante de los Aztecas llevó el mismo nombre de Ahuízotl.

Se tiene registro de que las nutrias, conocidas también como "perros de agua", fueron cazadas en el Imperio Azteca por habitantes de la Laguna de Santa Cruz Coacalco, ubicada al noreste del Valle de México (actualmente sin agua). La caza de nutrias en la zona se asociaba tanto a su presencia como a su peligrosidad percibida. Se les consideraba animales crueles que jugaban con sus presas antes de devorarlas. Además, había un comercio de pieles de nutria en esta área. Dado que el Valle de México experimentaba inviernos fríos, se presume que las pieles de nutria se utilizaban como abrigo debido a su pelaje fino y denso. Durante la época del México Colonial, la caza y el comercio de pieles de nutria desempeñó un papel significativo. Los registros de los cargamentos de la Nao de la China (o Galeón de Manila) que partía de Acapulco, en el Pacífico sur, revelan la presencia de hasta 300 pieles de nutria, obtenidas de los ríos de los estados costeros del país. Durante varios siglos, estas pieles se exportaron principalmente hacia el oriente, específicamente a Filipinas y China, donde se utilizaban para fabricar sombreros y guantes para el frío, convirtiéndose así en una parte importante del comercio regional de la época.

No solo en México se llevó a cabo la caza de nutrias, sino que también hubo una persecución de estas especies a nivel global durante siglos, debido a su reputación ganada como "asesinas de peces", ya que se creía que les quitaban el alimento a los pescadores. En Inglaterra, y posteriormente en Gran Bretaña, la monarquía desempeñó un papel principal en la caza organizada de nutrias. Desde la Casa de Plantagenet (que gobernó de 1154 a 1485) hasta la Casa de Hanóver (que gobernó de 1714 a 1901), reyes y reinas emplearon a cazadores de nutrias especializados y mantuvieron jaurías de perros de caza de nutrias (otterhounds) para proteger los valiosos bancos de peces de las pesquerías de agua dulce.

La nutria fue considerada un problema cada vez más significativo en el siglo XVI. En 1557, la Reina María I de Inglaterra emitió una directiva a la Asamblea de Norwich, requiriendo que los pescadores de agua dulce a lo largo del río Yare mantuvieran un perro de caza para las nutrias y organizaran cacerías regulares, bajo la amenaza de una multa de diez chelines ingleses. Posteriormente, en 1566, se promulgó el Acta para la Preservación del Grano, reclasificando a la nutria, junto con otras siete especies, como plagas. Esta legislación facultó a los alguaciles y mayordomos parroquiales de ese tiempo a ofrecer recompensas por las cabezas de estos individuos, reflejando su percepción como una amenaza para los cultivos y el ganado. En Doncaster en 1619, por ejemplo, la recompensa por una nutria muerta era de seis peniques, en comparación con cuatro peniques por una comadreja y dos peniques por un hurón. Así, esta ley incentivó efectivamente la caza de nutrias y otras plagas designadas.

Aunque durante este período la nutria fue considerada una molestia debido a sus hábitos de comer peces de agua dulce, para el siglo XIX comenzó a ser cada vez más admirada como un formidable trofeo en actividades deportivas, lo que llevó a un aumento en la popularidad de la caza de nutrias. Surgieron cacerías con estructuras formalizadas, regulaciones, vestimenta y territorios a lo largo de los valles y de los ríos del Reino Unido. Cada caza generalmente contaba con entre uno y trescientos miembros, con multitudes de más de quinientas personas asistiendo a estos eventos especiales. El método elegido para cazar a estos individuos también se había estandarizado, ofreciendo dos opciones: la primera, mediante los dientes y mandíbulas de los perros de caza, que todos los cazadores de nutrias consideraban legítimo y justo. El segundo método consistía en picar a la nutria con una lanza con púas, conocida como la "lanza de nutria". Algunas cacerías empleaban este método en conjunto con el primero, mientras que otras lo denunciaban como injusto e ilegítimo.

Para el siglo XX, la mayoría de los cazadores de nutrias se referían a este período como "la lejana y terrible era del uso de lanzas". Generalmente, despreciaban esta práctica y la consideraban uno de los métodos empleados más violentos. A pesar de ello, la caza de nutrias persistió durante mucho tiempo y era considerada uno de los mejores deportes por los cazadores que lo practicaban. Esto podría atribuirse a la percepción de que era una actividad saludable y que conectaba con la naturaleza, ya que implicaba jornadas de hasta cinco a siete horas y recorridos de entre 5 a 50 km. Sin embargo, la caza de nutrias no fue aceptada universalmente. Los opositores de los deportes sangrientos la consideraron cruel y abogaron por su abolición, llegando a caracterizar a los cazadores de nutrias como bárbaros y reprobables. La crueldad percibida estaba estrechamente relacionada con las características simpáticas de la nutria y el entorno en el que se llevaba a cabo esta actividad. La caza de nutrias era considerada uno de los deportes sangrientos más crueles.

Si bien la cacería de nutrias representó una fuente de ganancia al considerarse una plaga, un trofeo en actividades deportivas y protestas debido a la crueldad implicada, su representación en la literatura contribuyó a popularizar al animal y atraer más atención hacia él. Resulta interesante que, hasta hace poco, la nutria rara vez fuera tema en la literatura popular; a menudo era mencionada brevemente y pasada por alto con facilidad. Su presencia en la literatura infantil, las redacciones en ciencias naturales y las historias biográficas aumentó a medida que avanzaba el siglo XX.

El interés por la nutria se incrementó significativamente con la publicación de "Tarka, la Nutria" (1927) de Henry Williamson (1895-1977). Esta obra narra la vida de una joven nutria en los ríos Torridge y Taw, ubicados en el condado de Devon, Inglaterra. El libro ofrece una detallada descripción de los comportamientos y experiencias de la nutria, evitando el sentimentalismo común de las obras infantiles. A lo largo de los dos años de viaje de Tarka, los lectores son testigos de su aprendizaje para nadar, la búsqueda de alimento, la interacción con otras nutrias, los encuentros con diversas especies silvestres, los cambios estacionales y la constante amenaza de los seres humanos y los perros de caza. Las últimas páginas del libro muestran a Tarka siendo cazada durante una sesión deportiva que duró alrededor de 10 horas. A pesar de casi escapar de los cazadores y los perros de caza, Tarka se enfrenta a la muerte con uno de los perros, resultando en ambos sin vida. Con este dramático y conmovedor final, el autor no sólo reflexiona sobre las duras realidades de la vida y la naturaleza para la nutria, sino que también retrata a Tarka como un personaje valiente y heroico.

Si bien los cimientos para un cambio en la percepción de la nutria se estaban estableciendo gradualmente, el principal responsable de reformular su imagen fue el autor y naturalista Gavin Maxwell (1914-1969). Sus biografías lo retratan como una persona de origen privilegiado, que llevó una vida aventurera antes de establecerse con unas nutrias. En 1950, se trasladó a una casa abandonada en una playa apartada en Sandaig, Escocia, donde vivió durante las siguientes dos décadas junto a sus nutrias mascotas Mijbil, Edal y Teko. Su libro "El Círculo Resplandeciente" publicado en 1960, tuvo una gran influencia en la protección de la nutria. La novela narra cómo Maxwell trajo una nutria llamada Mijbil de Irak a la costa oeste de Escocia, y cómo fue la vida de Mijbil y las otras nutrias en el entorno aparentemente paradisiaco que él llamó Camusfeàrna. El libro se volvió inmensamente popular y se produjo una adaptación cinematográfica basada vagamente en la novela, que hizo su muy esperado debut en la pantalla grande en 1969. El éxito de esta película también impulsó el interés en adaptar la novela "Tarka, la Nutria", que se estrenó en cines en 1979, cautivando a una nueva audiencia de jóvenes y adultos.

José Ángel Ortega-Borchardt.

José Ángel Ortega-Borchardt.

La antigua reputación de las nutrias como depredadores de peces ha planteado y sigue planteando un desafío universal. No todos adoptan la encantadora y entrañable representación que a menudo se muestra en la literatura y el cine. En regiones donde la pesca tiene importancia, la nutria es vista como una molestia dañina debido a su percibido impacto destructivo. Ciertas investigaciones han confirmado que la depredación de las nutrias puede plantear un problema económico para aquellos involucrados en el arte de la pesca, lo que ha llevado a convocatorias regionales para minimizar su estatus de protección y que incrementen los casos de matanzas ilegales, lo que ha resultado en lo que denominamos "lutricidio" a escala global.

Otro factor contribuyente a los desafíos continuos que enfrentan las nutrias es el valor comercial de sus pieles, lo que ha llevado a un número significativo de animales a ser sacrificados para este comercio ilegal. A pesar de todos los esfuerzos implementados para proteger a las nutrias, mientras los intermediarios y traficantes internacionales de vida silvestre puedan obtener ganancias del comercio de pieles de estos animales, la caza continuará siendo una actividad lucrativa y relativamente de bajo riesgo para las comunidades rurales de bajos ingresos que buscan complementar su manutención. Además, el auge de las redes sociales en la actualidad ha aumentado la demanda de nutrias vivas como mascotas exóticas, incluso dando lugar a la aparición de cafeterías de nutrias (otter cafes) populares en el sudeste asiático. Esto ha resultado en niveles significativos de comercio en línea en países como Indonesia, Tailandia y Vietnam.

Dado que las nutrias suelen habitar ecosistemas que combinan ambientes acuáticos y terrestres, son susceptibles a diversas actividades humanas. La construcción de represas y la eliminación de vegetación a lo largo de las riberas de los ríos contribuyen a la destrucción de su hábitat. Además, la deforestación, el uso de agroquímicos y las descargas de aguas residuales contribuyen a la contaminación del agua donde viven, tanto por fuentes químicas como biológicas. La sensibilidad de las nutrias a la contaminación las convierte en indicadores biológicos del estado de conservación de los ecosistemas acuáticos, por lo que el monitoreo de estas especies en sus entornos naturales proporciona información valiosa para su conservación.

A pesar de todo esto, existen casos de éxito en todo el mundo donde las nutrias han sido salvadas de la extinción, como en Holanda y Alemania, donde se han reintroducido con éxito. Para garantizar un futuro seguro para estas especies, es crucial promulgar y hacer cumplir legislaciones que las protejan. Al mismo tiempo, es importante implementar medidas de conservación de sus hábitats y continuar con investigaciones dirigidas sobre las especies de nutrias y su interacción con los ecosistemas. Además, se deben realizar esfuerzos de educación y divulgación para desarrollar estrategias de mitigación de conflictos e inspirar a una nueva generación de investigadores comprometidos con la conservación de las nutrias, involucrando y comprometiendo a pescadores y comunidades locales en el proceso.

En la actualidad, las especies de nutrias en todo el mundo necesitan protección urgente. A través de la educación, la investigación científica y el respaldo público, las nutrias pueden dejar de ser vistas como animales desprotegidos y amenazados, y convertirse en símbolos de orgullo y resiliencia.

Therya ixmana 3(2):83-86

https://mastozoologiamexicana.com

1. Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, A.C. Guaymas, Sonora, México. jangelortegab@gmail.com (JÁO-B), jpgallo@ciad.mx (JPG-R).

2. Universidad de Sonora. Hermosillo, Sonora, México. alexllamasromo@gmail.com (AL-R).

*Autor de correspondencia