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El chavorruco de los bosques tropicales

Se trata del viejo de monte, cabeza de viejo o también llamado tayra, un representante del grupo de las comadrejas

Therya ixmana

Dibujo ilustrativo del viejo de monte (Eira barbara).

Dibujo ilustrativo del viejo de monte (Eira barbara).

Carlos Ortega Contreras

Haciendo gala de su habilidad como trepador de árboles y cazador, el viejo de monte porta su blanca “cabellera” al recorrer ágil y confiadamente las selvas tropicales, buscando presas desprevenidas o parejas con quienes explorar su hábitat.

Los carnívoros, son un grupo de mamíferos diverso y sobre todo, carismático. Entre ellos podemos encontrar especies populares como el jaguar, los pumas, los coyotes y los lobos; sin embargo, aparte de tales felinos y cánidos, existen otros animales igualmente maravillosos y curiosos. Seres como los zorrillos, las nutrias y las comadrejas también son parte del grupo de los carnívoros, pero no hay que dejarnos engañar, a pesar de esta denominación (técnicamente llamado orden Carnivora), dichos organismos en parte deben su éxito de supervivencia a la variedad de alimentos de los cuales pueden subsistir.

Entre este grupo destaca una especie que tiene un pelaje que va del café oscuro al negro grisáceo en casi todo su cuerpo, con la curiosa particularidad de tener pelaje blanco o pálido en la cabeza, como si fueran canas. Se trata del viejo de monte, cabeza de viejo o también llamado tayra (Eira barbara por su nombre científico), un representante del grupo de las comadrejas (técnicamente llamado Familia Mustelidae) el cual además de su característica coloración que asemeja a una cabeza canosa, tiene una curiosa mancha cerca de la garganta. Dicha marca es un rasgo de suma importancia, ya que, al parecer, las diferencias en su forma y tamaño pueden ayudar a distinguir organismos a nivel de individuo, similar a lo que sucede con las huellas dactilares de los humanos.

Aunque su patrón de coloración es una de las características más singulares de esta especie de mamífero, cabe resaltar que también puede ser variable, ya que dependiendo de la región geográfica en particular, el grado de diferenciación del color del cuerpo y la cabeza puede variar, e incluso pueden darse casos de albinismo (condición en la cual los animales no producen de manera normal melanina, el pigmento que da la coloración oscura a la piel, el pelo y las plumas), dando como resultado organismos totalmente blancos o de tonalidades crema. De hecho, según reportes de individuos albinos observados en diferentes regiones de Brasil, indican que adultos con esta condición pueden ser observados comúnmente, por lo que se asume que este fenómeno es más común en el viejo de monte que en otras especies de comadrejas.

J. Vladimir Rojas-Sánchez.

J. Vladimir Rojas-Sánchez.

Dotado de un remarcable olfato, así como un sentido del oído superior al de los caninos y los osos, este animal recorre su hábitat en búsqueda de pequeños vertebrados. Los roedores suelen ser su alimento predilecto, y para su captura, en lugar de tomarlos desprevenidos y emboscarlos, los persigue hasta el cansancio para después devorarlos con ayuda de sus grandes colmillos.

Aunque el viejo de monte no es un mamífero de talla grande sino más bien mediano, sus dotes de cazador son extraordinarios. Observaciones de depredación o intentos de cacería por parte de individuos de esta especie sobre mamíferos de tallas similares o incluso ligeramente más grandes, han sido reportados a lo largo del continente Americano. Entre ellos destacan comportamientos depredatorios de este carnívoro sobre diferentes especies de monos, tlacuaches, e incluso perezosos, iguanas y huevos de caimán. Cabe mencionar que a pesar de que la carne es su alimento preferido, esta especie (y en general la mayoría de los carnívoros) tiende a complementar su dieta con invertebrados, frutos e incluso miel.

Delgado, y largo, tiene una longitud total promedio de poco más de un metro, del cual tan solo su cola mide aproximadamente 41 cm. Además, se trata de un “viejo” de muy buena condición física, ya que tiene unas fuertes extremidades, que, con ayuda de sus largas garras, le permiten moverse con gran agilidad tanto en el piso de las selvas, como en las alturas de los árboles, llegando a recorrer un promedio de 6.89 km cada día.

Tanto su dieta diversa como su gran rango de movimiento diario hacen que esta especie cumpla funciones en los ecosistemas. Su hábito de cazador lo hace un importante controlador de poblaciones de roedores y otras presas. Además, su tendencia a también consumir frutos, lo hace un dispersor de semillas, permitiendo de esta manera que las plantas frutales puedan colonizar diferentes sitios y de tal manera contribuir a la estabilidad y regeneración de su hábitat.

Dado que se trata de un animal que a diferencia de su olfato y oído, tiene una visión menos afinada, es normalmente de hábitos diurnos, con sus mayores picos de actividad poco después del amanecer, totalmente descansado y poco antes de dormir al final de la tarde, momentos en los cuales aprovecha para cazar. De tal manera, esta especie no sólo aprovecha el cansancio de los roedores nocturnos para capturarlos más fácilmente al amanecer, sino también reduce su competencia con otras especies similares.

El efecto de los asentamientos humanos sobre la actividad del viejo de monte es controversial, ya que mientras algunos reportes señalan que cuando la influencia humana es cercana, el viejo tiene a ser más activo conforme empieza la noche, otros estudios indican que su actividad no varía a pesar de ese factor. No obstante estudios dirigidos de manera particular a tales interacciones son necesarios para describir de mejor manera este fenómeno y los factores que lo influencian.

En general son animales solitarios, aunque como es habitual en ciertas especies de animales, las madres tienden a permanecer con sus crías (entre una y tres, aunque generalmente dos) durante las primeras etapas de su desarrollo y hasta cuando llegan a ser semi-adultas a los seis meses de edad. Similar a lo que sucede con los perros y gatos, las crías nacen con los ojos y orejas cerradas, las cuales se van abriendo conforme van creciendo, y tal como pasa con los humanos, los viejos de monte también nacen con dientes “de leche”, que a los tres meses de edad cambiarán por su dentadura permanente.

Como se mencionó anteriormente, son excelentes cazadores y esto, en gran medida se debe a que las madres entrenan lenta y delicadamente a sus crías para valerse por sí mismas. Estudios en cautiverio han revelado que, al principio, la madre acerca presas a sus pequeños, en ocasiones aún vivos para que, de poco en poco, aprendan a cazar independientemente de manera que, a lo largo de su desarrollo mejoran su técnica y logran hacer mordidas más eficaces para neutralizar a sus presas.

El cabeza de viejo es una especie que solamente habita en América, a lo largo de su distribución puede presentar ligeros cambios de coloración. En general, puede ser registrada desde Paraguay y Brasil, pasando por gran parte del Amazonas y de Centroamérica, hasta Yucatán del lado del Golfo de México, así como desde Nayarit y hasta Chiapas del lado del océano Pacífico. En las regiones centrales de México, se han obtenido registros en Querétaro, Puebla e Hidalgo, hasta los estados mexicanos de San Luis Potosí y Tamaulipas.

Preferentemente, habita bosques tropicales y subtropicales, desde altitudes inferiores a los 1000 metros sobre el nivel del mar, hasta los 2400 msnm de altitud. No obstante, esta especie tiene una gran plasticidad para adaptarse a vivir a otros ambientes, desde bosques templados, así como acahuales y zonas agrícolas.

Como en el caso de otras especies, el viejo de monte se encuentra catalogado como en peligro de extinción por la Norma Oficial Mexicana en materia de protección de la biodiversidad. Dado que no se trata de una especie con importancia económica, es probable que la principal fuerza que afecte sus poblaciones sea la destrucción de su hábitat en lugar de la cacería. Sin embargo, cabe resaltar que debido a sus hábitos arborícolas y alta elusividad, sus observaciones hasta ahora son limitadas, por lo cual muchos aspectos de su biología aún se siguen descubriendo.

Como buen abuelo de la selva, el viejo de monte tiene muchas lecciones que enseñarnos. Su particular aspecto, su agilidad tanto en el piso como en las alturas, así como sus envidiables cualidades de cazador son solo algunos guiños del curioso día a día de esta increíble especie, el sabio de los montes, Eira barbara.

Therya ixmana 3(2):60-62

https://mastozoologiamexicana.com

1. Pabellón Nacional de la Biodiversidad, Departamento de Zoología, Instituto de Biología. Universidad Nacional Autónoma de México. Ciudad de México, Ciudad de México, México. juan.gutierrez@st.ib.unam.mx (JDG-R), jj@ib.unam.mx (JJF-M),

vladimir.rojas@st.ib.unam.mx (JVR-S).

2. Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, Ciudad de México, Ciudad de México, México.

3. Posgrado en Ciencias Biológicas, Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad de México, Ciudad de México, México.

*Autor de correspondencia