“… nadie asevera que la predicción confiable de sismos esté a la vuelta de la esquina. Muchos expertos, si no es que la mayoría, dudan de que la predicción fiable a corto plazo llegue a ser posible. Sin embargo, quizá haya destellos ligeros y cuidadosos de algo parecido a la esperanza”, escribe Susan E. Hough, sismóloga del United States Geological Survey.
En su libro “Predecir lo impredecible” (Grano de Sal), la académica estadunidense expone algunas de las investigaciones sismológicas más importantes realizadas en los últimos años y si bien deja claro lo que todos a estas alturas deberíamos saber ya, que los sismos no se pueden predecir, no significa que los científicos hayan claudicado en esos “destellos”.
Algunos de estos recientemente publicados son retomados por “Crónica” para ofrecer una pincelada de las investigaciones más recientes en este tema y tras la historia de nuestro país en la fecha del 19 de septiembre.
ANÁLISIS DE PEGS.
Todos queremos ser advertidos sobre terremotos gigantes lo antes posible. En esa vía, un equipo de la Universidad de Kyoto y Géoazur ha desarrollado un nuevo enfoque, basado en una inteligencia artificial de aprendizaje profundo para detectar señales de elasto-gravedad rápidas, o PEGS, señala el artículo “Instantaneous tracking of earthquake growth with elastogravity signals", publicado en la revista “Nature” en mayo pasado.
Los PEGS son cambios gravitacionales generados por el movimiento de grandes masas en los megaterremotos y pueden ser registrados por sismómetros. Estas señales además transportan información sobre un terremoto en curso a la velocidad de la luz y llegan mucho más rápido que incluso las ondas sísmicas más rápidas.
"Estas señales se pueden usar en tiempo real para rastrear el crecimiento del terremoto instantáneamente después de que el evento alcance magnitudes superiores a 8", dice el autor Bertrand Rouet-Leduc. Sin embargo, hasta ahora, la diminuta amplitud de los PEGS ha impedido su uso para sistemas de alerta de terremotos y tsunamis.
Los sistemas actuales de alerta temprana basados en ondas sísmicas se basan en estimar la magnitud directamente del temblor. Aunque un terremoto de magnitud 9 es treinta veces más enérgico que uno de magnitud 8, los sistemas de alerta temprana tienden a saturarse y no logran estimar una magnitud superior a 8. Incluso los métodos basados en GPS están limitados por grandes incertidumbres, latencia y dependencia de suposiciones previas.
ANÁLISIS DE FALLAS.
Por otra parte, un nuevo estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Illinois Urbana-Champaign refiere que el uso de cristales de calcita individuales con rugosidad superficial variable permite a los ingenieros simplificar la física compleja que describe el movimiento de fallas, lo cual, esperan permita una mejor predicción de sismos.
En el estudio “Velocity-weakening and strengthening friction at single and multiasperity contacts with calcite single crystals”, publicado en (PNAS), los científicos describen el comportamiento de las fallas utilizando modelos basados en estudios observacionales que dan cuenta de los coeficientes de fricción de rocas y minerales. Estas ecuaciones de “tasa y estado” calculan la fuerza de la falla, lo que tiene implicaciones para la fuerza y la frecuencia de los terremotos. Sin embargo, la aplicación de estos modelos empíricos a la predicción de terremotos no es práctica debido a la cantidad de variables únicas que deben considerarse para cada falla, incluido el efecto del agua, añade el artículo.
SATÉLITES CHINOS.
El método sismo-electromagnético (EM) es un método geofísico importante que juega un papel importante en la observación de anomalías sísmicas relacionadas con los precursores de terremotos. Es el método más prometedor para un gran avance en la predicción de terremotos a corto plazo, escriben científicos chinos en el artículo “A review of seismo-electromagnetic research in China” de la revista “Science China Earth Sciences”, publicado en julio pasado.
La transformación digital y la mejora de la red implementadas en los proyectos vistos a mediano y largo plazo del país chino, añaden, ha enriquecido la información sísmico-electromagnética y mejorado la capacidad de análisis de anomalías sísmico-electromagnéticas. Estas mejoras son de gran importancia para la investigación en sismo-electromagnética así como para el desarrollo de nuevas tecnologías.
Desde principios del siglo XXI, China lanzó un satélite llamado CSES que fue diseñado para la generación y el estudio de datos sismo-electromagnéticos y construyó una fuente de transmisión de alta potencia y una nueva red de observación CSELF que se usa específicamente para el monitoreo de terremotos.
“Esta plataforma ha promovido el monitoreo EM tridimensional a tiempo completo y la identificación de anomalías sísmicas”. En su estudio, los científicos revisan el estado actual de la investigación sismo-electromagnética y proponen estrategias para futuras investigaciones”.
Por otra parte –y ya más en un estudio psicológico, pero relevante ante un trauma como el generado por los sismos– una nueva investigación de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda) sugiere que la función cerebral de las personas sanas expuestas a un evento traumático tiene la capacidad de "recuperarse" con el tiempo una vez que se resuelve la amenaza.
Investigadores dirigidos por la Dra. Katie Douglas del Departamento de Medicina Psicológica de Christchurch de la Universidad de Otago, realizaron un estudio de seguimiento en un grupo de cántabros que habían estado expuestos a traumas durante los terremotos de la región hace más de una década.
El estudio original, realizado dos o tres años después de los terremotos, mostró que los participantes que estuvieron expuestos al trauma pero que no desarrollaron dificultades psicológicas, aún sufrían problemas con aspectos de la función cognitiva en comparación con los participantes no expuestos.
Douglas dice que el nuevo estudio de seguimiento, realizado 8 años después de los terremotos, muestra que la función cognitiva de los participantes del ensayo ahora es normal en comparación con un grupo de personas evaluadas sin exposición a un evento traumático.
“Esta es una buena noticia, ya que ofrece evidencia preliminar de que no hay efectos duraderos sobre el deterioro cognitivo después de la exposición a un evento traumático, al menos en personas que no desarrollan una afección de salud mental. Sugiere que los cambios en su funcionamiento cognitivo y el procesamiento de las emociones pueden estar relacionados con la exposición a la amenaza continua en el entorno, que mejora cuando la amenaza se resuelve”.
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