Día a día somos testigos del crecimiento de las ciudades con nuevas construcciones, de más asfalto alrededor nuestro, de ríos convertidos en tuberías y parques en centros comerciales. Este ha sido y sigue siendo el modelo de urbanización de las ciudades mexicanas. Ciudades, que crecen y se extienden en todo el territorio de su cuenca hidrográfica.
El crecimiento urbano altera irremediablemente los servicios ecosistémicos que proveen las cuencas y que son esenciales para nuestro bienestar, como la regulación climática, por medio de la captura de CO2 que realizan la vegetación y los suelos, el incremento de la humedad atmosférica y los cambios en el albedo; la conservación de la calidad y cantidad de agua y la disminución de los picos de caudales causantes de inundaciones; la formación y conservación de suelos que incrementan la infiltración y disminuyen el aporte de sedimentos en cuerpos de agua y presas.
La urbanización en las partes altas de las cuencas tiene severas consecuencias hidrológicas,ya que al sellar los suelos impide la infiltración del agua y, donde es posible, la recarga de acuiferos, obstaculiza la formación de los primeros arroyos y la formación de manantiales. Esto significa que una mayor cantidad de agua de lluvia corre por la superficie de la ciudad en lugar de ser retenida por los suelos, lo que aumenta el volumen de escorrentía, provocando inundaciones, saturando los drenajes. En las partes media y baja, la urbanización fragmenta, cubre y elimina los cuerpos de agua, al tiempo que incorpora contaminantes que son arrastrados por la lluvia hacia arroyos, lagos y lagunas amenazando la salud humana y la biodiversidad acuática. En síntesis, todos estos cambios disminuyen la integridad y la salud de una cuenca y con ello, la calidad, variabilidad y cantidad de agua.
Construir ciudades sostenibles, resilientes y resistentes no debería basarse en infraestructura gris (presas, acueductos, trasvases) que ante la disminución de las precipitaciones se quedan sin uso. En cambio, existen otras soluciones de planeación urbana que basados en criterios hidrológicos y ecológicos conviven mejor con las cuencas.
La permanente crisis del agua en la cual vivimos es una respuesta del paradigma dominante en el cual se ha visto al agua como un sector que, por un lado se ha gestionado de manera independiente al territorio y a la integridad de la cuenca y por el otro, cuya información y decisiones no se comparte, difunde y discute con la población. Al final de cuentas la participación social, el aumento de la transparencia y la rendición de cuentas del gobierno es esencial para el logro de una gestión adaptativa de cuencas.
La planeación de las ciudades con un enfoque de cuenca busca integrar la gestión del agua en todas las decisiones urbanas, desde la planificación territorial hasta la construcción de infraestructura. Este tipo de planeación promueve la participación ciudadana y la colaboración entre las comunidades locales y los organismos encargados de la gestión del agua, lo que puede generar soluciones más efectivas y sostenibles. Algunos ejemplos de ello pueden ya encontrarse en varias ciudades mexicanas donde la co-gestión de la cuenca está permitiendo nuevas estrategias para la construcción de gobernanzas del agua que van desde el pago por servicios ambientales voluntarios (Saltillo, Xalapa); ferias de transparencia, donde se informa a la ciudadanía sobre el uso de los recursos económicos y las decisiones del organismo del agua (La Paz); la construcción de plataformas digitales para socializar la calidad del agua urbana asi como capacitar a comunidades sobre el monitoreo de la calidad del agua (San Miguel de Allende); campañas de información y movilización ciudadana (Mazatlán), entre muchas otras acciones (2).
En la Ciudad de México, el Programa General de Ordenamiento Ecológico del Territorio (PGOET) es una oportunidad única para reconectar a la ciudad con su cuenca. En términos hidrológicos esto significa tener instrumentos adecuados para conservar sitios de recarga, de formación de manantiales, promover el manejo adecuado de los suelos (para incentivar infiltración), impedir construcciones y descarga de desechos en barrancas, mantener conectividad de ríos dentro de la ciudad; así como promover el tratamiento local de aguas. Este programa también es una oportunidad para promover la participación activa de la población a través de contralorías ciudadanas locales, como contrapeso y para apremiar la rendición de cuentas del Sistema de Aguas de la Ciudad de México.
En cada época de estiaje las tentaciones de traer agua de otras cuencas son muy grandes. Sin embargo, antes de alterar la dinámica de otras cuencas y afectar a poblaciones que requieren esa agua, debemos comenzar a planear la ciudad desde otra mirada, una que integre a la cuenca. Esta es nuestra oportunidad de construir una ciudad sustentable y adaptada al cambio climático.
2. Cotler, H.; Cuevas, M.L.; Landa, R.; Frausto, J.M. 2022. Environmental Governance in Urban Watersheds: The Role of Civil Society Organizations in Mexico. Sustainability, 14, 988. https://doi.org/10.3390/su14020988
* Investigadora titular del Centro de Investigación en Ciencias de Información Geoespacial, hcotler@centrogeo.edu.mx
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