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El Conacyt con “h” se quedó cortó en la “t” de tecnología este sexenio

Aunque hubo algunos avances, la vacuna Patria llegó tarde, los ventiladores tuvieron sobrecosto, Rizoma no fue eficaz, entre otros

La Dra. Ana María Polo, presentadora del programa de televisión "Caso Cerrado", durante una conferencia de prensa.
Los ventiladores financiados por Conacyt fueron realizados por una empresa que ya había sido favorecida por la dependencia. Fueron presentados por última vez en Palacio Nacional recientemente por Elena Álvarez-Buylla. Los ventiladores financiados por Conacyt fueron realizados por una empresa que ya había sido favorecida por la dependencia. Fueron presentados por última vez en Palacio Nacional recientemente por Elena Álvarez-Buylla. (Conahcyt)

A unos días de que concluya esta administración, Conahcyt se ufana de los desarrollos tecnológicos financiados por el gobierno federal en estos seis años y pondrá en exhibición “al pueblo de México" algunos de ellos –como parte de su lavado de imagen–, entre estos los ventiladores respiratorios elaborados durante la pandemia. No obstante, estos dispositivos resultaron de diseños abiertos y tuvieron un sobrecosto, además de que se documentó su aparente ineficacia.

Durante este periodo también se elaboró la vacuna Patria, con tecnología “neoliberal” licenciada; la plataforma “disruptiva” Rizoma, que costó 90 millones de pesos y que dio dolores de cabeza a los investigadores y académicos que la utilizaron.

Por otra parte, la dependencia de gobierno sostuvo que financió el desarrollo de herbicidas que podrían sustituir el glifosato en el campo mexicano, no obstante, no fue suficientemente convincente para que el resto del gabinete involucrado lo tomara como una alternativa.

“Crónica” suma a su recuento de fin de sexenio de Cona(h)cyt algunos de estos casos, cuyos éxitos como resultados no se sostienen en la narrativa que la dependencia busca ponderar en sus últimos días de existencia.

La vacuna Patria ha sido desarrollada por la empresa mexicana Avi-Mex con tecnología licenciada de la Escuela de Medicina Icahn en Monte Sinaí, en Nueva York, Estados Unidos. De acuerdo con la misma empresa, también utilizó licenciamiento de “la proteína espícula…” por parte de la Universidad de Texas en Austin.

Conahcyt anunció en su comunicado 535 que “la vacuna Patria ha superado todas las fases de pruebas clínicas necesarias (…), haciéndola adecuada como dosis de refuerzo”. De esta forma, la vacuna podría usarse en la próxima temporada invernal como refuerzo, aunque un año después de lo anunciado por el propio Presidente.

Teresa García Gasca, académica y ex rectora de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) –donde encabezó el diseño de una vacuna contra Covid (Quivax) que sólo llegó a prototipo por falta de financiamiento– ha seguido de cerca la información científica de la vacuna y señala que la falta de un informe completo y formal ha generado dudas sobre su desarrollo a lo largo del proceso.

Los avances logrados, publicados en revistas de renombre científico y la aprobación y análisis de Cofepris son importantes, señala en entrevista, lo que falta aún es incrementar el tamaño de muestra y valorar los efectos adversos a mayor plazo, lo cual ya es motivo del análisis en una fase 4.

La científica explica que es necesario continuar con los estudios de seguridad y lo efectos adversos a largo plazo, sobre todo por los efectos que hoy se conocen para vacunas similares como la de AstraZeneca.

“Sabemos que las vacunas por emergencia también generan efectos a nivel cardiaco, renal, neurológico, del músculo esquelético y efectos psicológicos y emocionales. Estos, a largo plazo, se vinculan con los diseños de la vacuna y el diseño de proteína spike”.

La académica agrega que también se debe analizar su eficacia en diferentes grupos poblacionales, con inmunosupresión, embarazadas y diferentes grupos etarios. “Entonces, hay que incrementar el tamaño de la muestra y actualizar la vacuna para usar mejores plataformas para hacerla más eficaz y disminuya sus efectos adversos”.

La científica reconoce el avance realizado por la alianza público-privada y financiada por el gobierno federal a través de Conahcyt; no obstante, recuerda, se podrían haber obtenido mejores resultados si la institución no les hubiera cerrado las puertas a otros proyectos, como el diseñado en la UAQ u otros más en la UNAM.

“Se decidió no apoyar a todos y tener un sólo proyecto, sin criterios claros en su elección; fue un desatino no haber, por lo menos, haber conocido los demás”.

García Gasca recuerda que el proyecto de Avimex fue uno de los 7 que participaron en el consorcio de vacunas mexicanas impulsadas en primera instancia por la Cancillería encabezada por Marcelo Ebrard. Posteriormente, Conacyt eligió la vacuna, a la postre, Patria –bautizada por el presidente Andrés Manuel López Obrador. ¿Bajo qué criterios? Difícil de saber, pero quizá no fue uno científico, dice la académica de la UAQ.

En los próximos años, señala, espera que se generen las mismas oportunidades de desarrollo en todas las áreas científicas, incluyendo el desarrollo de vacunas.

Los ventiladores Ehécatl y Gätsi, emblema de esta administración, llegaron con retraso, sobrecostos de producción y realizados por una empresa que, durante el “periodo neoliberal”, fue beneficiada por los fondos y fideicomisos que después desaparecerían.

En el caso de Gätsi, el monto de 168.4 millones de pesos a DTM Tecnologías se desglosó en el listado del fideicomiso desaparecido: “Proyectos apoyados por el Fondo Institucional para el Desarrollo Científico, Tecnológico y de Innovación (Fordecyt-Pronaces)”.

En octubre de 2020, la red ProCienciaMx visibilizó esta contradicción y cuestionó por qué se realizó una transferencia millonaria e incluso, una cantidad mayor que la del periodo de 2000-2018 a una empresa que ya había sido identificada por el Conacyt como receptora de cuantiosos recursos públicos.

En abril de ese año, la directora Álvarez-Buylla explicó que para uno de estos ventiladores emplearían un diseño de bolsa Ambu de emergencia, derivado del diseño de código abierto de un ventilador del MIT: E-Vent; de acuerdo con el instituto estadunidense, su fabricación rondaría un costo de entre los 100 y 500 dólares. En México fueron desarrollados por un consorcio encabezado por el CIDESI con un costo de 137 mil pesos cada uno, dijo la funcionaria.

En julio del 2020 y tras negar haber prometido la entrega del 15 de mayo, refirió en Palacio Nacional que se desarrollarían 500 unidades por cada modelo de ventilador. No obstante, el costo final fue de más de 250 mil por unidad: el proyecto Fordecyt clave 313489 denominado “Fabricación en serie de respiradores mecánicos de emergencia para atender la contingencia sanitaria debido a la pandemia de COVID-19” refiere que se destinaron 125 millones 460 mil pesos para la fabricación de Ehécatl que, divididos en las 500 unidades, da dicha cantidad.

Sobre este modelo, se hicieron críticas acerca de su funcionamiento, desestimadas una y otra vez por la dependencia.

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