Al finalizar la breve entrevista, José Franco expresa su mezcla de alegría con un hondo enojo. Hay más emociones, puesto que, por primera vez en alrededor de dos años, el astrónomo y otros académicos y académicas sienten la paz robada por la persecución de la que fueron objeto por parte de Cona(h)cyt y de la Fiscalía General de la República, que buscó encarcelarlos en un penal de máxima seguridad.
Franco, así como Julia Tagüeña y Gabriela Dutrénit –ex coordinadores del extinto Foro Consultivo Científico y Tecnológico– se suman al grupo de los 31 académicos y ex administrativos libres de todo cargo de las denuncias presentadas por la dependencia que encabeza Elena Álvarez-Buylla, que los acusaba de peculado y delincuencia organizada, entre otros cargos.
Después del fallo de un juez de control que desestimó los cargos (sobreseimiento), la apelación y posterior impugnación de la FGR, finalmente, un tribunal colegiado confirmó la resolución en una sesión que se llevó a cabo el 11 de mayo y que se hizo del conocimiento público este miércoles 17 de mayo. Aún falta la conclusión de los casos de otros colegas entre los 31, pero apuntan a la misma resolución.
En entrevistas separadas, José Franco y Gabriela Dutrénit expresan lo que ha significado esta persecución que termina finalmente, que representa una victoria personal, confianza en el sistema judicial y la división de poderes, y el regreso a una normalidad robada que deja una cicatriz extendida en estas 31 personas, en la comunidad científica del país y un descrédito proporcional en los autores intelectuales de la acusación, señalan.
“No hay palabras para expresar la perversión con la cual actuaron las autoridades para acallar a quienes se opusieron a sus caprichos; ni modo nos tocó ser los primeros denunciados, pero sigue habiendo bastante temor porque hubo nuevamente acusaciones contra muchísimos personajes, colegas CIDE y otros lados –realizada por Álvarez-Buylla en la “mañanera” del 3 de mayo–, temor de que intenten lo mismo”, dice Franco.
El astrónomo de la UNAM recuerda que todo el proceso fue angustiante, puesto que no supieron sobre los cargos hasta que conocieron el expediente tiempo después, incluso tras la visita de agentes al domicilio de algunos. “Nos sorprendió que la Fiscalía, ante una ausencia de datos, hiciera la petición de una orden de aprehensión contra todos. Fue un golpe durísimo a vida personal y profesional de todos nosotros; nos queda claro que estas autoridades trataron no sólo de atemorizarnos, sino de destruir nuestra vida y prestigio, probablemente para mandar una señal al resto de la comunidad: quien estuviera en desacuerdo tendría la misma suerte, el peso de la justicia manipulada por este gobierno”.
El daño moral es muy grande, añade el ex presidente de la Academia Mexicana de Ciencias, por lo que el grupo afectado evaluará si responderán legalmente a esta “agresión gratuita para destruir nuestro prestigio”. Mientras tanto, expresó enfáticamente su agradecimiento a la comunidad académica nacional e internacional, que apoyó su inocencia desde el primer momento –lo cual no pueden presumir los agresores–. “Álvarez-Buylla ha escupido al cielo y no hay forma de quitarse el daño moral que ha causado”.
CONTRA EL MIEDO.
Gabriela Dutrénit enfrentó el proceso legal estos dos años con valentía, puesto que a la vez asistió a diversos encuentros públicos con legisladores, colegas y autoridades para expresar los riesgos de la política científica conducida por Con(h)acyt en temas como la ley de ciencia. Su miedo era latente, muchas veces se cuestionó asistir a dichos actos. “Tener a la FGR detrás de ti obviamente asusta, más si en nuestro país hay muchas injusticias (…), continuamente me sentía amenazada y sentía que en cualquier momento podía llegar la policía a buscarme”, refiere, aunque con un alivio y una “alegría infinita”, reconectando con la confianza que sintió desde el inicio por saberse inocente.
La académica de la UAM Xochimilco recuerda que el desarrollo del proceso dejó clara la autoría intelectual de Conacyt en la acusación, impulsada por “una serie de mentiras” utilizadas para sus intereses y ataques personales. “Seguimos sin saber por qué lo hicieron”. La “mala leche” de esos actos dejarán una cicatriz como recordatorio de que “no hay olvido”, señala la especialista en política científica.
“No podemos olvidar que buscaron ponernos en cárceles de alta seguridad, hay que ser muy malos para algo así”. Más allá de las acciones legales que emprendan a cabo, añade, será la historia quien juzgue a Con(h)acyt y a su directora actual. “Quedará escrito lo que sucedió en el sector científico, una acusación falsa y malintencionada porque pensamos distinto. Nosotros quedaremos como héroes en la historia”.
Ante el énfasis del amedrentamiento de las autoridades al disentimiento de los académicos y científicos del país, Dutrénit señala que se avizora un “periodo oscuro, aunque ya queda poco de este sexenio. Estoy segura de que, sin importar quien quede en la presidencia el próximo periodo, las cosas serán diferentes, puesto que todos los interesados tienen una visión diferente de la política científica. Así que miro el futuro con optimismo, mientras tanto, hay que seguir alzando la voz”.
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