Consumir "cristal" y vivir en la frontera significa “ser un sobreviviente”, ha relatado una persona que ha recibido atención, pero cuya historia de pobreza, vulnerabilidad y adicción a la droga han hecho de su experiencia de vida un riesgo latente.
El relato es narrado por Clara Fleiz, investigadora del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz (INPRFM), que ha trabajado con poblaciones fronterizas con Estados Unidos adictas a metanfetaminas como “cristal”. Un estudio en curso, refiere que, en ciudades como Tijuana, Mexicali y otras de Sonora, que el consumo en hombres y mujeres es del 60% y 40%, un 20% se encuentran en situación de calle, “rifándose la vida”.
Las mujeres, añade, las mezclan más con benzodiazepinas, los hombres con fentanilo; el promedio de edad de los atendidos es de alrededor de 21 años, pero muchos iniciaron a los 8 o 9 años. “Esto es resultado de la alta disponibilidad, de condiciones estructurales de desigualdades sociales profundas que las llevan a consumir y que tienen altos costos vida emocional y física. Consumen para estar activos para salir a trabajar y las mujeres para realizar tareas en casa. La violencia sexual también es una constante”, señala la académica.
El “cristal” es un tipo de formulación de metanfetamina pura, muy homogénea, pero puede presentarse también en polvo, que puede mezclarse con otras metanfetaminas u otros estimulantes y adulterantes que no tienen que ver con la sustancia original.
“Se fuma y se puede ingerir vía oral (…), genera un aumento de la frecuencia cardiaca, la presión arterial, el flujo de sangre a los músculos para que tenga capacidad de responder y un estado de alerta”, explica Silvia Cruz, investigadora del Departamento de Farmacobiología del Cinvestav.
La metanfetamina tiene una estructura molecular como la adrenalina y la dopamina. “Se parece tanto que la célula se confunde y parece que ve al neurotransmidor y hay una manera de ahorro celular: si hay mucho fuera de la célula lo guarda, mete la metanfetamina, en tanto que la dopamina y noradrenalina salen, por eso tiene esos efectos impactantes, que se perciben como importantes y muy estimulantes”, añade la experta.
La investigadora puntualizó que el consumo de estas drogas causa ansiedad y paranoia y, como sucede con todos los estimulantes, su uso crónico genera deterioro cognitivo.
Resultados de diversas investigaciones señalan que el consumo de metanfetaminas reduce significativamente los transportadores de dopamina, por lo que hay una disminución en la capacidad de sentir placer, no obstante, después de un periodo de abstinencia se puede recuperar capacidad de cerebro, dijo María Elena Medina-Mora, referente en el estudio de adicciones en México. “Las metanfetaminas tienen una larga historia de ser buscada y consumida por sus efectos y, actualmente, es un problema grave en México y otros países”.
Los investigadores realizaron estas exposiciones en la mesa La crisis actual del consumo de metanfetamina “cristal", realizada en El Colegio Nacional, coordinada por María Elena Medina-Mora, como parte del Seminario permanente del grupo de trabajo de opioides y el Seminario permanente de estudios sobre la globalidad de la Facultad de Medicina de la UNAM y el INPRFM.
El consumo de estas drogas, dijo por su parte Alfredo Camhaji, académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. “El consumo de metanfetaminas se ha convertido en un problema de salud pública en México y se debe, principalmente, al crecimiento exponencial que ha tenido en los últimos años: Entre 2017 y 2022, su consumo creció en 218%, en tanto que, en los centros de integración juvenil es la sustancia que demandó mayor tratamiento entre 2017 y 2022”.
Agregó que México, un país históricamente productor y de tránsito de este tipo de drogas ahora se ha convertido en uno de alto consumo. “Entonces nos hacemos la pregunta: ¿qué pasa en el mercado de las drogas para que la metanfetamina haya experimentado un cambio tan dramático, con una explosión en su disponibilidad y consumo en lugares donde no se había consumido en grandes cantidades? La respuesta es compleja y habla de una combinación de factores”.
Estos son problemas sociales y emocionales de los usuarios, las diferentes formas de consumo, su bajo costo, la facilidad para conseguirla y la larga duración de su acción fisiológica y, un fenómeno importante, “la atomización del crimen organizado, que ha hecho de la producción de metanfetamina esté ahora destinada al mercado nacional”.
El Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación, refirió el académico de la UNAM, son los principales proveedores de metanfetaminas en Estados Unidos, pero en la producción nacional hay muchos desprendimientos de cárteles que buscan enganchar a los jóvenes y adolescentes a una terrible dinámica, descrita por Angela Garcia, académica del Departamento de Antropología de la Universidad de Stanford.
En su más reciente libro, “The Way That Leads Among the Lost: Life, Death, and Hope in Mexico City's Anexos”, reúne historias del tratamiento de personas de bajos recursos en institutos no gubernamentales, anexos. “Los cárteles los vuelven vendedores y consumidores de la misma. Para seguir consumiendo y mantener a sus familias se ven obligados a venderla, así ha sido una de las formas de reclutamiento más importante que han tenido los cárteles de las drogas”. Este tipo de factores explican el comportamiento del mercado, añadió Camhaji.
Añadió que otro fenómeno importante es el reclutamiento de adolescentes desde la secundaria y que abundan porque las metanfetaminas una droga de bajo costo. No es difícil de elaborar y requiere de precursores químicos que han obtenido los cárteles en México u otros países en Centroamérica. Estos no son obstáculos para un “negocio que es muy rentable”.
Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), el costo por gramo de este tipo de metanfetaminas va de 11 hasta 400 pesos al menudeo. Por su parte, la investigación en la que participa Clara Fleiz ha encontrado un promedio de entre 50 y 60 pesos en la frontera. Entonces, añade Camhaji, un kilo de metanfetamina tiene una rentabilidad de alrededor de 250 mil pesos y, dado que se comercializan toneladas, es un negocio rentable.
Camhaji urgió el diseño de una política integral de atención a los adolescentes, de protección de los entornos escolares. En tanto, Medina Mora enfatizó también la importancia de una política integral que ataque todas las causas de este problema, así como escuchar a los enfermos por su consumo. “Que sea la atención de la persona y no de la enfermedad”, dijo Medina Mora.
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